Albertito Olmedo: "Jamás lloré a mi papá, me cuesta mucho llorar"
"Jamás lloré a mi papá. Me cuesta mucho llorar".
Alberto Olmedo , Albertito, como le dicen todos, tiene un parecido asombroso con su padre, el cómico fallecido el 5 de marzo de 1988 al caer desde el balcón de un departamento de Mar del Plata. En el momento del accidente fatal, Nancy Herrera, pareja del actor, estaba embarazada de él. Poco más de siete meses después de sucedida la tragedia, el 26 de octubre, nació el último descendiente del intérprete del inolvidable Rucucu y el primogénito de Nancy. Pasaron treinta años de aquel suceso que conmovió a los argentinos y enlutó el final de la temporada de verano. Tres décadas que agigantaron la figura del popular Alberto Olmedo . Tres décadas en las que Albertito capeó la vida como pudo.
Al referirse a su padre, una suerte de dualidad se intuye en sus palabras. Albertito no oculta admiración y orgullo por portar un apellido de raigambre popular; pero también deja entrever un distanciamiento. Quizás como herramienta de defensa. O porque la carencia física fue lo que definió su ilusorio lazo con él.
-¿Sentiste, alguna vez, la ausencia de tu padre?
-No, jamás. Mi tío, hermano de mi mamá, y mi primo, de alguna manera, suplieron ese rol.
-¿Visitás el panteón de actores donde descansan sus restos?
-No. Soy muy anti cementerio. Quiero ir a un cementerio, pero para jugar el juego de las copas.
-...
-Con mis amigos jugamos alguna vez a eso.
-¿Estás orgulloso de tu nombre y apellido?
-Sí, nunca pensé en cambiármelo.
-Tu mamá, ¿te habla de él?
-No, ya no.
-Tus rasgos son muy similares a los de Olmedo. ¿Vos lo percibís?
-Más o menos.
-Al no haberlo conocido, ¿cómo es tu vínculo con su figura como padre y como artista?
-Me di cuenta quién era mi papá cuando murió Chespirito. Vi su velorio en el estadio azteca y ahí entendí lo que me contaban sobre el funeral multitudinario de mi viejo.
De mi papá, mi mamá me contó que salía a la calle escondido y que tenía una risita pícara, sobre todo cuando hacía alguna cagada."
-Es decir que tomaste conciencia hace poco tiempo sobre la magnitud de la figura de Alberto Olmedo.
-Y sí, porque Chespirito se murió hace tres o cuatro años.
-¿Recurrís a películas, fotos, material televisivo de tu padre?
-No mucho. En casa tengo algunas películas, a veces las miro, a veces no. Ahora veo algo por YouTube, porque tengo que hacer la obra de teatro.
Albertito se refiere a Con los genes de papá, una comedia en la que interpreta a algunos de los personajes de su padre y que piensa reestrenar en la próximas semanas.
-¿Qué te sucede los 5 de marzo cuando se cumple el aniversario del fallecimiento?
-Nada. Es un día más.
-Esa suerte de postura anodina, ¿tendrá que ver con que no has tenido un vínculo físico con él?
-A la persona que más lloré fue a mi abuela materna. No soy muy demostrativo.
-Cuando viajás a Mar del Plata, ¿te detenés en el edificio Maral 39 desde donde cayó tu padre al vacío?
-Una vez pasé con un jefe mío y él me mostró el edificio. Fue hace unos seis años.
-¿Antes no habías pasado por el lugar?
-No. Mi jefe me preguntó si me quería sacar una foto ahí y le dije que no.
Vivir al límite
Albertito no es de palabra fácil, pero sí muy simpático. Entrador. Algo ingenuo y adolescente. No aparenta la edad que tiene y pareciera manejarse con ciertos parámetros propios de un teen. Al momento de esta charla, la organización de un campamento, en un predio con laguna donde podrá despuntar su afición por el kayak, es su mayor ilusión.
