A un siglo de la glorificación del ruido
Hace exactamente un siglo, el propio Debussy se hacía eco de la profesión de fe inicial del italiano Marinetti, quien había dicho, con el mayor convencimiento, que "un automóvil... es más bello que la Victoria de Samotracia" .Y sobre esta vía, el autor de Pélleas et Melisande se preguntaba: "¿No es nuestro deber encontrar la fórmula sinfónica que exige nuestra época, la del progreso, las audacias y las victorias modernas? El siglo de los aeroplanos tiene derecho a su música".
Fue el italiano Luigi Russolo (1885-1947), el más influyente de los compositores futuristas, quien concibió un lenguaje sonoro en el cual los rumores fueron equiparados a los sonidos musicales y en 1913 ideó el scoppiatore , que es su primer intonarumori . Siguieron después otros instrumentos como los ululatori , los sibilatori , los ronzatori ... Introdujo tales instrumentos en sus composiciones y las difundió en Módena, Milán, Génova, Londres y, en 1921, en París, donde hizo escuchar nuevos inventos destinados a producir los ruidos más variados, rechinamientos, zumbidos, explosiones, crujidos, frotaciones. Todo lo necesario, en suma, para inaugurar un "arte del ruido, que debe ser estridente, dinámico y perfectamente acorde con la vida moderna".
En realidad estos procedimientos habían aparecido ya en Inglaterra y en Italia, pero fue a partir de su introducción en París cuando comenzaron a ser objeto de gran interés por arte de Stravinski, Hindemith y Varèse. Al no ser Russolo un músico de carrera, sino más bien un pintor, su experiencia en materia de composición musical no alcanzaba la altura de sus ideas.
Es en la década de 1920, en el período de entre guerras, cuando la música de la era de la máquina llegará a hacer furor en París, por obra de George Antheil, un norteamericano expatriado, que causó sensación en 1926 con su Ballet Mé canique, para lo cual requiere ocho pianos, ocho xilofones, una pianola, dos timbres eléctricos y una hélice de avión. Tres años antes, en 1923, Honegger daba a conocer su movimiento sinfónico Pacific 2.3.1. en el que pretendía reflejar una aceleración matemática evocando una locomotora en marcha con una intención futurista.
También en el nuevo estado soviético las ideas futuristas atraparon a los compositores asociados al movimiento constructivista, a través de una posición estética de acercamiento al proletariado urbano. El más célebre intento es el del ballet Fundición de acero de Alexandre Mossolov, con el pensamiento del movimiento obrero como fuerza de acción. A su vez Prokofiev celebra en París el vigor de la joven Unión Soviética con su ballet El paso de acero , representada por la compañía de Diaghilev en 1927.
Pero todavía era preciso esperar al francés Edgar Varèse para obtener las mayores posibilidades de los gustos futuristas por los ruidos urbanos. Al emigrar en 1915 a EE.UU., compone su primera obra americana, Amèriques , para una orquesta de 142 ejecutantes, con la intención de marcar la existencia de "nuevos mundos sobre la tierra, en el cielo o en el espíritu de los hombres". Y luego llegará Ionisation (1929-1931), una de las primeras obras compuestas en Occidente para percusión sola. De aquí en más se abre otro grande y decisivo camino para la historia de esta rama de la creación sonora. Por ahora, hasta aquí llegamos...
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