Adiós a un cómico de genuina popularidad
Un día después del adiós a Norman Erlich, el humor perdió a otro de sus genuinos representantes. A los 71 años, víctima de una embolia, falleció en la ciudad cordobesa de Villa Carlos Paz Mario Sánchez, cuya galería de personajes radiofónicos y televisivos casi siempre encontró el franco y amplio reconocimiento del público.
El humor popular que cultivó el cómico nacido en Mendoza en 1936 nunca alcanzó los primeros planos y las pocas veces que emprendió proyectos como protagonista visible (como en el ciclo de TV ¡Viva la risa! ) los resultados demostraron que tales compromisos estaban por encima de sus posibilidades. Pero al mismo tiempo se las ingenió para poner un sello indeleble a creaciones muy apreciadas y seguidas por la gente.
Entre ellas, tal vez en términos genéricos la más destacada haya sido la de ese ingenuo y voluntarioso sanatero que heredó del gran Fidel Pintos y al que despojó de su porteñidad para darle cierta impronta provinciana. Con frases que de inmediato ganaron enorme difusión como "no sea agarrero" y "tenemos que amucharnos", Sánchez paseó a su más celebrado personaje por varios escenarios desde su muy comentado debut en Polémica en el bar a comienzos de la década de 1980.
"Lo que yo hago es fantasía. Me subo arriba de la mesa, del mostrador, de una silla y hablo a los gritos de un país que no existe. Una especie de Argentina año verde. Mi sanata es una fantasía honesta, a veces tiene un mensaje. En forma irónica digo cosas que son la realidad, pero como las digo yo no duelen tanto", confesó en 1981, cuando ese personaje había llegado al pico de su popularidad.
La correspondencia radiofónica de ese candoroso personaje fue Bartolito, la primera de las múltiples máscaras que Sánchez elaboró durante varias temporadas en Rivadavia junto a Héctor Larrea. Ambos, en Rapidísimo , hicieron innumerables sketches -algunos memorables- con casi 70 personajes diferentes, entre los cuales sobresalió aquel solitario hombre de campo conocido como el gaucho Barralde, que en su posterior aparición televisiva Sánchez siempre vestía con algunos rasgos caricaturizados de Horacio Guarany.
Aquí, el cómico no hacía más que ratificar su destreza como imitador, recurso con el que hizo sus primeras armas en el espectáculo, durante los años 60, junto a Beto Cabrera en el recordado Dúo de Dos, que surgió en Telecómicos y llegó a tener un par de ciclos propios de TV.
El riguroso historiador Jorge Nielsen recuerda que posteriormente acompañó a Délfor (cinco temporadas en La revista dislocada ) y Carlos Balá antes de iniciar en 1973 una larga colaboración con los hermanos Sofovich que se reflejó en varios ciclos televisivos y revisteriles, además del citado éxito en Polémica en el bar , de la mano de Gerardo Sofovich. No se destacó demasiado en el cine, donde repitió varias veces papeles de militar que conocía de la vida real: antes de convertirse en actor había sido suboficial de la Fuerza Aérea.
Hace dos décadas llegó a Córdoba para trabajar en una temporada y decidió radicarse en Villa Carlos Paz, donde su nombre nunca faltaba en las marquesinas de espectáculos revisteriles y de music hall. En ellas explotaba el costado más pícaro de su popular estilo humorístico.
Sus apariciones se discontinuaron en los últimos años a raíz de crecientes problemas de salud. Padecía deficiencias circulatorias por una diabetes crónica y estaba internado para un chequeo con vistas a un by pass cuando se produjo el deceso. Sus restos fueron velados en una casa funeraria de la villa serrana y se aguardaba el arribo de familiares desde Mendoza para proceder a su cremación.