"Adiós querida luna", la última de Spiner
Es uno de los dos films locales incluidos en la sección oficial
A seis años de debutar con "La sonámbula", Fernando Spiner vuelve con "Adiós querida luna", una segunda apuesta por la ciencia ficción, pero esta vez en clave humorística, que compite por los premios Astor en el 19° Festival de Mar del Plata.
A mediados de los años 80, Fernando Spiner partió con rumbo a Italia, para estudiar cine en el Centro Sperimentale di Roma. Un corto suyo, en el que una cámara seguía en veloz travelling y sin interrupciones el encuentro y desencuentro de una pareja por un pasillo de esa casa de estudios, fue su tesis. De nuevo en casa, el trabajo le sirvió de carta de presentación. Pero en la Argentina, donde por décadas no había nada tan difícil como hacer cine fuera de los esquemas comerciales, su impulso transgresor estaba condenado de antemano, como ocurrió con casi todos los de su generación, a llegar al largometraje muchos años después.
Ahora, que "Adiós querida luna", su segundo largometraje, una historia de ciencia ficción atravesada por el humor más despiadado, es uno de los títulos elegidos para representar a la Argentina en la sección oficial del 19° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (se verá por primera hoy en el Auditorium, a las 12 y a las 22), sigue tan entusiasmado como si ésta fuese la primera vez.
A los 45, Spiner no para de sonreír, feliz como un chico porque, como su vida está muy relacionada con Villa Gesell, parientes y amigos de toda la vida podrán ir a verla recién salida del laboratorio.
Un viaje de ida
Los cortos "Testigos en cadena", "La balada del Kaiser Carabela", con Luis Alberto Spinetta, el mediometraje en video "Ciudad de pobres corazones", con Fito Páez y finalmente su debut con "La sonámbula" no son los únicos títulos en su currículum.
Para la TV, Spiner dirigió éxitos como "Cosecharás tu siembra", "Zona de riesgo" y más tarde pulió el estilo que identificó a "Poliladron", el primer suceso a lo grande de Adrián Suar como actor y productor a la vez. Después llegaría el turno de la excelente miniserie "Bajamar", que rodó en Gesell y sus alrededores, la ciudad-pueblo del Atlántico en donde vivió buena parte de su juventud y en la que tanto en invierno como en verano se lo suele ver montado en su bicicleta. El debut fue en 1998 con "La sonámbula", un relato de ciencia ficción ambientado en una Buenos Aires del futuro en la que sus habitantes, víctimas de un gas tóxico, pierden la memoria y la identidad.
Seis años después, y en los tiempos de "Matrix", y de los usos y abusos del conocido como cine independiente local, Spiner vuelve a sorprender con un singular trío de astronautas argentinos que, por decisión inconsulta de los gobernantes del futuro, tienen como misión bombardear la Luna hasta hacerla desaparecer y así poner freno a las tempestades que azotan a la Tierra. Sin embargo, después al disparar el primer misil quedan varados en el espacio, cada vez más abandonados por sus superiores. El proyecto, que es una adaptación de la pieza "Gravedad", de Sergio Bizzio, nació cuando acababa de dejar atrás la propuesta, por encargo, de una versión western de las parábolas de Cristo, como parte de un colectivo que nunca se concretó. Sus elegidos para emprender esta aventura espacial son Gabriel Goity, Alejandra Fletchner, Alejandro Urdapilleta y Horacio Fontova.
A puerta cerrada
-¿Por qué esta película?
-Me gustó mucho el tono, la puesta, esta cosa de los actores trabajando una verdad que es patética, dramática, y jugar a que todo eso tomase vida. Hay muchos momentos en los que te divertís, pero no por eso deja de ser una apuesta fuerte. Si me preguntás qué otras películas vi en este tono, pienso en Alex de la Iglesia.
-El denominador común que une a los personajes es su idiosincrasia llevada al límite, incluso al exceso...
-Sí, porque hasta el único extraterrestre es un vampiro argentino hasta la médula de los que vemos por la calle, y eso es lo potente de la película: cómo invadir el género con tanta argentinidad, eso de llevar con naturalidad la torta frita al espacio.
-Todo ocurre entre las paredes de la nave o ahí nomás...
-Es una película de esas con personajes encerrados en un espacio del que no pueden escapar, como "El ángel exterminador" y "La tarea". Eso me gustaba y me sedujo desde lo productivo para iniciar algo para lo que en principio no contaba con recursos.
-Justamente la propuesta acotada y el tema delirante aumentan el riesgo...
-En lo personal creo que logramos lo que buscábamos. Para mí una de las cosas más importantes fue la experiencia de partir de una obra de teatro con cuatro actores en un solo lugar, cosa que me permitió meterme más en la dramaturgia, en la puesta con los actores.
Manual de argentinismos
-Se nota mucha complicidad entre los actores y el director...
-Esto es lo más parecido a juntarme con unos amigos para hacer una película, y divertirme como nunca antes lo había hecho en un rodaje. Nos reímos muchísimo, y nos seguimos riendo cuando la volvemos a ver.
-¿Cómo terminó de construirse?
-Hubo un trabajo de posproducción muy importante, con gente muy rigurosa. La apuesta era por la "pavada nacional", pero como si fuera "2001", y argentina a la vez, con una nave argentina, con música argentina, con historias nuestras, de barrio. Lo más gracioso es que me comentaron que ahora los norteamericanos planean hacer estallidos nucleares en la Luna, así que no estamos tan equivocados que digamos.
-¿Te guió esa cosa tan nuestra de patrioterismo y triunfalismo?
-Sí, eso de tener a nuestro Gran Diego que nos protege. En medio de toda esta risotada estás hablando de algo que pasó, en Malvinas por ejemplo, una trasnochada muy parecida a la que tiene como eje mi película: un día a un tipo se le ocurrió mandar soldados a un lugar pensando en que no iban a venir y vinieron para matar a un montón de pibes, pero no importa porque "se los recordará con gloria". El final de la película es un poco la síntesis de eso.
Un mar cercano
-Es historia con muchos localismos, ¿eso es bueno a malo?
-Sí, esa localidad pesa. Pero si el espectador comprende las historias de los personajes por la fuerza que tienen, creo que en el exterior ese factor no va a jugar en contra. Seguramente por eso estoy muy contento de que el estreno mundial sea en Mar del Plata, pero además porque voy a estar en un mar muy cerquita del mío, algo que no podría lograr en otro festival. Ya estoy preparando el shortcito.
-¿Te emociona?
-Sí, pero lo que también me emociona, y mucho, es haber terminado una película.
-¿Qué pasó entre tu primera película y ésta?
-Uno piensa en muchas películas, pero recién cuando estás frente a un proyecto del que se tiene conciencia que se puede hacer la cosa cambia. Por eso también la atracción del formato que me permitió trabajar mejor con los actores y sus personajes. Además, para un cineasta independiente de la Argentina actual, hacer películas incluso de vez en cuando ya es un éxito.
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