Así fue el regreso de Will & Grace: algunos cambios para que nada cambie
Pasó más de una década desde que estos cuatro amigos se despidieron de la pantalla... y mucho cambió en el mundo desde entonces. Anoche regresó a la pantalla de Fox la sitcom Will & Grace, en un Estados Unidos que tiene como presidente a Donald Trump es presidente, las personas se conocen por aplicaciones de celulares y las minorías sexuales luchan por más derechos que simplemente casarse. Los primeros dos episodios buscaron reflejar este nuevo escenario con una fórmula que apeló más a la nostalgia que a tomar riesgos, pero que seguramente conquistó al público que sigue apostando al cable tradicional frente al on demand.
La primera escena fue por demás significativa: Will ( Eric McCormack ), Grace ( Debra Messing ), Karen Walker (Megan Mullally) y Jack McFarland ( Sean Hayes ) juegan a adivinar nombres de celebridades a partir de descripciones como "de viejo parece una lesbiana" para hacer referencia al cantante de Aerosmith, Steven Tyler , o "rica pero rehén" para Melania Trump. De este modo impusieron el tono que tendrá la sitcom esta temporada, con una visión levemente ácida de la cultura pop actual.
Sin un recuento de lo que sucedido en estos años ni entradas triunfales, en esta vuelta, todos los personajes están pendientes de sus teléfonos celulares y Jack busca pareja por Grindr, la app de encuentros gay similar a Tinder, pero se queja de que es demasiado promiscua y que sólo por usarla podría darle "herpes de dedo".
El protagonista del primer episodio es, nada más y nada menos que Donald Trump . El presidente de los Estados Unidos –que era sólo un millonario excéntrico cuando se emitió originalmente la serie, entre 1998 y 2006– vive ahora en la Casa Blanca y Grace es contratada para hacer remodelaciones en el Salón Oval, gracias a la recomendación de Karen, amiga íntima de Melania.
Will, por su parte, está furioso con un diputado republicano que propone leyes contra el medio ambiente, pero que es muy lindo. "Odio cuando los malos son apuestos... como Scar en El rey león", comenta Grace, haciendo un guiño a una audiencia adulta y seguramente dejando afuera a generaciones más jóvenes, que crecieron con Pixar.
La política metió la cola en Will & Grace, pero la trama es lo suficientemente caricaturesca para no herir susceptibilidades ni molestar a los votantes: demócratas y republicanos son categorías pintadas con trazo grueso y que sirven como excusa para un gag. Desde la Argentina, sin embargo, la idea de que se pueda hablar en ese tono en una ficción parece lejana y ajena... ¿alguien se imagina a un personaje furiosamente detractor de un presidente en Simona o haciendo referencias a la interna del PJ en la inminente 100 días para enamorarse?
Aquellos que teman sentirse perdidos por lo que sucede con los personajes después de tantos años no tienen qué temer: nada cambió en la dinámica entre ellos y no parecen haber avanzado en sus vidas ni madurado en su temperamento. De hecho es como si el tiempo no hubiese pasado. En una de las primeras escenas, Karen cuenta que soñó que Will vivía "con un hombre moreno de uniforme" y Grace estaba "casada con un médico judío". Eso es lo que efectivamente lo último que pasó en la trama de la sitcom en su envío original... pero ahora están de nuevo solteros y viviendo juntos.
Fox, que estrena nuevos episodios cada miércoles, a las 22, por partida doble, también puso en pantalla ayer el segundo capítulo de esta temporada, en el que Jack coquetea en una fiesta con un veinteañero, que se siente halagado por el interés, pero lo considera "un papito". Esto le genera una crisis pero también una pregunta válida para los tiempos que corren: qué sucede en una comunidad como la homosexual en la que, en ocasiones, la juventud parece ser un bien preciado por encima de otros. Es una observación que no es generalizable, pero el personaje de Jack representa cierta superficialidad estereotipada que tiene fundamentos en la realidad.
Sin riesgos ni sobresaltos, consciente de su propio peso como una ficción pionera en el tratamiento de la problemática del colectivo LGTBIQ en diálogo con el público general, Will & Grace volvió politizada pero con la regla del gatopardismo: cambiando algo para que nada cambie.
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