De lunes a viernes es empleado en una inmobiliaria de Belgrano. Allí, en su escritorio que da a la calle, se permite abrirse y mostrarse con franqueza. Se enorgullece de su capacidad para enfrentar la vida sin medias tintas. Ir a fondo. A veces, sin medir las consecuencias. Como un chico rebelde que necesita mostrarse sólido y audaz frente a un mundo hostil. Un perro de la calle. Se vanagloria de algunas experiencias en la vía pública, y las expone como cucardas de virilidad y valentía.
"El otro día, yo venía bien con mi coche y un tachero me encerró. ¡Para qué! Encima no me los banco a los tacheros. Me chupé atrás suyo y le puse luces. De repente escucho que me dice: "¿No ves que te estoy pasando?". Y yo le grito: "Me tenés que pasar por la izquierda, no por la derecha". Se adelantó y, a las pocas cuadras, sacó una faca. ¡Lo quería salir a correr! Pero dobló y yo tenía que seguir derecho.
-Sos bravo.
-Hasta se me dio por pensar en tener una pistola de juguete para estos boludos, así vemos quién es más vivo.
Hace poco, empecé a impulsar mi participación en el Bailando por un sueño"""
-Tu padre vivía al límite, por el éxito y por el ritmo de vida que llevaba. ¿Sentís que, en alguna medida, buscas emular su patrón de vida?
-No, para nada. Tampoco siento que viva al límite. Si, es cierto, que me gusta hacer cosas que van al límite.
-Por ejemplo, subirte a las barandas de los balcones, como confesaste hace poco en el programa de Tomás Dente.
-Yo lo llamo sensación de no tocar el piso.
-...
-Como cuando te subís a una mesa.
-No es lo mismo subirse a una mesa que a la baranda de un balcón.
-Es lo mismo.
-¿Te subís habitualmente a la baranda de tu departamento?
-No.
-¿Lo has hecho?
-No tengo baranda en mi departamento. Y el balcón de mi mamá tiene cerramiento. Pero cuando voy a lo de algún amigo, puede ser...
Silencio. Miradas. Hay respuestas que no permiten más que un gesto de asombro.
-No lo hago pensando en eso... Vos te habrás sentado en una baranda alguna vez.
-Jamás.
-Vas a Mar del Plata, estás en el paredón de la rambla, en lugar de sentarte para el lado de la vereda, colgás las piernas para el mar.
-¿Te has sentado en barandas de pisos elevados?
-No, pisos medios.
-...
-Igual es lo mismo un 4° piso o un piso 32.
-Es cierto. ¿Y cómo hacés?
-Me enrosco con las patas y me quedo ahí trabado.
-Alberto, ¿sos consciente de los riesgos?
-Me gusta el vértigo. Me gusta el paracaídas, la montaña rusa. Me tiré hace poco en paracaídas. Fue terrible. Muy bueno. Me gusta esa sensación.
-La sensación de vivir al límite.
-Llamalo así.
-¿A qué le tenés miedo?
-A nada. No hay algo a lo que le tenga miedo.
-¿A nada?
-No es miedo, pero le tengo fobia a las cucarachas.
Cosas de familia
Alberto vive con quien es su novia desde hace seis años y con su hermano Lucas, hijo de Nancy Herrera y una pareja posterior a Olmedo. Su casa queda en San Cristóbal, a dos cuadras de la de su madre. El 25 de julio del año pasado, una cena lo reunió, por primera vez, con todos sus hermanos por parte de padre. Con ellos mantiene un buen vínculo, fruto del esfuerzo que hicieron las partes para lograr la armonía familiar. Marcelo y Mariano, hijos de Alberto Olmedo y Judith Jaroslavsky; y Javier y Sabrina, fruto de la relación de Olmedo con Tita Russ; sumados al fallecido Fernando, quien murió en el mismo accidente que el cantante Rodrigo Bueno; son los descendientes del cómico. Aquella cena en un restaurante de Belgrano terminó por sellar la paz, firmar la aceptación fraternal y organizar la avenencia del grupo. "Fue la primera vez que nos vimos todos juntos. A la única que no conocía era a Sabrina, porque vivía afuera, pero era con la que más me escribía por Facebook", dice con orgullo Albertito ante el milagro de la recomposición del cuadro familiar.
