Abril de 2000 en Buenos Aires. "Los argentinos compran cada vez más por Internet", titulaba con sorpresa el diario Clarín en su tapa, mientras el gobierno de la Alianza se enfrentaba con el sindicato de los camioneros y Aníbal Ibarra y Domingo Cavallo debatían por TV antes de las elecciones a Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. En un caserón de Palermo, tres amigos y compañeros de aventura planean su mayor asalto: llenar dos estadios de River con sus huestes. Falta más de un año para que el país vuele por el aire y, junto con el corralito, llegue también la separación de los Redondos. Carlos "Indio" Solari, Skay Beilinson y "La Negra" Poli invitan a charlar con agenda abierta: el fenómeno en torno al grupo, la fama, el tiempo, el espacio, la obra y los shows más multitudinarios que hayan enfrentado hasta allí (fueron finalmente 140.000 personas entre las dos jornadas, la primera de ella con disturbios y heridos inclusive dentro del estadio, que obligó a la banda a parar el show y terminarlo con las luces encendidas). Una tertulia/entrevista que se prolongó por más de tres horas y que aquí reproducimos casi en su totalidad, a veinte años de aquella gesta que marcó el principio del fin.
"La que más trabajo tiene es Poli, porque hay que hacerse cargo de dimensiones que tienen otra característica, por más que ya hayamos hecho otros estadios. De movida había que hacer otras negociaciones porque el estadio ya estaba alquilado, la concesión la tenía Grinbank, e inclusive ellos tenían que consultar con la Comisión Directiva de River para ver si éramos un número potable o no. Pero para Skay y para mí todo se parece a lo que hacemos siempre. Ensayamos un poco antes y listo. Más allá de que en los últimos días da como una cosquilla. De movida suspendemos los ensayos una semana antes para no atosigarnos del sonido. Entonces estás en tu casa esperando que llegue el momento. Es como cuando te están por largar en el Columbia", dice Solari como disparador de una charla que se extenderá hasta la madrugada y que lo tendrá al cantante como principal orador.
Solari: Ahora, una vez que llegamos al estadio, es otra cosa. En general estoy más inquieto cuando estoy en casa. En el estadio me siento como en un lugar conocido. Todo lo demás son las inquietudes previas de lo que puede pasar extra a lo que uno tiene que hacer, que es subir y hacer nuestra gracia ahí arriba y hacer lo que buenamente podemos. Eso es lo que sabemos hacer y estamos medianamente tranquilos. En realidad, las inquietudes son más de los imponderables de la magnitud y la organización de todo esto. Que algo nos salga mal, que a último momento no se retrasen las cosas y tengamos que salir al rodeo sin una preparación normal para un estadio tan grande. Porque de acuerdo con quién, cómo y en qué circunstancias de la banda, siempre se presentan distintas características. Mientras que lo que hacemos con Skay, en ese sentido, es mucho más rutinario. Hacemos canciones, las grabamos, las ensayamos y las tocamos. Y bueno, cada tanto prendemos el loro y hablamos durante una semana con todos los medios y después nos volvemos a dedicar a lo que hacemos. Lo que hace Poli tiene variantes porque no siempre se trabaja con el mismo esquema.
Poli: Además que siempre hacemos un escenario diferente. Nunca hacemos el mismo, nunca repetimos. En esta ocasión, trabajar con Grinbank no fue complejo, porque ellos laburan muy bien todo lo que ya tienen aceitado. Lo que se refiere a la organización de los shows que han hecho. Tienen mucha experiencia en ese lugar. Entonces, cuando ya está probado, los accesos, los puentes, las rampas, todo es más sencillo. Porque el trabajo en sí es demoledor. Los estadios acá no están preparados para espectáculos. Hay que acondicionarlos para esas dos horas nada más, cambiar todo.
Solari: También lo que pasa acá, a diferencia de Estados Unidos por ejemplo, es que hay un montón de estadios que están preparados, pero con menor capacidad. Acá no hay muchos números que corran el riesgo de hacer un estadio como River. Aunque creo que hubo épocas de oro que sí. Serú Giran, Soda se despidió ahí, pero no es tan frecuente.
¿Estos shows podrían ser el puntapié para que finalmente hagan una suerte de gira nacional?
