Adolfo Castelo: adiós al amigo
Era filoso sin zafarse y hacía humor sin reírse. Aunque temperamental, cultivaba la amistad con lealtad e hizo del periodismo una pasión a la que le entregó su vida. Ayer, a los 64 años, el cáncer le ganó la última batalla
El periodista, conductor radial y humorista Adolfo Castelo falleció ayer por la tarde, a los 64 años, camino al sanatorio, víctima de cáncer, informaron sus familiares.
* * *
Casi sin aire, con el Martín Fierro en alto y su humor intacto, Adolfo Castelo quiso conquistar la esperanza: "La enfermedad ya está superada", dijo a media voz en junio de este año ante los colegas que lo aplaudieron de pie, en el discurso más largo y emotivo de la entrega de premios. Ese fue el mejor capítulo de una pésima historia que había comenzado algunos meses atrás, en noviembre de 2003, cuando le detectaron un tumor broncogénico tras un viaje a Barcelona. Una triste historia que, paradójicamente, inició su página en otra entrega de premios, la del diario Clarín, hace un año, cuando frente a las cámaras se sacó la gorra, mostró las consecuencias del tratamiento de quimioterapia frente al auditorio y agradeció: "Este premio también es medicina".
Entre una y otra estatuilla, Castelo peleó valiente contra la enfermedad que ayer, a las 15, justo cuando el reloj marcaba el comienzo de su programa, "Mirá lo que te digo", por Radio Mitre, cerró el capítulo de su historia.
Inmediatamente, toda la radio le rindió homenaje a ese hombre que todos recuerdan como un "buen tipo" y "un maestro". Y lo hizo con la música que a él más le gustaba, la de su amigo Joaquín Sabina. Justamente, en Mitre, sus compañeros, los que bastonearon el programa desde que Castelo comenzó a dejar de ir -Lorena Maciel, Jorge Halperín, Gillespie, Carlos Barragán y Marcelo Palacios-, improvisaron un homenaje con la nota que Castelo le hizo al cantautor español y, por supuesto, con su música. Por ayer, el programa terminó una hora antes. Y Magdalena Ruiz Guiñazú adelantó su ciclo para rendirle homenaje también al periodista que se fue. En la revista TXT, que dirigía desde que salió, también preparan un número especial, que saldrá mañana. Seguramente allí recordarán varias de sus editoriales, sus respuestas a los lectores y su irónica manera de ver el mundo.
Pero la historia de este hombre de pelo siempre blanco comenzó mucho antes y con mejores notas que la de su enfermedad. De hecho, es más fácil que se lo recuerde por ese humor tan suyo que sugería más de lo que decía, por su visión ácida y aguda de la realidad a la que pasaba revista, cuando pasar revista era toda una novedad para la pantalla.
Hombre querido y respetado en el medio, Castelo nació en 1940, aunque coqueto: tenía un documento que lo hacía aparecer unos años menor. Pero más allá de los años, el periodista paseó su sonrisa y su estilo por todos los medios. Trabajó en la agencia de publicidad Marín-De Lorenzo, escribió en las legendarias revistas Tía Vicenta y Rico Tipo, fue guionista de la película "Cantaniño" allá por 1976 y escribió libros para el programa infantil "Rojo, verde y azul". Pero seguramente lo que marcó su vida en los medios fue aquel "Semanario insólito", que desembarcó en la desacostumbrada pantalla de ATC en 1982 para hacer humor con los ingredientes de la política. Un ensayo que sirvió de germen para su segundo gran éxito, "La noticia rebelde", que cambió para siempre el lenguaje televisivo, a partir de 1986. Junto a él estaban Jorge Guinzburg, Nicolás Repetto, Carlos Abrevaya y Raúl Becerra.
Castelo se convirtió en un partenaire de lujo de varios conductores de TV. Fue el compañero ideal para ponerle humor a las duras crónicas de Jorge Lanata en las sucesivas entregas de "Día D"; estuvo también con Horacio Cabak en "Gemelos ( hasta que se demuestre lo contrario)", en 1999, por Canal 9, y le agregó ironía a la disparatada mesa de "Medios locos", en plena época aliancista, en Canal 7.
Los 80 lo encontraron también en la radio, donde formó la antológica dupla con Alejandro Dolina, en "Demasiado tarde para lágrimas", por radio El Mundo. Más tarde, junto a Guinzburg y Carlos Ulanovsky, convirtieron a "El ventilador" en uno de los ciclos más oídos de la mañana, en 1998 y 1999. También acompañó a Lanata en la Rock & Pop.
Sin medias tintas
Viudo, a cargo de dos hijas -Carla y Daniela-, declarado "enfermo de Boca Juniors", temperamental, con sueños irrealizados de pintor, fumador empedernido, noctámbulo irremediable, y sobre todo, muy amigo de sus amigos, Castelo pasó por la vida sin medias tintas.
Ayer, de hecho, dos de ellos lo recordaron al aire con más lágrimas que palabras. Sabina de un lado de la línea, Lanata del otro, hablaron por Mitre de ese amigo que se fue. "Te quería mucho", le dijo Lanata. "Yo lo sé. Pero ahora sólo quedo yo para decir lo que lo amaba", se quebró el cantautor.
De este lado, seguramente habrá muchos más para decir cuánto lo querían. De este lado quedan sus oyentes, sus lectores y los televidentes, todos esos que siguieron su humor por la radio, por las revistas, y por la TV.
Fue en definitiva a ellos a los que Castelo, en estos últimos y difíciles tiempos, les escribió desde la revista TXT: "Gracias a los oyentes, arrebatados de amor y de esperanza. Gracias a los laburantes de TXT, que me tienen paciencia. Gracias a los lectores, que me acompañan con sus cartas. Gracias a mis colegas. Gracias a mis amigos. Gracias a mis familias. Gracias a toda esa gente que me para en la calle, que me abraza, que me ofrece valor para pelear, que me ofrece refugio, que me ofrece coraje. Dicen que fui valiente, no lo sé. Jamás hubiese sido valiente sin ustedes. Gracias, con el alma, muchas gracias. Esta vez yo, humildemente, los aplaudo de pie".
Desde ayer a las 21.30, los restos del periodista son velados en la Legislatura porteña, donde fue declarado ciudadano ilustre el último 4 de octubre. La inhumación será hoy, a las 14.30, en el Panteón de Actores del cementerio porteño de la Chacarita, según informó Horacio Marzurek, yerno del periodista, a la agencia Télam.
Estilo inconfundible
- Humor de doble sentido o con fuerte condimento político, pero sin caer en lo zafado. Mirada irónica con guiño hacia la audiencia. El "pasando revista" de "La noticia rebelde" se convirtió, años después, en "Día D", en una mirada a vista de pájaro por las tapas y las notas de los diarios, siempre buscando lo paradójico, los contrastes jugosos. Castelo conjugaba los reflejos periodísticos con el humor filoso con un estilo propio e inconfundible.
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