Ana María Fontán: "Somos tan tango que no lo vemos"
Del teatro musical al rescate de las glorias del 2x4, la intérprete encara Morir y vivir en Buenos Aires, homenaje a Piazzolla y Ferrer
Multipremiada actriz y cantante, autora y directora de teatro, Ana María Fontán llega a la entrevista en el Cultural San Martín vestida de negro, con una cartera enorme y una pequeña valija con rueditas de donde comenzarán a salir cosméticos para acentuar su maquillaje y unos tacos altos que se calzará de parada, apenas tomada de la manija de su valija antes de posar para las fotos.
Exuberante, tántrica, de risa fácil y carcajada olímpica, como actriz y cantante cuenta con una prestigiosa carrera en el teatro musical (Calígula, Drácula, La Bella y la Bestia, LoveMusik, entre muchas otras obras) y en cine (El Espejo de los otros, Resurrección, El pozo). Como autora, directora e intérprete acaba de estrenar Morir y vivir en Buenos Aires, una propuesta musical inspirada en la obra de Ástor Piazzolla –en el marco de los 25 años de su muerte– y Horacio Ferrer. Una puesta que recorre el repertorio musical y poético de la obra original de los maestros, a los que Fontán suma textos propios y fragmentos de poemas acompañada por los músicos Julián Vat (director de la Fundación Piazzolla), en saxo y flauta; Damián Foretic, en bandoneón, y César García, en piano.
La obra cuenta la historia de María, que vuelve a Buenos Aires luego de muchos años para reencontrarse con un viejo amor. Pero algo sale mal y a partir de ese momento, la protagonista tendrá que aprender a lidiar con sus desengaños.
“Morir y vivir en Buenos Aires habla de los ciclos de la vida, de la existencia. Hay algo en esos tangos sobre la muerte, la resurrección y los conflictos existenciales que me llamó muchísimo la atención. Me mueve la idea de generar espacios de tango nobles para revalorizar a los grandes maestros fundadores, y también donde los nuevos exponentes tengamos nuestro lugar”, señala esta gran artista y gestora cultural, fundadora de su propia compañía, Fontango, usina de proyectos culturales con los que organiza conciertos, realiza documentales y desarrolla ideas como Cinemateca tango, un show que hace foco en la incursión del tango en el cine, a estrenarse el próximo año.
–¿Qué mirada tenés sobre el tango hoy, en Buenos Aires?
–Mi análisis es que los argentinos “somos” tango. No hay una persona que escuche “Adiós, Nonino” y no se le mueva una fibra de algo. Hay algo de un llanto, de una queja, de una nostalgia, un sentir que es nuestro. Y ocurre que somos tan tango que no lo vemos. El tango es patrimonio cultural de la humanidad. Vayas al país que vayas hay gente bailando tango apasionadamente. Creo que el tango en Buenos Aires puede dar para mucho más, y justamente esa es mi misión. Y no soy la única.
–¿Qué creés que falta mejorar?
–Hay algo con la industria discográfica que nos está jugando en contra. Faltan sellos que digan vamos a apostar a los nuevos exponentes del tango, para mostrar nuevas miradas. La industria tendría que despertarse y darnos un poquito de atención.
–Se sabe que el ambiente tanguero es muy machista, ¿cómo lo vivís desde adentro?
–Arrabalera. Hay que plantarse, nada es fácil. A mí me cuesta mucho todo y lo único que hago es seguir mi misión. Muchas veces atravesé situaciones incómodas por ser mujer. Fueron tantas que decidí no estar con nadie del medio. Lo tomo como regla. Bueno, quizá me perdí de vivir historias maravillosas.
–¿Sos de ir a las milongas?
–No voy constantemente, pero es como un ritual que de vez en cuando despunto. A los 15 me encantaba ir a La Viruta, me llevaba mi papá hasta la puerta. Ahora, sobre todo me gusta llevar a mis amigos extranjeros.
Morir y vivir en Buenos Aires
Jueves y viernes, a las 20.30, en el Cultural San Martín,
Sarmiento 1551. $ 200.
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