Solari: Eso está siempre. Lo que pasa es que no es fácil. En nuestro caso, al no estar fichados en una compañía, no tenemos gente que nos represente en distintos lugares, ni un equipo, ni nada. Generalmente van ellos (señala a Poli y a Skay) un tiempo antes a la provincia para ver los lugares, con qué personas hacerlo, la aceptación de las autoridades. Es una cosa compleja para una producción independiente. Y también uno acepta que hay diferentes composiciones sociales en la provincia.
Poli: Cuando vamos a un lugar nos encargamos de todo. No es que alguien compra el show. Nosotros hacemos todo.
Solari: Por ahí necesitamos un referente en ese lugar, para que haga afiches, los trámites burocráticos. Hemos logrado como una especie de estructura donde hay una parte artística y otra ejecutiva y de producción, pero que en realidad seguimos siendo nosotros tres. A ella le gusta estar discutiendo con los señores sobre las dimensiones del escenario pero no la veo con ganas de ir a la Municipalidad de donde sea y hacer la cola para la habilitación pertinente. Y esta es una excusa también. Porque hay un alto grado de haraganería. A la edad que tengo todo el asunto de los hoteles ya no lo disfruto como cuando era más joven, que siempre había un poco de bonche.
Skay: Nosotros hacemos la gira, lo que pasa es que demora cuarenta años (risas).
Poli: También se nos plantea el tema de si somos bien recibidos por las autoridades.
Solari: Cuando dice eso Poli, tiene que ver con si es bien recibido el aluvión de gente que siempre entra. Siempre hay entre diez, quince lucas que van de acá. Así como nos ha pasado cuando tocábamos en lugares más chicos, que entraba más gente al pueblo donde tocábamos que los habitantes que había, con todo lo que significa –se quedaban sin comida, sin bebida-, también el asunto es todo ese ingreso de gente que viene de distintos lugares y que hay ciudades y habitantes a los que no les gusta toda esa cosa invasiva que tiene un show de los Redondos.
Skay: Como siempre, hay gente a favor y en contra. En esa lucha, los grupos más conservadores, los que tienen el poder...
Solari: Claro, en realidad, el funcionario que está a cargo lo que no quiere son olas. Si todo pudiera ser llano y tranquilo... Nunca están a favor de que pase una cosa así.
Skay: Sin embargo, con 10.000 personas que entran en un lugar, el consumo se triplica.
Solari: Pero más que nada las trabas son con la administración. Ellos no quieren que haya zozobra e historias por resolver porque no les conviene.
¿Han podido ver de cerca esa invasión a las ciudades que llegan para tocar?
Solari: De vez en cuando, cuando las condiciones son posibles, recorremos con una combi la ciudad. Me acuerdo en Concordia, para mí es un placer ver a los chicos disfrutando, que se van un par de días antes. Otros de los cuidados que tenemos es convocarlos a un lugar que sea agradable. Que tenga camping, que tenga un río, algún lugar donde los chicos puedan estar a la espera del show, o que sea la excusa para pasar un fin de semana juntos, en un lugar lindo.
Poli: En Santa Fe acampaban en la plaza y nosotros pusimos baños químicos, a una cuadra del estadio de Unión de Santa Fe.
Solari: Y hay momentos... a mí que me toca esta calvicie tan llamativa, medio que quedo atrapado en el hotel. En esos lugares se tarda muy poco en saber en qué hotel estás. A veces nos alojamos en una ciudad cercana.
¿Esperaban el peregrinaje la primera vez que tocaron en San Carlos?
Poli: No sabíamos lo que iba a pasar cuando nos aventuramos a ir. Además, buscamos un pueblo en el medio de la nada. Y empezaron a llegar y quedamos sorprendidos.
Solari: A mí no me ha pasado, también depende de la historia personal, no he sido un tipo así, fan de alguien y de seguirlo a ningún lado. No me ha pasado. Entonces, no deja de llamarte la atención que algo en lo que estás involucrado, que uno genera, pase ese tipo de cariño, que le parece importante, a veces sin dinero, muchos kilómetros para hacerte una especie de aguante. Parece ser que en general no ocurre, no se si hay otro caso.
