Alberto Ligaluppi: "Una sala pública no sólo tiene que hacer Lorca"
El director del Complejo Teatral de Buenos Aires habla de los problemas de pago, las obras de perfil comercial, los logros y lo pendiente
Alberto Ligaluppi es, desde fines de 2010, el director del Complejo Teatral de Buenos Aires. A él le tocó cerrar la larga gestión de Kive Staiff/Carlos Elías y es el que, como dijo en la reciente conferencia de prensa, definió a la temporada del año próximo como una "programación gruyè re".
Aplicando algún sentido común, la expresión daría la idea de algo, un todo, que tiene sus agujeros, sus huecos. De ser así, algunos de esos huecos llaman la atención. Por ejemplo, que a lo largo de 2013, en la sala Martín Coronado no esté prevista ninguna obra de teatro para adultos de producción propia.
"En Francia, dentro del lenguaje de gestión cultural, se utiliza la expresión de «programación gruyè re» para hablar de programaciones flexibles, que pueden cambiarse. En este caso, hay un factor fundamental para explicar esto: la obra de infraestructura que afectará a la sala Martín Coronado y que será las obras más importante del teatro San Martín desde que se inauguró. La idea es apurar ese trabajo para que esté listo para 2014, cuando ese teatro cumpla 70 años. Esto genera huecos. Y si bien puede ser que haya menos producciones teatrales propias, hay más espectáculos internacionales."
-En relación con este punto, a lo largo del año se presentaron ocho obras internacionales con un promedio de dos funciones. Para la temporada próxima, la única obra que duplicará esa media es La vida es sueño . ¿Quedó en el pasado la visita de elencos extranjeros haciendo una semana de función?
-Por los costos de cachets hoy eso es imposible. Hace unos diez años era mucho más fácil traer grupos extranjeros.
-¿Por eso, por ejemplo, el coreógrafo Bruno Beltrão hizo una única función cuando había público para más?
-Exacto. Por otra parte, si es que hay una reducción de espectáculos propios es porque se mantienen más en el tiempo. Yo quiero que las obras duren más que los tres meses que antes se consideraba. Bajo este concepto de mayor permanencia en cartel me parece que tiene que ser más estudiado el proceso de selección y debe haber mejor calidad actoral para que el producto final sea de un peso propio más contundente.
-Eso lleva a cambiar los criterios de programación porque, entonces, se estará pendiente de la respuesta de público para definir la grilla.
-No tanto. En general, el tiempo que pronosticamos para cada espectáculo se cumplió. En los últimos años (sea ante la reducción de presupuesto, la no aproximación a las nuevas tendencias o la pérdida de contacto con la gente joven), se programaban muchas obras que no perduraban en el tiempo. Claro que en este punto se sumó otra cuestión y que casi coincidió con mi llegada a la dirección del Complejo Teatral: se firmó un acuerdo con la Asociación Argentina de Actores que dice que las obras tienen que estar, como mínimo, tres meses en cartel. Eso, a lo largo del año, indica que no podríamos programar en una misma sala cuatro obras de teatro para adultos al año. Cuando llegué aquí, las obras duraban dos meses; el criterio es discutible, pero era así. Después, el Ministerio de Cultura firmó un acuerdo con Actores por el cual se paga a los intérpretes lo mismo por los meses de ensayos y los tres meses de función.
-Hablando de Actores, hace unos días esa entidad emitió un comunicado en el cual denuncia que el equipo artístico de Se fue con su padre estrenó la obra sin haber firmado sus contratos y que hay atraso en los pagos.
-Es cierto, están atrasados. Hay que buscar nuevos mecanismos. No sé cómo, pero hay que hacerlo. Habría que cambiar la forma de gestión de los contratos como para posibilitar que el dinero que recauda el Teatro se lo pueda usar inmediatamente. Espero que el año próximo pase menos.
Cuestión de estrategias
En otro momento, para intentar asegurarse un público, comenzó a implementarse la estrategia de convocar a figuras con llegada masiva. "Las figuras ayudan, aunque no son decisivas -opina Ligaluppi-. Pero si lo decís por la programación de este año o la del próximo, vale aclarar que la grilla se viene definiendo a partir de una amplia convocatoria de proyectos. Este año se presentaron 350 y el 90 por ciento de la programación del año próximo responde a esa convocatoria. Y en la de este año pedimos que cada director o dramaturgo proponga su elenco. Entonces, sucede que muchos intérpretes de llegada más masiva figuraban en el proyecto original elaborado por ellos.
-Hay algunos proyectos, como el de José María Muscari y el de Ángel Mahler/Pepe Cibrián Campoy, que parecen responder a la lógica del teatro comercial. ¿Por qué están acá?
-Los motivos son diferentes. Lo de Mahler es un intento por ver qué pasa con una comedia musical en el verano. Por otra parte, él está haciendo una gran inversión técnica en la sala, cosa que me parece bien. Es un experimento. Y Muscari creo que no es un proyecto realizable en la escena comercial. En el elenco hay actores que hace años que no estaban trabajando y que no estaban viviendo bien. Podemos discutir la estética de Muscari, pero la idea fue rescatar a esos intérpretes. Yo no creo que en una sala pública sólo se tenga que hacer Lorca o Shakespeare.
-Tanto el Colón como el Argentino tienen sus centro de experimentación. ¿Tendrá el Complejo el suyo?
-Sí, para 2014. Cuando asumí, quise hacerlo, pero no tenía el espacio para hacerlo.
-¿Espacio físico?
-No, conceptual. El Complejo es una institución de 70 años con 1200 trabajadores que todos los años contrata a 200 actores, por eso me puse etapas. Primero, quise cambiar algunos ejes de lo que hacía Kive Staiff o de aquello que estaba establecido. Luego, encarar la obra de infraestructura. La experimentación vendrá con la obra terminada.
-Staiff preside el consejo de las artes escénicas de la ciudad, del cual el Complejo forma parte. A más de dos años de su formación, ¿qué generó?
-Hubo reuniones e intenciones, pero todavía no hubo proyectos en conjunto.
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