Adiós a la primera dama del teatro
Además de haber trabajado en el cine y en la TV, fue una de las figuras más importantes de la escena nacional
Dicen que Inda Ledesma ha muerto, pero para todos aquellos que tuvieron la oportunidad de verla sobre un escenario siempre estará presente en la memoria como una de las grandes actrices del teatro argentino. Sirva como claro ejemplo su actuación en El campo , de Griselda Gambaro, una de sus geniales interpretaciones. Como todas las grandes tenía particularidades expresivas. Solía desplegar una variada gama de recursos expresivos que la destacaban tanto en los personajes dominadores como en los sumisos, a los que agregaba una voz muy sugerente, intensamente trabajada. El mismo resultado obtenía tanto en el drama como en la comedia y podía conmover con apenas un gesto las fibras sensibles de los espectadores. Su histrionismo confería una dimensión especial a los personajes protagónicos.
Hacía varios años que estaba, por razones de salud, alejada de la actividad (residía en un geriátrico), pero su recuerdo siempre aparece en cualquier conversación acerca del quehacer teatral. Y cómo no hacerlo si fue una figura señera.
Había nacido el 29 de marzo de 1926 y comenzó su carrera en 1945 (tuvo como maestro a Antonio Cunill Cabanellas), en la Comedia Nacional Argentina con El avaro , de Molière, y al año siguiente en cine con El viaje sin regreso , de Pierre Chenal. Participó en 24 películas y sus papeles más importantes fueron en A puerta cerrada (Huis Clos), de Pedro Escudero; Historia de una carta , de Julio Porter; El hombre de las sorpresas , de Leopoldo Torres Ríos; Sección desaparecidos , de Pierre Chenal, y Los días que me diste , de Fernando Siro.
En 1961 fue convocada por Orestes Caviglia, director de la Comedia Nacional, para interpretar Hombre y su perhombre, de Bernard Shaw, junto con Ernesto Bianco, y fue cuestionada por las autoridades imperantes por su ideología política de izquierda. Este acto discriminatorio provocó la renuncia de Caviglia y de todo el elenco, quienes, formaron el grupo Gente de Teatro Asociado y se instalaron en el Santa María, donde ofrecieron durante un año la obra del dramaturgo inglés.
A mediados de 1964, asumió la dirección artística del Teatro Argentino, donde produjo un repertorio que incluyó El señor Puntila y su chofer , de Bertolt Brecht; La muerte de un viajante , de Arthur Miller, y Llegan los artistas , de Jacobo Langsner.
Ledesma compartió con Ernesto Bianco varias obras, entre ellas, Mi querido mentiroso , de Jerome Kilty; además interpretó El pan de la locura , de Carlos Gorostiza; Vestir al desnudo , de Luigi Pirandello; Tres hermanas , de Antón Chejov; su unipersonal Andar por los aires, por el fuego, por la tierra y por la gente ; El zoo de cristal , de Tennesse Williams, por el cual ganó el premio María Guerrero; Del sol naciente , de Grisela Gambaro. Fue Lady Macbeth en Macbeth , de William Shakespeare, que se ofreció en el San Martín, dirigida por Roberto Durán en 1973, sala oficial donde en 1987 dirigió Tres hermanas , de Antón Chejov, y en 1988 El último padre , de Rodolfo Braceli.
Directora eminente
También ejerció la dirección de títulos como Israfel , de Abelardo Castillo, con la actuación de Alfredo Alcón; su versión modernizada de Medea , de Eurípides; Sin testigos , de Sofía Prokoffieva, con Susú Pecoraro y Miguel Angel Solá; Orinoco , de Emilio Carballido, en la que además fue reconocida como mejor actriz, en 1991, por la Asociación de Críticos e Investigadores Teatrales de la Argentina.
En ciclos de televisión trabajó en Alta comedia ("El tobogán", de Jacobo Langsner), Nosotros y los miedos , Compromiso , Situación límite y Cuentos para ver .
Su voz, personal e inconfundible, con un manejo increíble de los matices, estará por siempre asociado a la obra de los grandes poetas como Jorge Luis Borges, Juana de Ibarbourou, Luis de Tejeda, José Mármol, Leopoldo Lugones, Alfonsina Storni y Pedro Miguel Obligado, entre otros, poemas que quedaron registrados en placas discográficas. Asimismo, se le otorgó el diploma al mérito del Premio Konex en 1981 y en 1991.
Entre sus últimos trabajos en cine figuran los films Flop (1990), de Eduardo Mignogna; Un amor de Borges (2000), de Javier Torre, en la que encarnó a Doña Leonor Acevedo de Borges, y en el mediometraje de Pietro Silvestri Ciudad invisible (2008).
Esta gran histriónica se fue ayer, a los 83 años, a causa de un paro cardiorrespiratorio. Sus restos son velados en Thames 1164 y serán inhumados hoy, a las 10, en el Panteón de Actores del cementerio de la Chacarita, según informaron allegados a la actriz.