Generalmente, lo que uno tiene es lo previo... Un poco lo que nos ha llevado a ir cambiando de dimensiones no ha sido una intención propia, de nosotros tres, sino que tiene que ver con lo que pasó la última vez que tocamos. Cuando uno ve que excede el marco que tuvimos, que la gente queda afuera, cuando eso se repite una o dos veces, si uno no quiere generar situaciones jodidas, decide intentar con otra historia. El crecimiento que tuvimos siempre ha sido empujado por la gente. Había una circunstancia que ya no se podía dominar en los ámbitos que tocábamos y había que buscar un ámbito más grande. Y que en nuestro caso la solución siempre ha sido inventar esos lugares. El éxito de los Redondos ha ido siempre a contrapelo del éxito de los demás, o del fracaso de los demás, entonces nunca está aceitado un circuito de lugares que esté permanentemente en funcionamiento, que es lo que comparábamos con los Estados Unidos. Tal día toca tal y tal otro el otro. Eso acá no pasa y hay que ir inventándolos. De hecho, ahí aparecen estadios como Huracán y Racing, donde nunca se habían realizado conciertos de este tipo.
¿Hacer dos River los lleva hacia una posición de aun mayor popularidad?
Solari: No soy un tipo muy optimista, prefiero que me sorprendan gratamente los resultados. Esas son miradas medio históricas y ese tipo de visión se hace con posteridad. En realidad, yo no sé realmente, a pesar que todos son muy optimistas, lo que va a pasar. Creo que la gente así como te quiere, un buen día puede dejar de interesarse por lo que hacés y generalmente el último que se entera es el artista. Yo siempre utilizo la filosofía del guerrero: esperar lo mejor y prepararse para lo peor.
Poli: También buscamos River porque es un estadio muy seguro: las salidas, los accesos. Está todo muy bien resuelto en ese sentido.
¿No sienten nada en especial?
Solari: Lo que pasa es que para mí el show es el escenario, un ámbito tan propio que es lo que más he hecho en mi vida. Entonces para mí es un show que mi preocupación pasa nada más por que lo hagamos lo mejor posible. Todo lo demás, uno no lo puede controlar. Solo la promesa de seguridad, tratar que la circulación esté bien diseñada y todo eso, pero el comportamiento de las masas es una cosa muy difícil de controlar. Es relativo, depende del humor general, si justo esa semana hubo un acontecimiento que ignoramos cuál es y hay un malestar general y la gente está rechiflada por algún motivo y te tocó a vos ese fin de semana. Veo que sí, cuantitativamente, si va más gente que otras veces, será el show más importante que hayamos hecho. En cantidad, en cuanto a las dimensiones. Pero en realidad con respecto a lo que uno hace, uno hace lo mismo desde la época que tocábamos en un pub hasta ahora. El esfuerzo ha sido siempre el mismo, el interés también.
Skay: A mí lo que me pasa es que tengo muchas ganas de tocar. Y la banda está sonando como nunca y la última vez que tocamos fue en Mar del Plata, el año pasado.
Cuando llegaron por primera vez a Obras, se armó toda una discusión alrededor, ¿creen que pasará lo mismo con River?
Skay: Eso lo vamos a saber después.
Solari: Y en su momento, lo de Obras también fue de la misma manera. Para nosotros nunca tuvo una significación como de un lugar importante. Era un ámbito que tenía las características y la capacidad para meter el caudal de gente que nos venía siguiendo. Ya estábamos tocando en lugares para tres mil y pico de personas, Satisfaction y qué se yo. Y se armaba bardo porque había un montón de gente afuera, con la gente boyando empiezan los despelotes. Con respecto a la mítica oposición a Obras, nunca existió. En realidad lo que sucedía era que tenían un funcionamiento que, por distintos motivos, se daban de patadas con una producción independiente. Por otro tipo de intereses y no porque uno le adjudique a un espacio físico algo por lo que estar en contra o a favor. Para mí Obras o River, no significan otra cosa que el espacio físico que hemos elegido y que creemos que es el mejor para ese momento.
Poli: Ellos dijeron "ya coparon Mar del Plata, ya copamos Santa Fe, no nos rompan las pelotas que copamos River Plate". ¿Lo querían? Ahí lo tienen.
