Aventuras genealógicas
Guía práctica para empezar a indagar en la historia de los antepasados
Para encontrar respuestas a preguntas como ¿quién soy? , ¿de dónde vengo? , ¿por qué tengo determinadas características físicas? o ¿por qué tal modo de ser? , una herramienta imbatible sigue siendo la genealogía. En 2010, la ciencia histórica que estudia los antepasados está en auge: las publicaciones especializadas se multiplicaron a lo largo de una década y se pueden encontrar cientos de páginas Web sobre el tema.
La genealogía ayuda a resolver cantidad de interrogantes y, por eso, hace bien. "Un psicólogo que vino al curso de genealogía que dicto comentó que la genealogía era terapéutica, ya que para las personas que cortaron con sus antepasados, descubrirlos y volverlos a unir en un árbol genealógico era un medio psicológico para curar antiguas heridas", cuenta el genealogista Enrique Piñeyro Velasco, autor de Los Carriego y gran cantidad de otros trabajos genealógicos.
Para empezar una investigación (por ejemplo, encontrar a los ocho bisabuelos), habrá que hablar con todos los miembros de la familia, especialmente con los más viejos, claro, para recolectar anécdotas y datos históricos. También juntar todos los documentos que sea posible: cartas, diarios, memorias, fotos, etcétera.
Después habrá que volcar la información en un árbol genealógico, elegir un antepasado que se quiera investigar más en profundidad y empezar a consultar los archivos, entre los que están los parroquiales, los registros civiles, los registros militares y los censos, sucesiones y protocolos de escribanos que están disponibles en el Archivo General de la Nación.
Parece fácil, pero hay que tener paciencia, porque a veces los datos tardan en aparecer o porque uno está mal orientado. Se dan casos de familias que por homonimia creen descender de un personaje y no es verdad. Como la familia Del Campo, que durante años creyó descender del virrey Nicolás del Campo, nacido en Sevilla, y sobre la que una investigación dio a conocer que descendía de otro Nicolás del Campo, pero nacido en Asturias, en una localidad con nombre sorprendente: Villaviciosa.
Para adentrarse en esta aventura, será mejor conocer de paleografía, porque a medida que uno se remonta en el tiempo la caligrafía se vuelve más difícil e ininteligible. Del siglo XVIII para atrás uno se encuentra, por ejemplo, con documentos con letras cortesanas, procesales o encadenadas, que son las peores.
Otro inconveniente que puede aparecer es la falta de fuentes. Todo depende de la ascendencia que uno tenga. Habría que diferenciar varios tipos de familias: las criollas o antiguas, las de más de dos siglos de existencia en el país; las de inmigrantes recientes, de hasta tres o cuatro generaciones; las de sangre aborigen y las de sangre africana. Y en este último caso la investigación es más difícil porque casi no hay fuentes, aunque haya excepciones. "Está el caso de Gabino Ezeiza, payador conocido como el Negro Ezeiza, radical yrigoyenista, que en su partida de nacimiento aparece el nombre de su abuelo africano", cuenta como hallazgo el genealogista Lucio Pérez Calvo, uno de los más prolíficos investigadores de nuestro país, autor de Genealogías argentinas I , II y III y de Norteamericanos en la Argentina , entre otros trabajos.
Biografías, también
"Las biografías enriquecen la genealogía. Sin ellas la información se vuelve muy monótona, muy aburrida", comenta Pérez Calvo.
"Siempre es bueno agregar biografías: por eso a la genealogía también se la conoce como historia familiar. Se trata de un tiempo y un espacio para ubicar una historia. Otra definición podría ser la de ver la historia a través de las familias", agrega Piñeyro Velasco.
Además, el estudio de redes de parentesco y de los intereses de distintos grupos sociales ayuda a entender hechos históricos. Un ejemplo de esto es el de Gervasio de Posadas y Carlos María de Alvear, los dos directores supremos, que eran tío segundo y sobrino segundo, respectivamente, y que se apoyaban entre sí.
Un gran dato: entre los lugares más cómodos para investigar están los Centros de Historia Familiar de los mormones, que tienen la costumbre de rastrear a sus ancestros muertos para después bautizarlos. Por eso, se ocuparon y se ocupan de microfilmar todo registro que tenga información sobre el género humano, principalmente bautismos, matrimonios y defunciones. Estos centros están en todo el país y el catálogo de sus fondos documentales puede verse en www.familysearch.org .
Algunas sorpresas
La genealogía, además de derrumbar leyendas familiares como la de los Del Campo, también sorprende con sus hallazgos. Lucio Pérez Calvo, por ejemplo, descubrió que una de las varias familias Montes de Oca que existen en el país quería cambiar sus raíces: en lugar de descender de la mulata de la que descendían, colgaron un retrato de un falso antepasado coronel. Y no sólo eso. "Es curioso: Ernesto Che Guevara de la Serna tenía un abuelo norteamericano, Roberto Guevara Castro, nacido en San Francisco en 1855, cuya madre, Concepción Castro, era de una de las familias más poderosas de California. De hecho, el barrio Castro donde transcurre la película Milk era parte del campo de los antepasados del Che. También con una investigación se derrumbó la leyenda, publicada en muchísimos libros, de que Concepción Castro era nieta de un virrey Luis Peralta. Se supo que Peralta era el abuelo de Castro, que era muy rico, pero se comprobó que no era virrey", explica Pérez Calvo.
-¿Hasta dónde se puede llegar en una investigación?
-Depende de la región. No es lo mismo investigar Polonia, campo de batalla durante los últimos 700 años, que el País Vasco, donde los archivos están casi intactos. Y el límite del tiempo en general es el Concilio de Trento, de mediados del siglo XVI, que estableció la obligatoriedad de anotar los bautismos, matrimonios y defunciones.
Por su lado, Piñeyro Velasco agrega: "La excepción es la de las casas reales europeas, que se pueden remontar en forma probada hasta el 600 a.C. a la dinastía Aqueménida en Persia y que entroncan con personajes como el rey Darío de Persia". Piñeyro Velasco es otro especialista ideal para derribar mitos.
-Hace tiempo en los shoppings, y últimamente en Internet, existen miles de ofertas para conseguir el escudo de armas de todas las familias.
-Pero no todo el mundo tiene un escudo de armas. Depende de la actuación local, regional o nacional de la familia. Y se ven casos de fraude en muchos expedientes de ingreso a órdenes militares, como la de Santiago o de Carlos III, donde el caballero declaraba tener determinados blasones, pero si uno investiga a la familia 200 o 300 años atrás, se encuentra con que no tenían escudo.
-¿Cuál es la última novedad en genealogía?
-Desde hace más o menos diez años existe la genealogía molecular, a partir del descubrimiento del genoma humano. Gracias a esto, a través de un análisis de ADN y de determinados marcadores que hay en el ADN mitocondrial y en el ADN cromosomal, se puede conocer la etnia de un antepasado y las mutaciones étnicas.
-¿Por ejemplo?
-Una genealogista argentina, que por línea de mujer llegaba a Esteco -ciudad de la provincia de Salta que fue arrasada por un terremoto en 1692-, descubrió a través del análisis del ADN mitocondrial que descendía de una etnia ya extinguida, emparentada con los guaraníes. Impresionante.
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