A los 16 años la coronaron como “Miss TV” y la Argentina se rindió a sus pies: Érika Wallner, la “vecina” que arrasó
Criada en Castelar, desde chica Érika Wallner supo que su destino eran los escenarios; trabajó con Narciso Ibáñez Menta y hasta con Robert Duvall; alegrías y festejos de una “vecina que actuaba”
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Era una niña cuando en su hogar de su amada Castelar, al regresar de la clase de baile con la profesora Nélida Benavidez, les dijo a sus padres que soñaba con ser artista y llegar lo más alto posible. Y vaya si lo logró Érika Wallner (Érica Frauwallner en los documentos). En 1957, a sus 16 años, la consagraron Miss Televisión y no paró más. Tanto fue así que solo por su juventud no pudo competir para Miss Argentina pese a haber logrado ser ternada, porque era menor de edad y debía tener 18 años para poder participar de aquel certamen. “En su lugar debió ir la primera princesa, Roxana Yani, junto a otras participantes como Susana Mores y Cristina Mujica”, describe Glamour Argentino, la página de Facebook más completa en lo referido tanto a concursos nacionales como internacionales.
Cuando murió, el 26 de agosto de 2016, a una semana de cumplir los 75 años, víctima de una insuficiencia renal, el sitio web castelar-digital.com.ar la recordó con una nota que le rindió homenaje citando a otros vecinos ilustres de esa localidad del oeste del conurbano. “Desde Diego Capusotto a Matías Santoiani, pasando por Iván Noble, Alberto Ramponelli, Alberto Luis Ponzo, Choly Berreteaga, María Rosa Lojo y Eduardo Sacheri, la ciudad tiene sus representantes”, redactaron los colegas Leandro Fernández y Ana María Rossano, autores de la publicación del sitio. Completaron con el testimonio de una vecina de la infancia, Mónica Romero, quien les contó que Érika llegó al barrio para vivir en la vivienda contigua a la suya cuando tenía tan solo seis meses. Además, destacó que siempre fue muy cercana y afectuosa con todos los vecinos, al igual que sus padres: ella peluquera, él tornero, llevaban a cabo sus oficios en la propia casa.
“No la dejaban salir mucho. La cuidaban, preferían que estuviera dentro de su casa. Entonces yo iba para allá. Nos separaba sólo un alambrado, al frente también. No había rejas, así que era saltarlo para jugar. Tenían un perro bulldog y yo lo montaba y ella se reía muchísimo. Siempre fue graciosa”, recordó Mónica, vecina de la calle Libertador a metros de la plaza Manuel Belgrano, en diálogo con castelar-digital. Y agregó: “Fuimos compañeras en la Escuela 17, allí hicimos la primaria. Ella después completó el secundario en el Sagrado Corazón. Luego, cuando empezó a trabajar, terminaba y se tomaba el tren en Miserere y volvía a Castelar. Llegaba maquillada, preciosa. Entraba y al rato volvía a salir en remera y zapatillas Flecha blanca como siempre. Pero con sombrero; amaba los sombreros y le quedaban muy bien. Cuando se casó con Carlos Estrada se fue a vivir a Capital, pero siempre estuvimos en contacto. Iba a ser la madrina de mi hija”.
Wallner comenzó siendo alumna de la célebre Hedy Crilla, actriz de teatro y maestra de actores austríaca, exiliada en 1940 en Buenos Aires, donde huyó del nazismo. Érika fue una de las precursoras del movimiento Nouvelle vague, de reacción contra las convenciones y estructuras presentes en el cine de masas de ese momento, que los nuevos realizadores postularon como máxima aspiración la libertad de expresión y la libertad técnica en la producción fílmica.
En TV debutó en 1956 en Hay que matar a las gallinas, con el personaje de Bárbara, y trabajó ininterrumpidamente año a año. Hasta que en 1964 formó parte del furor que causó El amor tiene cara de mujer, de Nené Cascallar. Luego siguieron Cuatro mujeres para Adán, Cuatro hombres para Eva, Papá Corazón, Celeste, Celeste siempre Celeste, Libertad condicionada, Padre Coraje, Herederos de una venganza..., entre tantos y tantos éxitos.
Por su estilo de actuación de mujer de carácter, brilló junto a Narciso Ibáñez Menta en El hombre que volvió de la muerte, El sátiro y El Pulpo Negro.
En cine, la primera película que filmó fue Héroes de hoy, de Enrique Dawi, en 1960, a los 18 años. Érika interpretaba el personaje de Tina. Era tan dúctil como actriz que exitosos cantantes del momento la eligieron para que formara parte de sus filmes, como Antonio Prieto en La novia; Leo Dan en La novela de un joven pobre; Jorge Sobral en Che, OVNI; y Leonardo Favio en Simplemente una rosa.
Además participó de Un guapo del 900, Yo gané el prode... y usted?, Haz la loca... no la guerra, El Fausto criollo, Tierra de diamantes, Correccional de mujeres, Asesino por el poder y decenas más. Se hizo más famosa aún cuando formó pareja y luego se casó con otro grande de la escena, Carlos Estrada.
Durante las décadas de los ‘80/’90 su crecimiento fue tan arrollador que rodó en Puerto Rico, Chile, México, Estados Unidos, Venezuela, coproducciones con cadenas hispanoamericanas extranjeras como la telenovela Amanda, junto a Libertad Lamarque, y Grecia, con Grecia Colmenares. En 1996 se destacó en El hombre que capturó a Eichmann -la historia del jerarca nazi- protagonizada por los artistas estadounidenses Candice Bergen y Robert Duvall.
Para España filmó Amar a la española, Vida íntima de un seductor cínico, Esposa y amante, Cantando a la vida y No importa morir (coproducción española-italiana).
Trabajó hasta último momento. Cuando se enfermó estaba haciendo La casa de Bernarda Alba, dirigida por José María Muscari. La reemplazó otra gran actriz, Edda Bustamante.
En Facebook, la Asociación Argentina de Actores la despidió con honores: “Estaba afiliada a la Asociación Argentina de Actores desde hace 49 años. Se lució desde muy joven en sus trabajos en cine, televisión y teatro. Junto a su marido Carlos Estrada y conformaron una de las parejas más populares y queridas del mundo artístico...”.
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