Andrés Parra, sobre El Comandante: "Si logro que alguien me diga 'así hablaba Chávez', mi trabajo está hecho"
El colombiano habló con LA NACION sobre la serie inspirada en la vida del mandatario venezolano, que estrena esta noche, a las 22, por TNT
Andrés Parra se saca el bigote y deja la libretita de Pablo Escobar para sumar el refranero del llano y los discursos viscerales de Hugo Chávez. Es que al colombiano le gustan los desafíos fuertes y reales. Está terminando de grabar El Comandante, la serie que cuenta la vida del ex presidente de Venezuela (podrá verse desde esta noche, a las 22, por TNT). Son las 11 de la mañana en Colombia y Parra está en un descanso. Hace poco reprodujo el momento en que Chávez dijo que en la ONU "olía a azufre", después de que hablara George Bush. Faltan dos semanas para que se despoje del traje del ex mandatario y días para el estreno de la serie que, si bien no será una biopic sino una historia inspirada en ese personaje, narrará la vida del bolivariano desde su infancia hasta su muerte en 60 episodios.
Para convertirse en Chávez, Parra tiene que pasar por un proceso "muy incómodo", según cuenta en una conversación telefónica con LA NACION. Entre tres personas se encargan de recrear la cara con una prótesis de una sola pieza que va desde los ojos hasta el final del cuello. La pegan y después afinan los bordes. "Es una tarea casi de escultor", dice. Cuando ya está lista la máscara, Parra cambia de color de piel, de ojos y de pelo. También le ponen esponjas en la nariz para tratar de ensancharla, le suman la verruga en la frente e intentan separarle los dientes de abajo. El final del proceso, que dura casi cuatro horas, son los brazos, las manos, el cuello, una faja de espuma y una botarga. Pero el verdadero final es cuando llega a casa, luego de 12 horas de trabajo, donde se da un baño de agua caliente, se pone crema y un antialérgico. Hace ocho meses que repite esta rutina. Lejos de sentir una crisis de identidad, Andrés reconoce que al mirarse al espejo está más preocupado de que esté todo en su lugar, que en no verse como Chávez.
El ex Patrón del mal pasó meses estudiando a Hugo, incluso hizo un perfil psicológico, luego de contestar más de 400 preguntas. Leyó biografías, libros y oyó miles de discursos, viajó a México en varias oportunidades, hizo cientos de pruebas de maquillaje, se reunió con periodistas e historiadores venezolanos y hasta recurrió a una maestra para conseguir "colocar la voz" como la del venezolano. "La voz de Chávez es bastante difícil", reconoce Parra. Pero después de dos meses de estar rodando, un día sintió que lo había logrado y, desde entonces, la voz de Chávez le sale -a su criterio- más natural y de manera inmediata. Las escenas de los discursos se graban más de una vez. Hay veces que tiene que repetir enérgicamente las mismas palabras ocho veces en un día. Para eso fue necesario cuidar su voz, ejercitarla y recurrir al jengibre.
-Después de estudiarlo, ¿qué descubriste de Chávez como personaje?
-Yo era ignorante en el tema. Lo que sabía de Chávez era lo que llegaba a través de los medios de comunicación; y llegaban sobre todo las noticias polémicas y escandalosas. También cosas que me había contado mi cuñada, que es venezolana. Pero más allá de eso, ha sido revelador, porque uno no se imagina todo lo interesante que hay detrás del personaje. El solo hecho de ver el viaje del niño de Barinas a convertirse en Hugo Chávez, eso lo hace muy interesante. No es normal que un niño de un pueblo humilde termine convertido en uno de los políticos más importantes de la historia de América latina, equiparable a Fidel Castro. No es normal. También descubrir el Chávez humano y político.
-¿Y de su perfil más humano?