-Actualmente, ¿tenés trato con tus hermanos?
-Sí, con todos.
-¿Tu mamá revive anécdotas vividas con tu padre?
-Ahora no tanto, porque nos vemos poco. Antes me contaba cosas que hacían.
-¿Qué te contaba?
-¡Casi ni me acuerdo! Me decía que él salía a la calle escondido y que tenía una risita pícara, sobre todo cuando hacía alguna cagada. Les gustaba ir a comer. Se iban de viaje.
-¿Por qué ves poco a tu madre?
-Estamos a dos cuadras, pero yo tengo mis horarios, vivo con mi novia y llego tarde, cuando ella ya está durmiendo.
-¿Tenés vínculo con Nancy?
-Sí, sobre todo cuando nos presta su casa para ensayar. Ahí la veo más seguido.
A su novia la conoció en el cumpleaños del doble de Andrés Calamaro. Flechazo. A los dos meses ya eran una pareja constituida. Hoy transitan un largo camino compartido.
Cuando me preguntan cómo me llamo, lo digo al revés. Olmedo Alberto no suena tan fuerte como Alberto Olmedo. ""
-¿Te ilusiona ser padre?
-Más adelante. Yo decía que iba a ser papá a los 27. Ahora pienso que a los treinta y pico.
-¿Con qué soñás?
-La actuación me va tirando, me va gustando. No tengo un sueño concreto.
-Sos simpático, entrador. Debés ser un buen vendedor en la inmobiliaria.
-Más o menos, más que nada hago trabajos de administración.
Showdance
"Hace poco, empecé a impulsar mi participación en el Bailando. Mi novia, mis amigos, todos me dicen que tengo que ir al programa, así que comencé a moverme para eso. El otro día puse en el Facebook: ´bailando si, bailando no. ¿Qué opinan?´ Fue mi publicación con más repercusión", se sincera Albertito, no muy convencido de su rol en el programa.
-Serías un plato fuerte. Reunís varios requisitos para generar buena química con Marcelo Tinelli y despertar interés en la audiencia.
-Me hice un videíto bailando. ¡Qué difícil! Se los mandé al Chato Prada y a Fede Hoppe por mensaje privado en Instagram.
-¿Ya se comunicaron con vos?
-No, nadie me llamó, todavía.
-Vas a tener que entrenarte duro.
-Empecé a salir a correr. Y si retomo el gimnasio, me marco enseguida.
-¿Estás preparado para afrontar la exposición pública que implica salir en ese programa?
-No estoy acostumbrado a eso. Ese es mi miedo. A mí me gusta ir por la calle tranquilo. Y si me tengo que pelear con alguien, me peleo. Si voy en auto, y alguien me encierra, me peleo.
-Como te sucedió con el taxista.
-Soy bastante competitivo y calentón. No me gusta perder.
-El jurado del programa no es concesivo.
-Puedo llegar a discutir mal con el jurado. O hacerle oídos sordos y mirar para otro lado. Eso es peor.
-Me parece que tenés el exámen de ingreso al certamen aprobado.
-No sé.
-Si bien aún no sos una figura pública, ¿qué sucede en la calle cuando mencionás tu nombre?
-Cuando me preguntan cómo me llamo, lo digo al revés. Olmedo Alberto no suena tan fuerte como Alberto Olmedo. Me hago el boludo y digo solo Olmedo. Cuando me dicen: ¿Nombre? Ahí va el Alberto. Cuando se dan cuenta me piden fotos.
-¿Te molesta?
-No, no tengo problemas.
-¿Sos de utilizar el nombre para obtener algún beneficio?
-Jamás. Chapeé un par de veces, nada más.
-¿Por qué motivo?
-Por infracciones de tránsito. Mis amigos me usaban, chapeaban más que yo.
-Vuelvo sobre algo que ya conversamos. Cada 5 de marzo, ¿no cambia nada en tu rutina?
-Sí, suena más el teléfono.
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