A la altura de las expectativas
Emocionante encuentro con las grandes figuras de la danza mundial
Cuando se trata de una gala, esta distinción no siempre representa un grado de excelencia, pero en esta oportunidad la Primera Gala de Ballet de Buenos Aires puede ostentar orgullosa esta nominación. Con la participación de bailarines de diferentes compañías internacionales ofreció, con el mismo eximio nivel de interpretación, un variado programa integrado por pas de deux y solos. Lo más interesante radica en la selección de coreografías que ofreció cada pareja o solista, que permitió demostrar realmente el alto grado de capacitación para encarar tanto la danza clásica como la contemporánea.
De esto, son un clarísimo ejemplo Natalia Osipova e Ivan Vasiliev, ambos del Bolshoi, que interpretaron Serenata , con música de Amerigo Ciervo, con una moderna coreografía en la que volcaron, además de técnica, sensualidad y erotismo, lo que sacudió al público. En la segunda parte, cerraron el programa con el grand pas de Don Quijote , donde expusieron una técnica impecable que les permitió lucirse en los giros y los saltos, demostrando la excelencia de la escuela del Ballet del Bolshoi.
Otro bailarín que conmovió a los espectadores fue Daniil Simkin del American Ballet Theatre, que ofreció en primer lugar el pas de deux de El corsario , acompañado por una correctísima Iana Salenko, del Staats Ballett Berlin, y luego el solo Les bourgeois , con música de Jacques Brel, elecciones que le permitieron demostrar el talento y la ductilidad del bailarín, que se extienden más allá de la técnica, transformando a la danza en un movimiento tan natural como la respiración.
No faltaron los argentinos, Natalia Pelayo y Federico Fernández, del Teatro Colón, que estuvieron a la altura de sus colegas, con un programa que incluía La bella durmiente , de Tchaikovsky, y Manón , de Massenet. También estuvieron Agustina Verde y Bautista Parada, del Argentino, que tuvieron una sola actuación que alcanzó para mostrar su nivel con una potente interpretación de Espartaco , de Khachaturián.
Ana Sophia Scheller, del New York City Ballet, y Joseph Phillips del ABT, eligieron Esmeralda , de Pugni, y Tchaikovsky , con música del compositor ruso, temas que resolvieron con mucha seguridad y aplomo.
La pareja de la compañía francesa de la Opera Nacional de París, Mathilde Froustey y Mathias Heymann, se lució con Delibes suite y Who Cares , con música de Gershwin, donde la joven bailarina encantó con su gracia y ductilidad para crear imágenes etéreas.
Muy potentes resultaron los solos que estuvieron a cargo de Daniel Proietto (Eastman) y Pablo Fermani (CNDC). El primero interpretó Two , de Andy Cowton, una coreografía con un fuerte componente dramático. Por su lado Fermani encaró Lay Still , con coreografía de Gustavo Lesgart, otro trabajo donde el cuerpo en su totalidad pasa a encarar un gran protagonismo. En ambos casos, la iluminación fue fundamental.
Un gran espectáculo que se mereció la respuesta entusiasta de un público que aplaudió y ovacionó todas y cada una de las actuaciones.
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