Abel Ayala: "Ante el peligro, madurás a la fuerza"
El actor, una de las revelaciones de El maestro, dormía en la estación Constitución a los 9 años y vivía en un hogar cuando hizo su primer papel, en la películaEl polaquito; tras el final de esta noche de la serie de eltrece,se sumará al elenco de la segunda temporada de El marginal
Lejos estaba de soñar aquel pequeño de nueve años que dormía en Constitución que un día compartiría protagónico con Ricardo Darín, trabajaría con el español Fernando Trueba, obtendría el papel para una película de Juan Carlos Desanzo o se pondría en la piel de un joven Maradona para la gran pantalla. Tampoco que sería doblado al francés en una serie de TV o que actuaría en una tira junto a Julio Chávez. Como en el ring, al igual que su personaje de Brian en el unitario El maestro –cuyo último capítulo se emitirá esta noche por eltrece– Abel Ayala tuvo su segundo, tercero y cuarto round, se calzó los guantes y miró al frente. “Tuve mucha suerte”, dice el actor.
Ayala (La Plata, 1988) vivió de niño la misma realidad que la de miles de chicos en el país: la calle, la pobreza y el crecer de golpe. No conoció a su papá, a los siete años supo que su hermana era en realidad su mamá y se escapó de casa a los nueve. Vivió en Constitución y luego en el hogar El Arca, en Moreno, donde el cineasta Juan Carlos Desanzo lo eligió, en un casting entre 40 nenes, para protagonizar El polaquito, la historia de un chico de la calle.
En un paseo con LA NACIÓN por el barrio de Palermo, el actor dice sentirse afortunado. “Tuve la suerte de encontrarme con asistentes sociales que me ayudaron. Vivir en la calle es horrible, lo más difícil es encontrar un lugar dónde dormir, porque te pueden violar, pegar, orinar. Ante el peligro, aprendés a madurar a la fuerza o te morís. Pero al final todas esas cosas, mirá cómo es la vida, en mi caso terminaron siendo útiles como herramientas actorales”, cuenta.
Desanzo es para él su “papá”. El cineasta le dio la oportunidad de cambiar su historia y le enseñó un oficio. “Un oficio al que amo, el trabajo del actor está intrínsecamente relacionado con lo que uno es, se trabaja con el alma, y con Desanzo aprendí que la cámara no existe”, señala. Por su papel en El polaquito, Ayala fue reconocido como actor revelación por la Asociación de Críticos Argentinos.
A partir de entonces, su carrera actoral no hizo más que crecer. Protagonizó a un joven Diego Armando en Maradona, la mano de Dios, de Marco Risi; coprotagonizó junto a Ricardo Darín El baile de la victoria, de Fernando Trueba, y participó en numerosas producciones cinematográficas y en tiras televisivas como Mujeres asesinas, Sos mi hombre (en el papel del ‘Guachín’), Historia de un clan, El marginal (como César) y El maestro, donde encarna al novio boxeador de Luisa, el papel de Carla Quevedo .
Para esta serie, Pol-ka le planteó trabajar con un profesor de boxeo profesional de un barrio humilde, “un crack que la estaba peleando minuto a minuto, y yo vi en él a Brian”. De su paso por la serie, Ayala resalta la experiencia de haber trabajado junto a Julio Chávez y aprender de él “el compromiso por el trabajo, la disciplina y el ser fiel a uno mismo”.
Fernando Trueba fue otro gran referente para el actor, que llegó a vivir con él “un tiempo en España”. El personaje de Ángel Santiago en El baile de la victoria le llegó cuando trabajaba en la televisión en Madrid. “Mi papel iba a ser para Gael García Bernal y el de Darín para Al Pacino. Se cayó el productor, ellos se bajaron y el director le ofreció mi papel a Diego Luna. Él no pudo, luego me vio y pensó que era yo”, cuenta.
En El margina l, que se puede ver por Netflix , trabajar bajo la dirección de Luis Ortega fue otro “regalo” de la vida. “Luis es de otro planeta, es un creativo único, tiene personalidad y no se traiciona”, dice.
A la espera de comenzar a grabar la segunda temporada de esa ficción, Ayala disfruta interpretando al Guachín, un amante del fútbol, noble, trabajador y enamoradizo que surgió en Sos mi hombre, en eltrece, y ahora protagoniza videos breves producidos por M&M, productora de Heber Marchioni. “El Guachín rescata valores perdidos, como el amor por la selección, y se va a ir a Rusia a hacer la cobertura del Mundial. Allá tenemos jugadores amigos como Leo Paredes o Driussi, que lo van a hospedar”. Este personaje también lidera una banda de cumbia que dará shows en vivo.
Abel camina por el hipódromo de Palermo, va cantando una de esas cumbias y agradece cuando la gente se le acerca a saludarlo: el mozo de un restaurante, un apostador de caballos o un taxista que gira la cabeza cuando lo reconoce y le pide una foto.
En un gesto de agradecimiento por las oportunidades que le dio la vida, el actor, padre de dos nenas, recorre escuelas, centros sociales y auditorios de todo el país dando charlas motivacionales junto al psiquiatra Axel Otero. El fin es inspirar a quienes “están tristes o rendidos, y a eso les digo que en la vida todo se puede. Yo soy la prueba de que es así”.
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