Solari: Ahora vayan. No es una joda del 28 de diciembre ni nada de eso, ¿no? Ahora no va nadie y que la inocencia te valga, Patricio (risas).
¿Prepararon algo especial para el show?
Solari: Vamos a hacer un recorrido de distintas épocas. Pivota un poco en Último bondi... porque nos quedamos con ganas de tocarlo. Lo tocamos cuatro veces, una de las cuales, la primera noche de Racing, se hizo complicado el asunto de las novedades técnicas que manejábamos y no sonó bien. Ya el segundo fue mejor y los de Mar del Plata estuvieron estupendos. No vamos a hacer todo Último y hay temas de casi todos los álbumes.
Skay: Hay algunas versiones nuevas.
Solari: En general cada vez que hacemos un tema de alguna época pretérita, le pegamos una especie de acomode a cómo tenemos ganas de hacerlo hoy. Arreglos, cambiarle un poco la cadencia y eso está bien porque le da una novedad al tema.
Skay: Los dos días van a ser shows diferentes.
Solari: "Preso en mi ciudad", "Motor Psico". No me acuerdo los nombres ya...
Poli: Pero sí las letras.
Solari: Hay una historia con las letras. Arriba del escenario no podés estar acordándotelas. Tienen que venir, pasar a través de uno. No hay tiempo para recordarlas. Y qué se yo, ya tengo unos cuantos años de letras y justo ahora estaba trabajando también las letras del álbum que va salir posiblemente a fin de año, entonces tengo algunos quilombos que estoy con los machetes en los ensayos. Generalmente estoy más o menos. Algunas me acuerdo y otras no, pero bueno, los años no vienen solos.
¿Imaginaban hoy, después de tantos años, estar componiendo un disco nuevo de los Redondos?
Solari: Me atrevo a opinar por los tres, pero creo que no. Insisto, las cosas te van pasando. Uno puede tener un montón de conceptos e ideales de los cuales no se quiere apartar y le dan un carácter a tu viaje. Eso es así. Poli por un lado tiene la mejor banda, porque es un grupo con un carácter especial, pero es también la peor para negociar, porque estamos llenos de manías. Que esto no queremos, que sponsors no queremos... Mientras que en realidad, en ese sentido, la mayoría de los grupos son más potables que los Redondos. Ese tipo de cosas uno las ha mantenido y a uno no le gusta hacer o no favorecen al plan que uno tiene. Pero, después, la contingencia, lo que sucede, realmente creo que nos ha ido sorprendiendo. A uno le va pasando las cosas y va viendo el crecimiento paulatino. Esto no es algo que explotó, como algunos grupos. Nosotros grabamos el primer álbum y ya llevábamos ocho años de banda. Y a partir de ahí, fue creciendo paulatinamente, porque no hubo una gran promoción demoledora de una compañía que te ubica y te posiciona en un momento determinado. Eso es diferente al shock que puede recibir alguien que de pronto estaba tocando una demo en su casa, sin saber dónde ponerla, y un buen día lo proyectan a un lugar donde el cambio es muy grosero. Pero en nuestro caso ha sido una sumatoria paulatina a través del tiempo. Ya es una banda que tiene... qué se yo (risas)... No me quiero ni acordar cuántos años pasaron.
Poli: Como 25 años. Lo tratamos de olvidar.
Solari: Por otro lado no sé si uno se ha ido sorprendiendo, pero si quita todo el transcurso de la cosa, creo que no teníamos ni idea. En realidad uno siempre disfrutaba de lo que estaba haciendo, eso parecía y era de una magnitud. Un escenario tiene la misma importancia, por más que sea gigante o chiquito. Por eso el rol de Poli tiene que ver mucho más en la adaptación, para ver en qué manera este grupo con todos sus planteos, sus mañas, y todas sus cosas, puede ir adaptándose a un circuito aparentemente resignado para otro tipo de números y no una banda independiente. Y ha nacido o se ha hecho de tal magnitud un poco del cariño de la gente. Por otro lado, también es muy difícil. Porque uno ve la historia y hay cosas que se han cristalizado como pensamientos básicos de los Redondos y en realidad nosotros cada dos por tres decimos, si hay gente que muda de dogmas más fácilmente que nosotros que me la presenten. Porque tampoco somos obsesivos... Hay cierta cosa, como cierta elegancia en la conducta que uno tiene, pero que tiene que ver con los ideales de la cultura rock básicos. Pero en realidad también uno va creciendo, absorbiendo otras informaciones, datos que aprenden, cosas que van modificando. Yo me acuerdo haber dicho alguna vez que el metrónomo no iba nunca a encausar... una de esas pavadas que uno dice. Te estoy hablando de hace mucho tiempo, cuando éramos una banda pagana, llena de gente. En un reportaje, no me acuerdo cómo lo dije, pero era como que nunca el acto pagano y orgiástico iba a ser dominado por un metrónomo. Y hoy estamos tocando con secuencias.
