Así es Chromatica, el nuevo disco de Lady Gaga
"Entonces se trata de todos los colores, todos los sonidos... hablamos de inclusión y de la vida", así explicaba Lady Gaga en un comunicado el concepto de Chromatica, su nuevo disco de estudio, disponible a partir de hoy en todas las plataformas de streaming. Tan maximalista como se pueda, el disco, el sexto de su carrera, la tiene de regreso al pop más bailable como parte de un proceso de sanación que busca expandir puertas afuera.
El regreso de Lady Gaga, luego de cuatro años sin un larga duración, es un viaje expansivo que se desarrolla casi como un track en continuado. Un set sin fisuras destinado a la pista de baile a puro dance pop. Si Joanna (2016) y Cheek to Cheek (su trabajo a dúo con Tony Bennett de 2014) más su participación en la película Nace una estrella (2018) le habían servido para mostrarse capaz de incursionar en géneros más tradicionales como el country y el jazz, Chromatica es su vuelta a las bases, que es, al mismo tiempo, la hipermodernidad. Lady Gaga es diva digital por excelencia y, este disco, su nuevo manifiesto.
"Mi nombre no es Alicia, pero igual sigo buscando el País de las Maravillas", canta en "Alice", después de las cuerdas del track inicial que inician el viaje a Chromatica, un planeta imaginario en donde todo es posible. Hay falsetes, un beat 100% pensado para la pista de baile, sintetizadores, voces robotizadas, handclapping y melodías con neto perfil rave: una onda de pop expansivo que abarca todo el espectro. Sea sola o acompañada, la travesía mantiene siempre ese pulso. "Stupid Love", el primer adelanto, se vale de las mismas herramientas para cantarle a las fragilidades del ser enamorado y "Rain On Me" suma a Ariana Grande como primera invitada del disco para que ambas fraseen sobre una línea de bajo propulsiva. Bajo la producción de BloodPop, las canciones se construyen con todos los recursos disponibles. El exceso como estética pop acabada.
"Chromatica II", también un arreglo de cuerdas que funciona como separador de corte cinematográfico, da paso a "911" uno de los temas más logrados del disco. "Estuve coqueteando con la idea de abrazar un estilo de vida sobrio", había dicho Lady gaga en una entrevista a Apple Music. "Todavía no estoy en ese punto, pero lo pensé en varios momentos mientras grababa el álbum". Uno de esos momentos había sido durante esa canción. "No me veo llorando nunca más", asegura primero, aunque remata en un estribillo que recupera lo mejor de los Pet Shop Boys: "Mi enemigo más grande soy yo desde el primer día". Redención y autocrítica a pocos segundos de distancia, con el baile como objetivo unificador siempre.
A los 34 años, Lady Gaga, nacida como Stefani Joanne Angelia Germanotta, se reencuentra con el pop más sintético desde una mirada adulta. Los demonios se transforman, los antídotos son los mismos. Aquella joven de flequillo cubista que veía a la fama como un monstruo hoy prefiere dar batalla a sus tormentos más íntimos y vomitar al mundo 43 minutos de baile como cura contra todos los males de este mundo, de su mundo e incluso de los mundos imaginarios. Skrillex en "Plastic Doll" y la banda de k-pop femenina BLACKPINK en "Sour Candy" se suceden en Chromatica aportando sus propios colores a un cuadro capaz de absorber todo. Inclusión y diversidad en la nube.
Después del último interludio de cuerdas ("Chromatica III"), "Sine From Above" suma una participación estelar: Elton John". "Cuando era joven, me sentía inmortal / Y no pasó un día sin que tuviese que pelearla", canta él y rematan a dúo "Vivía los días solo por las noches / Me perdí debajo de las luces". La coda dramática del tema con cuerdas y un beat polirrítmico acentúan el clima tribulante del tema, como un viaje introspectivo en pleno éxtasis. El cruce de ambos es, al mismo tiempo, un sincretismo glam de la era analógica y la digital. El hombre de los anteojos brillantes y las luces de neón con la mujer de las mil formas y fragilidad de holograma.
Como si no fuera suficiente con toda esa información, "Babylon", la canción que cierra el disco, suma vientos. Allí, la cantante y actriz reniega contra los chimentos y propone Babilonia como lugar de escape, el destino idílico para todo el que quiera alejarse de los males de la urbe. "Esta música de verdad me curó", aseguró en la entrevista antes mencionada. Chromatica, el disco resultante de esa curación, evita la introspección y la autocompasión, y prefiere exorcizar con el cuerpo. Un viaje que Lady Gaga entiende es mejor no hacerlo sola, porque se lo pide su esencia y porque se lo pide el pop que lleva como bandera. Las penas se van bailando, y Lady Gaga lo sabe.
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