Alessandra Ferri: "Soy instintiva y pasional, y no me hago preguntas"
La legendaria bailarina italiana, que hoy cerrará con Herman Cornejo la Gala Mundial del Teatro Colón, hace dos meses regresó al MET de Nueva York. Con 53 años y nueve después de su retiro, volvió a bailar con el ABT Romeo y Julieta, el ballet con el que se había despedido
¿Es que el mito del eterno retorno puede verificarse incluso en un cuerpo que ya no es el mismo? Alessandra Ferri escucha esta frase mientras se seca el sudor del rostro, al cabo de una clase en el tercer subsuelo del Teatro Colón; la rigurosa rutina cotidiana, en este caso, conforta su musculatura para la función que, 48 horas después (es decir, hoy), afrontará en este teatro junto a su partenaire argentino, Herman Cornejo, en la ejecución de dos dúos, uno de los cuales será Le Parc, de Angelin Preljocaj, con el que se cerrará la Gala Mundial de Ballet del Colón 2016.
La excepcional bailarina italiana, nacida en Milán hace 53 años, sonríe no sin cierta complicidad porque sabe de sobra a qué apunta el interrogante que le ha disparado el indiscreto entrevistador. Es que las circunstancias y el entorno de este encuentro se parecen a los de otro, ya lejano: en 1991 nos vimos en otra ballettsaal, en el subsuelo del Teatro Regio de Turín; en aquella ocasión se ejercitaba junto a otro inolvidable partenaire argentino, Julio Bocca, con quien unos días después -como pareja central del American Ballet Theater- bailaría en l'Opéra de París la versión del ABT de Romeo y Julieta, el célebre ballet que McMillan compuso sobre la obra de Prokofiev, la partitura para danza más monumental del siglo XX.
"¿Por qué invocás eso, si no he venido a Buenos Aires a bailar Romeo y Julieta?", pregunta la bailarina con simulado tono de queja, no exento de picardía. Tiene razón, pero sabe que la referencia es inevitable: "Es verdad, pero lo bailaste hace apenas dos meses en Nueva York, Alessandra". Hay algo -lo no dicho- que sustenta lo sorprendente del hecho: han pasado 25 años, y su Julieta tuvo su eterno retorno.
Hace un año, la crítica del NYT Roslyn Sulkas la llamó por teléfono a Hamburgo, donde Ferri ensayaba con John Neumeier un ballet sobre otra diva italiana, pero del teatro, Eleonora Duse; transcribió el diálogo con la bailarina en una nota que arrancaba con un anuncio asombroso y una historia que se resumía en el primer párrafo: "Alessandra Ferri, una de las más grandes bailarinas de su generación, que se retiró del ABT en 2007, volverá al escenario del Metropolitan Opera House para hacer una presentación en la próxima temporada, con esa compañía, en el rol de Julieta del ballet de McMillan. La performance, programada para el 23 de junio de 2016, tendrá lugar nueve años después de que ella se despidiera del ABT, del que fue principal dancer durante 22 años".
Un momento eterno
Después de su retiro en 2007, Alessandra permaneció seis años sin bailar. Volvió en 2013 con compromisos escénicos teñidos de teatro, como su pieza autobiográfica The Piano Upstairs o el Chéri que trajo incluso al Maipo porteño, ya en dúo con Herman Cornejo. El año pasado ambos hicieron una gira por el interior de Italia con Trio Concert Dance y después ella viajó a Londres para bailar una pieza de Wayne McGregor, Woolf Works, con la que se iba enfrentando, de nuevo, con compromisos técnicos. Por fin, surgió el impulso por retomar la misma Julieta con la que se había despedido.
Como si se tratara de una gestación biológica, disponía de nueve meses para consumar su objetivo: volver a bailar en el MET con la que había sido su compañía en un personaje emblemático. Y lo hizo, con Herman Cornejo en el rol de Romeo.
-Era un desafío comprometedor. ¿Por qué tanto tiempo de trabajo para una sola performance?
-No fue tanto tiempo; solo dos meses y medio. Lo que más me absorbió fue la preparación psicológica. Era importante lograr una Julieta al momento de hoy, las sensaciones que me despierta en la actualidad este rol que me ha acompañado toda la vida. Sería verdadera si la trasladaba a lo que es mi momento actual. Fue una experiencia única; recibí tanto amor de mis ex compañeros y de [el director] Kevin McKenzie. No quise crearme expectativas: que naciera en aquel momento y que muriera allí. Y fue maravilloso: un momento eterno.
-Veinticinco años atrás se decía que había una energía juvenil y una sensualidad verdadera en el rapport corporal de la pareja Ferri-Bocca. ¿Cómo fue la experiencia ahora, a los 53 años y con Herman Cornejo? ¿Tal vez más reposada y más profunda?
-He encontrado una fuente de juventud que no me esperaba. No iba a buscar una juventud del pasado sino la actual, la interior. Para mí, fue una Julieta fresquísima. Hubo una comprensión más profunda de los sueños destrozados de la muchacha de Verona. Habían transcurrido nueve años desde mi última "encarnación" en Julieta y habían pasado tantas cosas que repercutieron en mi interpretación. No lo pensé. En mi vida no hay actos "razonados": soy instintiva y pasional y no me hago preguntas, no me autoanalizo. Claro que hay cosas que cambian; depende de con quién lo bailás, a qué altura de la vida estás.
Se declara pasional, y sin embargo se maneja con ese equilibrio que ha pautado su luminosa trayectoria. Y sabe en qué punto de la vida está. El año pasado, cuando aceptó la convocatoria desde Londres de Wayne McGregor para bailar esa obra sobre Virginia Woolf, hubo quien le advirtió que podía ser temerario aceptar, porque las coreografías de McGregor desarman las articulaciones de los bailarines jóvenes. "Yo no hago elecciones pensando en el éxito -dice Alessandra, a propósito de su aceptación-; esas son consideraciones 'de carrera', y mi carrera... è finita! Wayne es uno de los coreógrafos más inteligentes que haya encontrado y no me llamó para algo que habría podido hacer una ragazza. Llamó a alguien que pudiera ser Virginia Woolf; me propuso entrar en un territorio desconocido y pensé: Yo me tiro."
Ahora, en la Gala Mundial del Colón, Alessandra bailará con Herman Cornejo un dúo clásico de Frederick Ashton y después Le Parc, una pieza contemporánea pero ya -también- "un clásico", despojado de todo: "Narra las sensaciones de estar uno frente al otro, verse a los ojos y ver el alma. Difícil, porque casi no hay pasos." Sobre su vínculo con el bailarín argentino, Ferri apela a un solo epíteto:
-Maravilloso. Fe y amor, una fórmula tan necesaria para el arte.
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