Qué es de la vida de Andrea Carballo, la "María Teresa" del corto que se hizo viral
Fue protagonista de un cortometraje que se volvió viral, aún cuando el concepto de viralización no se aplicaba del modo en que hoy lo hacemos. Ni una sola palabra de amor, el video dirigido por El Niño Rodríguez, fue un verdadero fenómeno que llegó a noticieros, portales, tapas de diarios, redes sociales y mesas familiares: en agosto de 2013, todos hablaban de la insistencia de María Teresa dialogando con un contestador telefónico, tratando de derribar la gélida indiferencia de Enrique.
Andrea Carballo fue la actriz encargada de personificar a la mujer que transitaba una "montaña rusa de sentimientos", que iban del pedido amable a la desesperación, el enojo, la decepción y la resignación. Ella sola, frente a una cámara fija, le dio expresión a cada llamada que había registrado ese contestador que un amigo del realizador había comprado en un mercado de pulgas tiempo antes.
"Lo pienso y no puedo creer lo que pasó", le dice ahora a LA NACION, casi 5 años después de que el corto se publicara en YouTube. "Nadie sabe por qué se produce un viral, más allá de perros, gatitos y bebés. Pero que María Teresa y Enrique hayan aparecido, que estuvieran juntos y que se lo tomaran así de bien, que fueran tan divertidos y frescos, fue increíble. Me impactó mucho, fue un hecho con algo de fantástico en mi vida. Realmente extraordinario", asegura.
Una semana después de filmar el corto, en 2011, Andrea hizo las valijas y cruzó el Atlántico. Primero se instaló en Madrid, luego en Barcelona. "No era muy consciente cuando me fui de que me estaba yendo. Me fui un poco a probar, con una valija bastante grande, con muchas ganas, pero no sabía que iba a pasar", recuerda.
La habían invitado al estreno de Carne de neón, la película de Paco Cabezas en la que había trabajado. También tenía por delante el rodaje Los diarios de Juan Bushwick, opera prima del español David Gutiérrez Camps. "Todo fluyó mucho, porque llegué, filmé esa película, conseguí representantes, me enamoré... Pasaron cosas que hicieron que mi vida diera un vuelco tan grande que no pude resistirme", cuenta. Barcelona es ahora su lugar de residencia, aunque regresa a Argentina dos o tres veces al año, a veces por trabajo y otras simplemente por placer.
-¿Qué te trajo esta vez a Buenos Aires?
-Vine a filmar una película que se llama 36 horas no duerme, dirigida por Néstor Mazzini. El protagonista de la película es César Troncoso, y yo interpreto a la ex mujer, Erica. Es una historia que trascurre en 36 horas y que tiene un tono muy naturalista. No es una comedia ni un drama, es algo costumbrista en un punto, pero también visualmente dinámica.
-¿Cómo elegís un papel, un proyecto del que querés formar parte?
-Suelo investigar los trabajos previos de un director, pero el 70 por ciento está ganado por el guión. Si el guión me gusta y me convence, me pasa algo ya... Me visualizo ahí, me da como cosquillas en la panza y eso me da la pauta de que me interesa participar.
-¿Recibís muchos buenos guiones?
-Más o menos... Pero me siento muy afortunada de tener trabajo como actriz, por lo que intento trabajar lo más que puedo y verle el lado bueno a todos los guiones que me llegan. Me costó mucho tener trabajo como actriz, luché mucho por llegar a este punto, y esta posibilidad vino de la mano de dos proyectos del under, de gente que recién empezaba. Uno fue Ni una sola palabra de amor y el otro Lo que haría, un corto dirigido por Natural Arpajou. Esos dos trabajos me hicieron entender que hay que confiar en las propuestas de directores nóveles que llegan, porque nunca sabés qué puede pasar.
-Te incorporaste en la segunda temporada de Las chicas del cable para componer a Alex, una villana. ¿Cómo llegó esa posibilidad?
-Me contactaron mientras estaba filmando en El Bolsón una película que se llama El otro nombre, con Esteban Lamothe y dirección de Natural Arpajou. Estaba en la última semana de rodaje y me llamaron diciéndome si podía ir al otro día, a una reunión en Madrid. Les expliqué que estaba un poco complicada, pero les pedí que me esperaran (risas). Yo había hecho casting para la primera temporada, para interpretar una de las protagonistas; en ese caso, iba a tener que hacer el acento español, pero finalmente me convocaron para incorporarme en la segunda temporada y hacer de argentina.
