“De vulgar actualidad”: el día que Les Luthiers descontroló la mesa de Mirtha Legrand
El 22 de abril de 2020, Marcos Mundstock, figura clave del grupo, murió; su recuerdo vive en las risas que generó junto a sus socios en el escenario... y en el programa de La Chiqui
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Les Luthiers es una marca. Trasciende, incluso, a sus propios miembros originales. De hecho, su fundador, Gerardo Massana, murió al poco tiempo de crear la agrupación y eso no impidió que continuaran actuando, terapia grupal mediante. Sin proponérselo, “El Flaco”, como lo recuerdan sus compañeros, desarrolló un género, o como se diría en estos tiempos, un know how, por el cual, con los intérpretes adecuados, la fórmula pueda seguir aplicándose con independencia de sus actores. Por eso, a dos años de la irreparable pérdida de Marcos Mundstock, Les Luthiers viene de culminar una exitosa gira por España, y ahora, ensaya “seis horas por día todos los días” para los shows que harán en la Argentina.
Ahora, a dos años de la partida del genial Mundstock, un recuerdo rebrota con fuerza entre los históricos fanáticos: el día que la carta mal leída, aquella genial escena, le descontroló la mesa a Mirtha Legrand, que entendida del show, se entregó a la magia y al desparpajo.
La histórica visita de Les Luthiers a lo de Mirtha Legrand
Al igual que todos los artistas del país, Les Luthiers estuvo más de una vez el programa Almorzando con Mirtha Legrand. La gran diva argentina, una de las máximas difusoras del espectáculo argentino, no solo tuvo un convite con todos los integrantes de la banda, sino que se animó participar de un pequeño número que los humoristas elaboraron especialmente para la ocasión. Avezada actriz y animadora, La Chiqui fue destinataria de un desopilante texto con la marca de la agrupación: la carta mal leída.
Al momento de comer el postre, Carlos López Puccio le advirtió: ”Yo creo que corresponde decir unas palabras”. Intrigada, Mirtha respondió: “A ver, a ver”. Allí, se produjo una “discusión” entre los miembros del grupo para definir quién leería el escrito. “Ay, no me las dejás decir a mí”, dijo Jorge Maronna. Ante lo que el inolvidable Daniel Rabinovich afirmó: “No, no, yo voy a hablar”. Allí, intervino Mundstock, quien habitualmente se encargaba de la lectura, y sacó a relucir su matricula. “Perdón. ¿Quién es el locutor?”. Con su habitual complicidad, Rabinovich le reclamó: “Yo nunca leo nada”.
Finalmente, Daniel se salió con la suya y comenzó a recitar con dificultad un texto, cuyo sentido cambia por la mala lectura del intérprete. Una marca registrada. “Señora Mirtha Legrand, ¡chiquita, pará!… ‘Chiquita’ para los amigos. Voy a pronunciar unas palabras. Antes está… ante esta distinguida mesa a la cual hemos sido invitados pocas veces. A la cual hemos sido invitados. Pocas veces hemos visto tanto derroche. Derroche de buen gusto. ¡Y qué hermana! Y que emana de cada uno de sus detalles. Quiero destacar que el objetivo de estos almuerzos es de vulgar actualidad… divulgar actualidad, ideas, conocimientos, a menos que sea de interés. Conocimientos amenos, que sean de interés para todos”, leyó, trastabillado, ante la sorpresa de Mirtha.
Y siguió: “Es frecuente que a la vera de un sabroso manjar, algún prestigioso... algún famoso invitado vierta un concepto, que es un plato... que es un plato aún más sustancioso que el mismo manjar. Pero puede suceder que la señora Legrand, ¡chiquita, pará! Que la señora Legrand no esté de acuerdo, y de crepe de champignone. Y discrepe con de champignon. Con dicha opinión. Sin embargo, sus invitados siempre se sientan... se sienten muy a gusto. Todos comen, tan entusiasmados. Todos comentan entusiasmados, y la amabilidad de la anfitriona les permite mostrarse muy voraces. Veraces. Sentirse bien atendidos, aunque es sabido que la señora Legrand no sirve. No sirve la comida... no sirve la comida personalmente. La señora Legrand, ¡chiquita, pará! Quiero también resaltar que nadie la quiere más que su esposo Daniel tiene aire. Que nadie la quiere más que su esposo Daniel Tinayre”.
Casi treinta años después del evento, Mirtha Legrand se refirió en diálogo con LA NACION al emblemático almuerzo, que en tiempos de redes sociales se volvió viral poco después del fallecimiento de Mundstock. “Fue extraordinario hacer un programa exclusivo con Les Luthiers. Desopilante, con esa gracia tan personal. Fueron amorosos y estaban encantados”, señaló.
A su vez, la legendaria conductora, que prepara su regreso a la televisión, compartió en exclusiva con este medio su “admiración” hacia la “inteligencia” de la banda. “Los adoro, lamentando la partida de dos de sus miembros”, en relación también a la sentida pérdida de Daniel Rabinovich, en 2015. Asimismo, la diva destacó que es imposible evocarlos sin una mueca en el rostro. “Es un humor que hace que se los recuerde y nos sonriamos post actuación”, aseveró.
Un artista inclasificable
Los orígenes del grupo se remiten al Instituto Di Tella, la usina artística argentina de los años 60. Con su habitual sentido crítico, Mundstock alguna vez desestimó ser referentes del emblemático instituto cultural. “Nosotros no somos muy representativos, por lo menos a esta altura, de esa especie de icono del Di Tella. Dentro de lo que era un ambiente bohemio, nosotros éramos los burgueses, los chicos de corbata que íbamos a hacer una diversión fuera de hora”, supo contar.
De formación locutor, profesión que llegó a ejercer en Radio Municipal, su gracia, estilo, y sobre todo, talento, lo pusieron mucho más allá de su carnet. Por eso, acumuló una nutrida carrera como actor en paralelo a Les Luthiers. Su última película fue El cuento de las comadrejas, de Juan José Campanella. Allí, compartió elenco con Graciela Borges, Luis Brandoni y Oscar Martínez.
En una de sus últimas apariciones públicas, Mundstock participó de manera remota del VIII Congreso Internacional de la Lengua de Córdoba. Frente a los académicos, hizo un reclamo digno de Roberto Fontanarrosa, ex guionista de Les Luthiers, humorista y escritor, que hizo otra intervención de similares características en Rosario en 2004.
“Propongo que un ‘en lo que canta un gallo’ equivalga a ‘dos santiamenes’ y ‘cuatro periquetes’. Pero si ya nos referimos a cosas de poca importancia, cuando alguien diga ‘me importa un comino’, más o menos querrá decir que importa ‘tres pepinos’ o ‘medio pimiento’”, dijo en relación a las formas cotidianas de referirnos a la medición del tiempo. No obstante, con astucia, obvió explicarnos cuánto significaría su ausencia física en sus interlocutores.
¿Dónde se presentará Les Luthiers?
Les Luthiers se presenta el próximo 29, 30 y 1 de mayo en el Teatro Coliseo Podestá de La Plata. Luego, lo hará el 13, 14 y 15 en el Auditorio Belgrano, y finalmente, el 27 y 28 en el Coliseo de Lomas de Zamora.
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