La expansión del Ni Una Menos, el nuevo mapa de poder y los archivos desclasificados del kirchnerismo. ¿Cuánto cambiamos este año?
Contra la violencia machista
El asesinato de Lucía Pérez –marplatense de 16 años, fana de los Redondos, violada y empalada por dos hombres– fue el crimen que detonó la segunda gran manifestación del movimiento Ni Una Menos, esta vez con el agregado de una nueva consigna, simple y directa: “Vivas nos queremos”. En octubre, en el lapso de 17 días, hubo otros 18 femicidios. La marcha masiva e histórica del 19 de octubre fue complementada por un paro inédito, en reclamo de leyes de igualdad de género en ámbitos laborales. Uno de los efectos políticos de este estado de debate sobre cuestiones de género fue la instauración de la Ley de Paridad (que contempla la reserva de la mitad de los cargos públicos para mujeres) en la provincia de Buenos Aires.
La detención de Milagro Sala
“La policía de Gerardo Morales me está deteniendo, esto es como en la dictadura”, tuiteó el 16 de enero, en vivo y directo, la dirigente Milagro Sala, jefa absoluta de la organización jujeña Tupac Amaru y diputada por el Parlasur. Metáfora de la deskirchnerización encarada por Cambiemos, Sala está presa desde aquel día. Originalmente la detuvieron por haber acampado frente a la gobernación, a cargo del radical Morales. Sala protestaba contra el nuevo reparto de subsidios, que dejaba afuera a la poderosa Tupac (tercera empleadora de Jujuy). A los 10 días, el gobierno de Morales agregaría otras causas (asociación ilícita, extorsión y fraude), con el objetivo de mantenerla encarcelada. En octubre la ONU dijo que su detención era “arbitraria” y reclamó su “inmediata liberación”, lo que partió aguas puertas adentro del Gobierno.
La visita de Obama
Casi 20 años después, un presidente de Estados Unidos volvió a visitar Argentina. Si bien George W. Bush había venido a Mar del Plata en 2005, aquel viaje se dio por la recordada Cumbre de las Américas (en la que Hugo Chávez recitó su “¡ALCA, ALCA, al carajo!”), y no por una reunión bilateral. Carlos Menem fue anfitrión de Bill Clinton en 1997, y ésa fue la última vez. En adelante, sobre todo de la mano de los Kirchner, se impondría un clima de sospecha ideológica mutua con Estados Unidos. En marzo, la llegada de Barack Obama selló el pasaporte del cambio de época: “Macri es un ejemplo para otros países de la región”, afirmó un Obama cerca del fin de su mandato y cuando todavía confiaba en la opción de un sucesor demócrata. Esos mimos todavía no se tradujeron en la lluvia de inversiones pronosticada por el Gobierno.
Los bolsos de Lopez
En un homenaje no buscado al cine de Scorsese o de Alex de la Iglesia (o una cruza de ambos), un ex funcionario fue detenido de madrugada, mientras intentaba esconder bolsas con casi nueve millones de dólares en un monasterio del conurbano bonaerense. Había llegado solo arriba de su Chevrolet Meriva; estaba alterado y tenía un fusil semiautomático. José López, secretario de Obras Públicas durante los 12 años kirchneristas y mano derecha del ex ministro Julio de Vido, fue capturado el 14 de junio. Su detención (todavía está preso en Ezeiza) fue un golpe difícil de asimilar para el kirchnerismo, con consecuencias incómodas desde lo judicial pero también desde lo político. El Lopezgate a su vez profundizó la dispersión peronista.
Fondos buitre
El miércoles 16 de marzo a las 8.23 de la mañana, el Gobierno anotó uno de sus goles políticos más importantes: con los votos del massismo, el peronismo no kirchnerista y un sector de la centroizquierda, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto para pagarles a los fondos buitre todo lo que reclamaban. Dos semanas después, la sesión en el Senado sería un mero trámite. Y en abril, el Gobierno giraría 9.300 millones de dólares a los llamados holdouts, amparados por el juez neoyorquino Thomas Griesa. Así, a 15 años de la cesación de pagos de la deuda externa en 2001, Argentina empezó a salir del default. En parte para pagarles a esos fondos, el macrismo tomó deuda por unos 50.000 millones de dólares. Esa decisión generó algunas voces de alerta sobre la (in)sustentabilidad de la vía.
