Acusada: hábil estudio de un personaje vibrante
Acusada (Argentina, 2018). Dirección: Gonzalo Tobal. Guion: Gonzalo Tobal, Ulises Porra Guardiola. Fotografía: Fernando Lockett. Edición: Alejandro Carrillo Penovi. Elenco: Lali Espósito, Leonardo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego. Duración: 108 minutos. Calificación: apta mayores de 16 años. Nuestra opinión: buena
La felicidad rota de los Dreier se percibe desde los ventanales del altillo de la casa familiar, definida por el insistente sonido del videojuego que comparten con desgano y algo de tensión contenida Dolores (Lali Espósito) y su hermano Martín (Emilio Vodanovich). Hace dos años y medio, Dolores fue acusada de asesinar a su mejor amiga y desde entonces su vida es sinónimo de encierro social, asedio mediático y culpas silenciadas. El juicio es inminente y la pregunta lógica que se dispara es si esa joven de 21 años, estudiante de Diseño de Indumentaria e hija de una "buena" familia, es capaz de venganzas y atrocidades.
Como en todo thriller, la clave está en el clima y en la administración de pistas e interrogantes que mueven la trama y aguzan el interés del espectador. Gonzalo Tobal (Villegas) pendula en su dirección entre dos elementos: el estudio del personaje, sostenido en la estilización estética (el uso de los reflejos, de las panorámicas circulares), en la intervención de desvíos argumentales (la misteriosa desaparición de un puma), en concentrar el dilema de la culpabilidad en el seno mismo de la familia (¿creen los padres en la inocencia de su hija?), y los requerimientos del género: el ritmo sostenido, la implantación gradual de los indicios, la necesaria resolución de los enigmas.
La indecisión en esa encrucijada es lo que más afecta la película, que logra sus mejores momentos cuando indaga silenciosamente en la superficie brillosa de su personaje, siempre a punto de rasgarse, y naufraga cuando quiere animar el ingenio y las pistas llegan tarde o se resuelven de manera atolondrada.
Acusada se construye alrededor de la presencia de Lali Espósito y logra explotar su magnetismo cuando devela el artificio de la ficción interna, cuando se pone en tensión esa Dolores que deben conocer la prensa y la Justicia para exculparla. En tanto le exige ser la apariencia de la ambigüedad para no despertar desconfianza, en tanto abusa de la música para enrarecer el ambiente y le hace esquivar cualquier emoción, se mantiene en la superficie. Cuando ella en tanto personaje desgarra el guion, se desvía del entrenamiento, se saltea los designios del abogado (como en la entrevista televisiva con el presentador que interpreta Gael García Bernal), algo vibra. Es mucho mejor lo que la película consigue en el retrato del frágil entorno familiar (excelentes Inés Estévez y Leonardo Sbaraglia) que en despistar sospechas y girar sobre alegatos y revelaciones.
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