América hecha virgen
En una muestra diferente, espera en el Museo Sívori
En el Museo Sívori, el espectáculo es realmente original: cinco vírgenes colosales duermen en la penumbra de la sala principal. Hasta que luces cenitales de colores señalan a una de ellas, que enseguida empieza a girar. Y un coro reúne música sacra, ritmos tribales y también poesía.
Así empieza América viva , espectáculo que incluye una danza parsimoniosa con mucho de ritual, donde la iconografía de vírgenes –como símbolos de la Madre Tierra– llora el desasosiego de saberse "una tierra rica, pero arrasada en sus sueños".
Hasta el 12 de diciembre, durante quince minutos cada día, las esculturas gritarán su angustia, llorarán su dolor y cantarán su esperanza. Después el público podrá recorrer la muestra y entrar en los detalles de estas imágenes con tipologías de vírgenes coloniales.
Derroche de lágrimas
Para la escultora Marina Dogliotti –responsable de la muestra, Luis María Serra en la música y José María Paolantonio en la puesta y letra de las canciones–, las vírgenes son como "ídolos impuestos" cultural y religiosamente por los españoles a los aborígenes americanos. Pero, a pesar de todo, ellas encierran el verdadero espíritu de América. Que se deja ver en las formas voluptuosas, sus imágenes mágicas y exuberantes y en el dolor expresado en llanto. Un llanto que se transforma en río, que a su vez llega a todo un continente y es símbolo de fertilidad y abundancia.
América, río de lágrimas se llama la primera escultura que empieza a moverse. De casi dos metros de altura, en resina epoxi, está inspirada en el realismo mágico de Gabriel García Márquez, precisamente en el personaje de Sierva María de Todos los Angeles, de Del amor y otros demonios: la Virgen Niña, cuyo pelo crece 22 metros después de muerta. Así, una monumental melena rojo fuego llora; esconde su cara y su pena con un gran pañuelo, especie de sábana interminable.
En la coreografía seguirá América, memoria de correntadas , con piel y manto escamados tipo pez. "Quise representar el poder de la naturaleza, su fuerza creadora, que –paradójicamente– es en el caos de la correntada donde encuentra el fluir de su propio destino", explica Dogliotti.
Después llegarán América, catedral del dolor (la Virgen hecha catedral, con cimientos de donde nacen también las raíces de los árboles) y América, trenza de pasiones (con una flor dibujada sobre la Virgen, como analogía de la vida).
A su turno –el último–, hace su entrada América viva, una Virgen con los pies sobre el suelo que, dentro de su miriñaque, guarda la fuerza y la abundancia de los frutos de la tierra.