Tarifazos
La Corte Suprema sorprendió a la primera plana del Gobierno, que esperaba un fallo mucho más amigable. En agosto, la Corte anuló los tarifazos a las boletas de gas y le ordenó al macrismo que, antes de autorizar nuevas subas, organizara audiencias públicas. El aumento a los servicios de luz, gas y agua (presentado como una simple, inevitable y técnica quita de subsidios) fue una de las medidas más resistidas a lo largo del año, al punto de que generó una ola de reclamos y amparos judiciales. El malestar se potenció a la luz de una decisión anterior: fijar retenciones cero para las exportaciones mineras y agrícolas (salvo para la soja). Sin buscarlo deliberadamente, el fallo de la Corte le ofreció al macrismo una salida elegante, para un tema en el que estaba trabado.
Panama Papers
A cuatro meses de haber asumido, Mauricio Macri protagonizó un primer sofocón de alcance internacional. Su nombre apareció en una larga lista de políticos, empresarios y celebridades mundiales que usaron los servicios de la firma legal panameña Mossak Fonseca. ¿Con qué objetivo? Esconder o disimular su riqueza en paraísos fiscales. La empresa ayudaba a sus clientes a lavar dinero, evadir o eludir impuestos. Según los documentos filtrados, Macri fue director y vicepresidente de Fleg Trading, una offshore radicada en Bahamas, activa entre 1998 y 2008. El Gobierno minimizó el asunto y explicó que el presidente nunca tuvo acciones de Fleg. Por no haber consignado el dato en su declaración jurada, Macri fue imputado en una causa. Pese al impacto inicial, el macrismo logró correr a los Panamá Papers de la agenda.
El año despues de CFK
Cristina Kirchner trató de hacer virtud de sus problemas. Así fue que convirtió su declaración judicial, citada en la intrincada causa sobre la venta de dólar a futuro, en una misa de aguante político. El miércoles 13 de abril, en un acto semiimprovisado en las puertas de Comodoro Py, evidenció que su famoso núcleo duro (principal capital y lo único que mantiene con vida al kirchnerismo) no se conforma con algún reemplazo peronista. En mayo, el juez Claudio Bonadío la procesaría y embargaría por 15 millones de pesos. Y en otra causa se la investigó por corrupción en la obra pública y sumó otro procesamiento. Pese a la amenaza constante de la detención, sumada al desfile de ex funcionarios kirchneristas por Comodoro Py, un 25% de la sociedad quiere que CFK sea candidata en las legislativas. Y ella alimenta esa posibilidad.
El Papa político
Francisco sigue con interés la actualidad argentina, vía llamados, medios y reuniones. Es jesuita y hace un culto de la austeridad. Por fuera de la estructura eclesiástica, muchos de sus amigos le cuestionan al macrismo su supuesta falta de sensibilidad social. En algún encuentro privado él deslizó un comentario crítico, que fue convenientemente filtrado a la prensa. En febrero, el primer cara a cara entre Francisco y Macri fue tan breve como frío. Ese encadenado de indicios, sumado a la crisis de liderazgos opositores, alcanzó para construir un Papa antimacrista. Se trata de una exageración que ni siquiera molesta del todo al Gobierno, por el simple hecho de que Jorge Bergoglio no se presenta a elecciones, ni recomienda a quién votar. Al menos no de forma explícita.
La provincia de Vidal
Si Mauricio Macri cierra su primer año como presidente con algunas abolladuras, María Eugenia Vidal se mantiene intacta: su imagen positiva sigue alta, incluso por encima de la de Macri, y no hay dirigentes opositores que se animen a castigarla abiertamente. En octubre anunció una reforma del Sistema Penitenciario Bonaerense, que incluyó el desplazamiento de su primera línea. “Se terminó el autogobierno”, prometió. Además impulsó una purga en la policía: obligó a los comisarios a mostrar su patrimonio, y le sacó a la Bonaerense el manejo de sus cajas. La fuga de los autores del triple crimen de la efedrina, quienes fueron detenidos en enero, se había dado con la complicidad de la cúpula del servicio penitenciario. Así lo denunció entonces la gobernadora.
Andrés Fidanza
LA NACION