Al bárbaro le doy paz: un equipo sólido para una creatividad inagotable
Este musical es un viaje encantador a la dialéctica de María Elena Walsh para los adultos
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★★★★ Dramaturgia y dirección: Pablo Gorlero (sobre textos y canciones de María Elena Walsh). Intérpretes: Mariano Magnífico, Flavia Pereda, Julián Pucheta y Déborah Turza. Músicos en vivo: Juan Ignacio López y Tito Vanini. Escenografía: Gastón Zambón. Luces: Leandra Rodríguez. Vestuario: Gabriella Gerdelics. Coreografía: Marina Svartzman. Dirección vocal y musical: Juan Ignacio López. Producción ejecutiva: Ezequiel Paredes. Teatro: El Picadero, Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857. Funciones: martes, a las 20. Duración: 80 minutos.
“Al loco le doy razón/ al bárbaro le doy paz./ Mi canto y mi corazón/ son para los demás”: con este himno, ‘’Para los demás’', de donde surge el título, comienza el nuevo espectáculo ideado por Pablo Gorlero quien vuelve a hacer lo que más le gusta: la curaduría de sus autores preferidos, de las canciones olvidadas o prohibidas, de los temas más vibrantes del teatro musical. Como en De eso no se canta, Identidad testimonial o Mi don imaginario (en homenaje a Hugo Midón), por nombrar las últimas producciones, selecciona y borda a su manera y una a una las melodías elegidas, con la colaboración de un gran músico como Juan Ignacio López.
Esta vez, a una década de su muerte, la ceremonia está dedicada a María Elena Walsh, un baúl creativo inagotable abierto a que toda nueva mirada encuentre otro tono, otra posibilidad, otro escondite por donde descubrir al mundo y ver las cosas siempre por primera vez.
Además del piano del maestro López, acompañado en escena por la percusión de Tito Vanini, el director convocó a cuatro actores y actrices integrales que tocan la cuerda exacta de sus personajes. Déborah Turza es La que protesta, Julián Pucheta es Magoya, Mariano Magnífico es El hombre niño y Flavia Pereda, La enamorada, cada uno representa las distintas tipos de canciones y temáticas abordadas por la artista: “El país del Nomeacuerdo”, “Miranda y Mirón”, artículos periodísticos como “Desventuras en el país Jardín de Infantes”, la “Zamba de los días”, “Juguemos en el mundo”, el poema dedicado a Eva Perón, “Como la cigarra”, “The kana”, “Barco quieto”, el tango “Magoya”, “Canción de la vacuna”, “Serenata para la tierra de uno”, letras que el feminismo, la pandemia, la crisis que nos toca, vuelven a darles respiración. Si bien aparece publicitado como una obra “para adultos” es un espectáculo para toda la familia y sólo la extensión podría ser un impedimento para los más chiquitos.
Cada personaje aparece asociado a una parte de la escenografía, presentada en cuatro unidades o puntos de apoyo: diarios apilados para Magoya, un sillón con muchos libros para La enamorada, una escalera para el Hombre niño y un cubo enorme donde esconderse para La que protesta. Pero los cuatro rotan por todo el espacio, multiplicado por la contundencia de la música, por el lirismo que flota e inunda la platea: Al bárbaro le doy paz es un festejo compartido que brinda esa inconfundible sensación de sentirse mejor al salir de la sala.
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