Poli: Este es un plan de amigos.
Solari: Algo que me gustaría aclarar, porque el otro día dimos un reportaje para Clarín y por más que los chicos que lo hacen tienen muy buena voluntad, cuando uno graba seis horas y tiene diez minutos de lectura, es muy difícil... Sentí como que había salido con los tapones de punta a decir cosas que parecen ser que uno necesita decirlas y en realidad fueron producto de una conversación de seis horas y que están dichas de distintas maneras. Termina siendo fundamental lo que uno dijo periféricamente y de otra manera. Lo de Los Ratones Paranoicos fue una complicidad del periodista. Yo lo dije de otra manera, no lo vinculé con el nombre de nadie. O eso que nosotros tres somos los Redondos. Los Redondos es la gente. Más allá de que las decisiones las tomemos nosotros tres. Hemos dado el ejemplo, hace muchos años, del sulky este donde venimos nosotros tres y vamos incorporando gente que sube y se apasiona y se queda para siempre o durante mucho tiempo. Hay otros que se aburren como el amigo Willy Crook, que tienen una época y después les gusta cada tanto volver, y lo único que nosotros pedimos es que si alguien cree que el sulky tiene que cambiar de rumbo, que lo conversen con nosotros, que nos convenzan. Pero no nos gustan aquellos que se suben y de pronto le pegan al látigo y nos quieren arrastrar a otro lado porque con el sulky venimos nosotros tres. Por eso también hay gente que es debut y despedida, hay gente que dura un tiempo, después se va y vuelve a estar invitada y hay gente que perdura muchos años. Pero en realidad los Redondos es la gente, nosotros tomamos las decisiones con respecto a los planes a seguir.
Siempre aparezco como alguien que todo el tiempo está dando normativas de vida. Odio esos reportajes donde parezco que estoy dando el salmo, diciendo cosas, y en realidad eso se ha dicho con mil dudas, entre risas, a lo largo de la noche, al poco rato volvimos a hablar del tema y aclaramos de otra manera. Y todo eso se pierde en la edición y queda uno como un tipo con El libro gordo de Petete diciendo boludeces. Eso no deja de incomodarme, sobretodo porque puede incomodar a terceros. No me interesa mucho esto de la confrontación con Mengano, con Zutano, no me agrega nada. Me interesa comprar sus discos, escuchar su música, pero no me interesa si su personalidad es más valiosa que la mía o si yo soy más vivo. Cada uno carga su personaje en la obra y yo tengo el testimonio de eso a través de la riqueza de la obra, ya sean canciones, películas o lo que mierda fuera. Después, todo lo demás creo que se ha transformado hoy en una especie de marketineo, de ver de qué manera podés moverle el culo a una sociedad que está acostumbrada a que la única cosa que le mueve el culo son la masacre de Ramallo, o cosas fuertes... La gente termina haciendo también cosas fuertes.