-Chávez era un tipo con un tremendo sentido del humor, histriónico, teatral, transgresor, no le gustaba el protocolo. Toda esa creatividad del hombre de granero, del llano, lleno de refranes adentro de un traje presidencial... Yo creo que Chávez supo aprovechar eso para conectar con su pueblo. Es un personaje muy interesante independientemente de si uno está de acuerdo o no. Esto lo hablo desde la óptica de actor, de Andrés. Cuando uno toma la decisión de interpretar un personaje de este estilo, no dice hizo bien o mal. Si no lo que está pensando es "¿Hay un personaje o no?" "Sí, hay un personaje" "¿Profundo?" "Sí, muy profundo". Uno no puede entrar en ese juego moral, sino no podríamos actuar. Nosotros no podemos ponernos a juzgar un personaje a la hora de trabajar, sí en nuestra vida diaria, en nuestro ambiente familiar.
-¿Sentís responsabilidad de encarnar personajes reales?
-Es muy dificil, claro. Es más miedoso, tiene uno mucho más peso encima, porque es un personaje real. Es una responsabilidad gigante, porque los personajes reales lo ponen a uno en muchos más problemas. Hay una enorme expectativa por parte de la gente, si es un personaje histórico con más razón, uno tiene el reto además de tratar de hacer una interpretación creíble parecerse a este personaje. Aquí la idea era poder ver lo más cercano posible a Hugo Chávez, no era una insinuación, no era que el personaje tuviera otro nombre. Hay mucha más presión y más trabajo. Si logro que alguien me diga "así hablaba Chávez", ahí mi trabajo está hecho.
-A Escobar dijiste que lo odiaste y amaste, ¿qué te pasó con Chávez?
-He sido inmensamente feliz representando a Chávez, porque creo que después de mucho tiempo logré tener unas condiciones de trabajo realmente maravillosas. No he tenido realmente ningún tipo de conexión personal con el personaje. Creo que puede ser, quizá, madurez, pero no, no he sentido amor, ni odio. No he sentido nada.
Más allá del personaje
Parra decía en una nota vía Periscope días antes que lo había "gozado" y "sufrido" pero que lo que la miniserie le dejó fue una gran decepción en la política. "Salgo mucho menos ingenuo y mucho más claro y consciente de los distintos actores que juegan, de cómo funciona la política, el papel de la prensa en la política, cuál es el papel de las corporaciones, de la Iglesia, del deporte, del mundo del entretenimiento", había dicho el actor, que decidió ser Chávez para dejar de ser Escobar.
-La serie está generando muchas repercusiones antes de salir (Nicolás Maduro y la ex esposa Marisabel Rodríguez se manifestaron en contra), ¿pensás que esta historia puede abrir el debate?
-Yo no tengo ni la menor idea de qué va a pasar. La televisión está llena de incertidumbre, y este proyecto también. Porque es actual, porque genera unas pasiones totalmente desbordadas. Quizá tenga una pista de lo que va a pasar fuera de Venezuela, pero dentro, no.
-Si pudieras elegir otro personaje histórico, ¿quién sería?
-Me llamó mucho la atención hace unos meses el tono de voz de Franco. Pero tampoco estoy viendo ahora qué. Digamos que yo quiero seguir en la línea de los personajes que me llaman la atención. Si no son históricos, a mí me interesan los personajes que de alguna manera uno pueda sentir un espejo hacia la gente, un personaje triste. Me gustan los personajes duros o la comedia, los dos extremos.
-Hace poco dijiste que te había gustado El último Elvis, ¿te gustaría un personaje así?
-Esa película refleja perfecto los personajes que a mí me gustan cuando nos son históricos: la frustración, la soledad, la miseria humana. La historia del protagonista es tétrica, es terrible. Creo que de alguna manera esa película me respondió la pregunta de porqué quería ser actor. Yo creo que después de ver esa película encontré esa respuesta, por ese tipo de personajes, que invitan a la reflexión, que lo llenan a uno de preguntas dolorosas.
Parra tiene que seguir trabajando, más allá de la escena en la ONU, él quiere contar cómo vivió Chávez la noche anterior al discurso. La que le interesa es mostrar "la intimidad" y llegar a entender qué cambió al personaje que arranca diciendo "no quiero ser protagonista" y termina convirtiéndose en Hugo Chávez.
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