Claude Mossé
La vida de un mito
La industria cinematográfica se encarga cada tanto en refrescarnos la memoria y nos recuerda la vida de personajes mitológicos e históricos que han llegado a ocupar un puesto importante en el mundo por lo que hicieron en vida. El último de ellos en ser representado por el celuloide fue Alejandro Magno que vivió durante 33 años [del 356 al 323 a.de C.] y dio paso a la época helenística. Antes del estreno de la película, ya se podía ver en canales como The History Channel documentales sobre la vida de este estratega militar y, como era de esperarse, en los estantes de las librerías se promocionaba la última biografía escrita por Claude Mossé, titulada: Alejandro Magno, el destino de un mito. Esta biografía primero se encarga de situarnos en un contexto histórico anterior al del reinado de Alejandro que explica el por qué de su afán de conquistar el territorio persa, expedición que se desencadena al tomar inmediata posesión del trono luego de haber presenciado el asesinato de su padre siendo muy joven – a los veinte años – para convertirse en Rey de los macedonios, jefe de la coalición de Estados Griegos y dueño de una basta región oriental, todo esto en menos de diez años.
Desde el 334 al 323, Alejandro condujo a sus hombres por territorios conocidos y desconocidos, librando batallas sangrientas pero siempre demostrando un gran talento militar, inteligencia en sus estrategias y persuasión al convencer a sus hombres de seguir hasta límites más allá de los señalados en los mapas de la época. Sin embargo, luego de conquistar Babilonia y a pesar de ser comparado con un dios, Alejandro mostró como cualquier humano otra cara y desde entonces se han creado dos interpretaciones históricas que caracterizan cada una, la dualidad de este héroe: un ser calculador que tomo cada decisión fríamente y por ello le concedió poder a los “bárbaros” para que gobernaran territorios orientales, se casó con Roxana y adoptó las vestimentas de los reyes persas, junto con el lujo y magnificencia de esta cultura asiática; o, por el contrario, fue un hombre que pasó por encima de su cultura, educación e ideales [enseñados por Aristóteles ], y de los griegos obligándolos a rendirse ante él en la ceremonia de proskynesis [una ceremonia que sólo se le rendía a los dioses y consistía en arrodillarse ante el dios saludándolo con un beso], haciendo que se agravara la relación entre él y su ejército que devino en paranoicas obsesiones sobre conspiraciones que como resultado dejaron muertos a Calístenes [historiador de la campaña], Clito, [un amigo cercano de su padre Filipo], de Parmenión y su hijo Filotas.
Lo cierto es que, y como lo deja dicho Mossé, Alejandro Magno fue las dos caras de la moneda. Por ello, en esta biografía la autora enfrenta y une las distintas versiones que existen sobre la vida del macedonio para llevarla un paso más adelante, porque también habla sobre la influencia militar y cultural que comenzó a vislumbrarse en Europa y en Medio oriente después de la muerte de éste.
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