No me interesa tanto lo que hace la gente con su personalidad pública. Hay gente a la que le interesa el artista existencial, pero a mí no. No es una cosa que me atrape. En comparación con el cine, me gusta más la escuela de la comedia italiana, que juega y hace su fantasía. Fellini, Mastroiani, Giannini, en realidad se cagan de risa del método norteamericano de meterse en un loquero para aprender cómo son los locos y qué se yo. Más vale ponerse una papa en la boca y hablar así para componer un personaje, pero no operarse o engordar 200 kilos para ser un boxeador retirado. Creen mucho en el poder de ficcionalizar del actor. No me atrevería a compararme con eso, porque hablar de arte suena muy pomposo. Pero lo que hace uno son obras populares, o como carajo quiera uno describirlas, pero creo que los métodos son lúdicos y no existenciales. Generalmente nuestros álbumes tienen una especie de sustrato, concepto o como sea, que si uno cada vez que lo modifica se tiene que transformar en el monstruo que lo genera, bueno, la personalidad de uno sería un caos. Y no es lo que a mí me interesa sino la opción del artista como ficcionante, como generante de fantasías e imaginación y no que tenga que pagar con su vida la obra. Sobretodo porque prefiero la obra. Por eso prefiero los artistas vivos, no que una obra le cueste la vida. No me agrega mucho eso porque no tengo vocación de martirio y no me interesa emular la obra de alguien que se murió, porque la obra se lo comió.
Mi vida ha pasado por otros lados, tiene otro tipo de formación, de situaciones en las que uno está metido. Entonces ni siquiera le doy una validez mejor al camino que ha adoptado, simplemente estoy diciendo todo el tiempo qué es lo que a uno le pasa. Después, si una persona para escribir una canción tiene que matarse con morfina... no tengo nada que opinar.
En tu discurso siempre parece haber lugar para criticar al periodismo...
Solari: Hay una deformación de la poesía y de la historia que se hace para lograr el estilo, la construcción literaria de la nota, donde se hace una ficción. Por eso creo que el periodismo es un género de ficción. En la búsqueda del estilo, no aparece la verdad sino la realidad periodística. No me gusta esa imagen avasallante que pareciera que uno tiene una incontinencia por ciertas cosas. Da la impresión de un monstruo que yo no soy (risas). Pasa muchas veces.
Hasta un reloj descompuesto da la hora bien dos veces por día, entonces hasta a nosotros se nos pueden ocurrir cosas ingeniosas. En la charla se dijeron varias cosas ingeniosas, pero hay que tener cuidado al presentarlas porque, si no, uno parece un boludo que quiere ser ingenioso todo el tiempo, y no es así. Cualquiera que me conozca por las revistas, y disculpame, estoy seguro que tiene una idea mía totalmente diferente. Tremendos boludos como nosotros sabemos que una gestualidad más austera, un silencio, quizás mejora tu magnetismo físico. Pero yo no tengo ganas de hacerlo, no me interesa. Cuando prendo el loro, lo prendo. Pero hay que tener en cuenta eso.
¿Cómo viven el fenómeno que existe a su alrededor? ¿Qué les pasa cuando se cruzan con un pibe temblando por los nervios y les pide una foto?
Solari: He tenido acceso a la intimidad de gente significativa o interesante, pero siempre para mí ha tenido la dimensión de aquella cosa por la cual es significativa. Después, el resto de las cosas, su intimidad, todo eso que hoy parece que viste mucho la obra... Nunca me pasó de estar nervioso delante de alguien por el solo hecho de que pinta bien o hace buenas películas. Sí admiro una peculiaridad de su vida, un momento de su vida, pero no tiendo a idolatrar. De movida porque no me gusta sujetar a nadie. La sujeción a eso es peligrosa, entonces no me interesa sujetar a nadie a ese lugar incómodo que es el de la persona que tiene que levitar medio metro y es capaz de cualquier cosa. El fenómeno existe, esas cosas suceden, más allá de los Redondos existe con un montón de gente, con Mirtha Legrand, con cualquiera, hay toda una imaginería popular que deposita en esa personalidad pública todo esto. Ahora, soy de los que creen que uno no debe entusiasmarse tanto con la personalidad pública como para invertir la vida en eso y tratar de copiarle, porque de movida es el diseño demente de miles de personas, que te quieren ver mejor de lo que sos... Sobretodo en este caso que hay mucho cariño de por medio, hay como una representación vital de sus vidas por lo que hacemos, las canciones, o lo que carajo fuere, entonces es muy fácil proyectar en la estampita virtudes que uno no tiene. Que nadie sabe de las miserias y los egoísmos que soy capaz.
