Alejandro Paker, imparable hacedor de su destino
El actor trabaja en dos obras y está rodeado de proyectos
El estudiante de medicina –quería ser neonatólogo– Alejandro Vettorazzi planeó durante mucho tiempo el viaje desde Rosario a Buenos Aires para presentarse a las audiciones de El jorobado de Notre Dame.
Eran diez amigos y conocidos de algunos de los tantos talleres de actuación a los que había asistido, pero el día anterior a la fecha clave hubo un éxodo masivo y sólo uno de ellos persistió en concretar el plan. "Mi mamá me acompañó a tomarme el micro. Pensaba que quizás sería algo pasajero, pero no volví nunca más a vivir en esa ciudad", dice hoy, rebautizado, Alejandro Paker (con el apellido de su abuela) con la alegría intacta de haber quedado seleccionado para integrar aquel musical.
Dos décadas pasaron desde aquel momento y hoy es una de las figuras más destacadas de nuestros musicales. Interpreta al marido de la perturbada protagonista de Casi normales; en Memorias de poetas le rinde homenaje a Federico García Lorca y a Miguel Hernández; fue tentado por Ideas del Sur para acompañar a Ana Sans (la ex esposa de Aníbal Pachano) en "Bailando por un sueño"; este año se estrenará la película animada a la que le puso su voz, Anida y el circo flotante; y además se prepara para concretar uno de los proyectos más ambiciosos de su carrera: el año próximo encarnará y producirá El hombre elefante.
Antes de ocupar un espacio destacado en nuestros escenarios, gracias a ese enorme talento que tiene para la actuación, el canto, el baile y la acrobacia (quienes vieron Pepino, el 88 recordarán esos momentos en los que junto con Karina K colgaban de un aro, a varios metros de altura, sin red, e inundaban con su voz la sala del Alvear), Alejandro estudió con Raúl Serrano, Carlos Gandolfo y en el Conservatorio. "Trabajé en un estudio de fotografía, en una oficina de una cadena francesa de fast food, en editorial Atlántida, en una AFJP. Tenía miedo a quedarme sin trabajo, hasta que aposté 100 por ciento a mi profesión y tuve fe. Pero hice de todo mientras "despuntaba el vicio" con una banda de amigos". En este grupo estaba Gaby Goldman, a quien conoció en un taller cuando era adolescente y hoy es el director musical de Casi normales.
Aquel vicio en realidad era (y lo es) su virtud y su don. "Teníamos una banda con coreografías y un cuidado trabajo vocal. Tocábamos en restaurantes y hacíamos eventos. En un momento logramos tener presentaciones de martes a domingos. Gracias a esta experiencia y el intento de romper la cuarta pared y de jugar con el humor, adquirí un montón de herramientas para Cabaret", explica. Para el papel de Maestro de Ceremonias , Alejandro además perdió más de 15 kilos en dos meses y cambió su cuerpo musculoso para lograr una apariencia adrógina.
En el medio estuvieron Grease , El principito , Che, el musical argentino, El hombre de La Mancha , La cocina , La gran magia, Marionetas del pene y tantas otras.
Homenajes y dolor
Alejandro estrenó hace poco Memorias de poetas , dirigido por Federico Abraham: "Es una evocación a Lorca y a Hernández, como seres humanos y creadores, a través de su poesía. Sería imposible contar la biografía de ambos en un solo espectáculo, pero de una manera dramatúrgica contundente se aborda la vida y el arte de estos dos artistas, en una fusión de canto, danza y poesía", explica y cuenta aquellos detalles que lo conmueven de los dos españoles.
Además, luego de una temporada en el Liceo, Casi normales reestrenó en la avenida Corrientes, allí se cuenta la historia de una mujer que padece trastornos bipolares y cómo éstos repercuten en su familia. "Mi personaje resiste, es un gran negador que lucha desde hace 16 años con vaivenes para sostener a su mujer y su casa. Está agotado. Vive en un castillo construido sobre arena", explica. Luego de poner su cuerpo para contar esta historia de tanto dolor, confiesa que es el primero del elenco en marcharse de la sala: "Me gusta escuchar la devolución del público en el hall. A veces recibo comentarios de que soy el villano, o, al contrario. Me sorprende la reacción de los hombres –que son huesos duros de roer, no son tan sensibles como las mujeres– y las cosas que me dicen sobre su propio dolor", confiesa. Junto con su compañera Laura Conforte viajó a Broadway la semana pasada para asistir a la entrega de premios Tony en representación de Casi normales , invitados por Film&Arts. "Fue una experiencia genial e increíble para nosotros. Llegamos en limusina, pasamos por la alfombra roja y estuvimos en una de las mejores ceremonias de mi vida", recuerda.
Aún siente fascinación por los partos y el trabajo de los neonatólogos, pero es un actor de tiempo completo. "En cierto punto, las dos profesiones se parecen: requieren vocación de servicio y gran entrega". Y en ambas se da a luz.
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