La ONG que pasó al frente de la causa cannábica
Valeria Salech acaba de salir de una reunión con un diputado catamarqueño, al que trató de explicarle los beneficios del aceite de cannabis en pacientes con epilepsia refractaria. Emiliano, el hijo de 10 años de Salech, dejó de hacerse pis en la cama, de golpearse la cabeza contra la pared y, sobre todo, de tener convulsiones gracias a la marihuana medicinal. “Los anticonvulsivos dejan a los chicos muy tontos; la planta, en cambio, corta esa deshumanización”, dice. “Pero es difícil que los funcionarios lo entiendan: los tipos te reciben con la virgen arriba del escritorio...”
En abril, esta maestra de yoga de 42 años se puso al frente de Mamá Cultiva Argentina, una ONG que presiona por la despenalización del cultivo de marihuana con fines medicinales y nuclea a un grupo cada vez más grande de madres con hijos epilépticos que producen su propio aceite: según los cálculos de Salech, ya hay unas 500 mujeres plantando, y la iniciativa empieza a replicarse en ciudades como Rosario y Mar del Plata. “Cuantas más seamos, mejor”, dice. “Porque si a alguna la allanan, necesitamos tener back up.”
En mayo, el mundo cannábico le cedió a Salech el protagonismo en la Marcha Mundial de la Marihuana, que juntó a más de 100.000 manifestantes en Plaza de Mayo, y al día siguiente su cara estaba en todos los noticieros y en la tapa de Clarín. “No sabés cómo me cagué de risa de mi marido”, dice. “El va a las marchas desde hace años, y nunca salió en ningún lado. Yo le dije: ‘Todo eso por lo que ustedes pelearon, lo vamos a conseguir nosotras’.”
En los últimos seis meses, Salech tuvo más de 70 reuniones con diputados, asesores y operadores políticos varios. No les pide permiso para cultivar: les exige que se ajusten a la realidad. “Esto está pasando”, dice. “Si nosotras estuviéramos como en Breaking Bad, en un laboratorio improvisado, qué sé yo… ¡Pero es una planta! Le saco el extracto yo solita en mi casa.”
El mes pasado, la lucha de Mamá Cultiva sufrió un revés cuando el Gobierno, en una actualización monetaria de la Ley 23.737 que pena el cultivo, no contempló excepciones para usos medicinales. Otra oportunidad perdida. “Mientras Patricia Bullrich se mantenga firme en esa postura, nos van a seguir franeleando con que ahora por lo menos permiten la investigación”, dice Salech. “¡Y a mí me importa tres carajos la investigación! Esa barrera ya la transgredimos, nosotras. Vamos en contra de todo lo establecido. Rock & roll, ¿entendés?”
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