En realidad la calidad del cariño no me jode, la cantidad es a lo que uno no está acostumbrado. Cuando miles de personas te quieren, en cualquier circunstancia, vas a un restaurante, vas al cine, llega un momento que es incómodo. No se le puede explicar esto a todos los que te llaman por teléfono, te dejan cartas, te dejan casetes para que opines de su música, o preguntándote en un bar cosas que alguien rescató de una letra que tiene que ver con su historia personal. No se puede. Si no, tu vida tendría que estar dedicada a eso y no es lo que quiero.
Entonces lo vivo a veces con cierto fastidio. A mí me pasa eso, hay gente que se maneja muy bien con su personalidad pública. No me gusta estar todo el tiempo asediado, de movida soy medio claustrófobo. Que la gente te vigile todo el tiempo no es una cosa ideal para mí, ha restringido mucho mis salidas. Salgo a otros lugares, Nueva York, Uruguay.
Creo que uno siempre tiene un debe y un haber en su vida. Y por otro lado siempre tiene un dedo y una vena en su vida. Y a no ser que tenga una vocación suicida trata de elegir lo que cree más conveniente. Si fuera tan fastidioso como para arruinarme la vida, mando todo a la mierda y me voy a pescar truchas al sur o cualquier otra cosa. Lo que pasa es que, en mi deber, por otro lado, está todo ese cariño, esa cosa difícil de describir o comprender, que te excede y te permite hacer lo que querés con total libertad. Para una producción independiente, la única forma de hacer lo que querés y cómo querés, es con que la gente vaya y compre los discos y las entradas. El día que eso se acaba, se acabó.
Por un lado lo padezco porque me gustaría tener la libertad que tiene cualquier persona para ir a comer a algún lado y que no te jodan. No me sale el maltrato, porque hay artistas que se manejan mejor maltratando a la gente. Tampoco porque casi todas las libertades que tengo en la parte creativa se la debo al cariño de esa gente, así que no tiene gollete andar poniendo cara de ojete.
El anonimato, sobretodo para gente que se formó en el tiempo que se formó uno y se acostumbró mucho al anonimato, no es lo mejor que te puede pasar. En realidad para mí lo mejor sería una cosa imposible, que la gente me fuera a ver a River y que después nadie me diera bola. Y al parecer eso no se puede.
¿Esa postura no creés que agigantó el mito o la imagen de intocable?
Solari: No sé... La vida está pasando todo el tiempo en este momento. Uno tiene derecho a dudar hasta de uno mismo. Pero no recuerdo sinceramente un grado de conciencia con respecto a eso. Sobretodo porque siempre me ha sorprendido que los chicos tiemblen cuando se acercan a sacarse una foto. No recuerdo haber alimentado esa imagen. No tengo la vocación de generar algo que por otro lado, como dije, resulta fastidioso. Como no tengo vocación de mártir, trato de no obrar en mi contra. Si yo pudiera evitar todo eso, sería mejor. Pero no way.
No quiero ser tan certero en decir: nunca, en el sentido que tampoco me acuerdo qué pensaba hace quince años. Pero en realidad no hay una vocación de acrecentar el enigma y todo eso. Lo único es que como creo en la obra en sí, por sobre todas las cosas, creo que no tengo mucho que agregar. Soy de muy buena voluntad cuando prendo el loro. Lo prendo cuando me interesa, cuando necesito promocionar algo, porque sinceramente no tengo nada que agregar.
Creo sinceramente que la personalidad de uno desmerece un poco y desprotege la obra. El carácter enigmático, misterioso y detonante de la obra, está mejor protegido si uno no compite con la obra.
Lo que sí creo es que en el momento donde todo el mundo parece competir con su personalidad pública, donde todo el mundo necesita estructuras que han condicionado a los artistas a eso -tampoco hay muchas producciones independientes a las que las cosas les hayan pasado de esta manera-... Entonces se ve como una perla en las cenizas, como una cosa rara, gente que no le guste ir a la televisión o gente que no quiera prender el loro todo el tiempo, pero uno lo vive como que es así. No tengo muchas cosas que agregarle a Último bondi, creo que uno debe estar reflejado a través de su obra y que es mucho más rico si no le agrega condimentos personales que lo disminuyan.
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