-¿Crearon para vos el personaje?
-No creo... En realidad, estaba previsto que entrara Ernesto Alterio y seguramente tenían registro de ese casting del que había participado, y por eso me volvieron a convocar. Ni bien terminó el rodaje de la película, me fui derecho a Madrid. Aterricé, me vistieron de años 20 y me dediqué a filmar.
-¿Cómo es trabajar en esa estructura y con semejante producción?
-Está buenísimo, era como estar en un sueño. Estaba maravillada y muy contenta de poder enganchar un trabajo con otro, que es algo que no siempre sucede. No había visto la primera temporada de la serie, así que me la devoré durante el vuelo como para estar en tema. Tuve un recibimiento divino de parte de todo el equipo, las chica son divinas, muy profesionales. Fue muy gratificante.
-¿Qué repercusiones tuviste por parte del público, al componer a una villana?
-De todo un poco. He recibido mensajes muy amorosos de chicos y chicas que me expresaban su admiración y su cariño, que me recordaban de Ni una sola palabra de amor o de Las 13 esposas de Wilson Fernández, que fue una ficción que tuvo muy buena repercusión acá... Pero también está el otro lado, porque al interpretar a una villana, mucha gente me manda cosas medio fuertes, insultos varios... Yo creo que es un poco el costo de hacer de mala, de interpretar a una mujer que es un poco fría, que tiene poca empatía con sus pares.
-Sos muy activa en las redes sociales. ¿Estás muy pendiente de los comentarios que recibís de parte de tus seguidores?
-Estoy intentando no estar tan pendiente. Soy un poco adicta y no me gusta, creo que hay que aflojar un poco. Pero cuando estás, por ejemplo, en una serie de Netflix, con semejante exposición, la tentación es grande. Y a mí me encanta, contesto todo lo que puedo, mensajes, comentarios... Cuando vienen con buena onda y se toman el trabajo de escribir, es algo que me llena el corazón. También está la gente que se despacha a gusto con los insultos.
-Formás parte de Actrices Argentinas, uno de los colectivos que más se ha movilizado para que el aborto sea legal en el país. ¿Has recibido muchos comentarios agresivos por eso en las redes?
-Sí, algunos. Muchos me dicen que si vivo en España no puedo opinar sobre lo que pasa acá, por ejemplo. Algo bastante ridículo, porque sigo en contacto con la realidad del país. De todos modos, trato de ser medida y llevar la discusión a otro terreno. Me parece importante escuchar a los que están en contra para poder entender y discutir desde un lugar constructivo, no desde la descalificación.
-¿Sentís que algo está cambiando en la industria a nivel global, a partir de lo que ha sucedido en Hollywood con los movimientos Time's Up o MeToo, o con el NoEsNo local?
-Creo que, en principio, se está tomando conciencia de que no está bien que se hagan diferencias entre hombres y mujeres, y quien lo note tiene que hacer algo con eso. Eso está pasando no sólo en el ámbito de los actores, sino en muchos otros y es solo el comienzo. También siento que las nuevas generaciones vienen con todo; tengo mucha fe en las chicas y en los chicos que se movilizan y luchan por lo que creen justo. Yo tengo un hermano de 18 años y habla con una naturalidad sobre las cuestiones de género que me marca que algo cambió. Son cosas que van confluyendo.
-Volviendo a Ni una sola palabra de amor... ¿Qué fue lo más curioso que te pasó cuando el corto se volvió tan popular?
-Bueno, me acuerdo que aparecieron un montón de falsas "Marías Teresas" que nos mandaban mails y nos amenazaban con hacernos juicio, nos exigían dinero... Fue muy loco. Por suerte después apareció la verdadera María Teresa y también Enrique, y resultaron ser un amor (risas).
-¿Te costó mucho encontrar la forma de decir las cosas como las decía ella en las grabaciones del contestador?
-No ensayamos tanto. El tiempo que se invirtió más fue en memorizar, que fue una semana. Memorizar un texto de un tercero con playback, con sus respiraciones e inflexiones, hacen que te pasen cosas en el cuerpo. Es como si no te perteneciera, en un punto. Además, tuvimos un excelente laburo de maquillaje, vestuario y pelo. Todo ayudó a que se convirtiera en el fenómeno en el que se convirtió, evidentemente.
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