A los 89 años, murió el bailarín y coreógrafo Juan Carlos Copes
"El tango es un sentimiento que se baila", decía Enrique Santos Discépolo. Ernesto Sabato y Jorge Luis Borges ampliaban el concepto a "un pensamiento triste que se baila". Pero también hay que agregar que es una música y una danza que se exportan y que hoy ha muerto uno de sus mayores embajadores: Juan Carlos Copes. El bailarín y coreógrafo, que sufría Epoc, había contraído Covid-19 en diciembre pasado. Tenía 89 años.
Así lo informó en redes sociales su hija Johana, quien además fue su compañera de baile, hasta los últimos años en que Copes paseó por los escenarios. "Fue todo muy rápido, falleció mi papá", escribió la bailarina, y destacó que el recuerdo de su padre "seguirá brillando en las estrellas". El bailarín se encontraba internado en el Sanatorio La Torre de Florida.
Nacido en el barrio de Mataderos, el 31 de mayo de 1931, Copes abrazó el tango danza durante más de medio siglo, creando espectáculos y llevándolos por los más diversos escenarios del mundo. Fue, sin duda, uno de sus grandes impulsores, a partir de un hito artístico que se llamó Tango Argentino. Aquel espectáculo creado por Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, debutó en 1983, en París. Copes y su compañera María Nieves integraron aquella compañía que también incluyó a Cecilia Narova, Carlos y María Rivarola, Mayoral y Elsa María, Nélida Rodríguez y Nelson Ávila, Mónica Frías y Luciano Frías, Virulazo y Elvira Santamaría, entre muchos otros que se sumaron en diferentes épocas y escenarios.
Luego de aquel éxito, el show recorrió las grandes capitales del mundo, de Tokio a Londres, y finalmente llegó a Broadway en 1985, donde provocó un fenómeno de proporciones, renovando el interés por el tango en los Estados Unidos. Años después, Copes ganaría el premio central de la Asociación de Coreógrafos de ese país por su trabajo en Tango, la película de Carlos Saura.
"El tango es la única danza que permite imaginación y creatividad para formar, en tres minutos, una historia de amor, de odio. Pero son tres minutos que, si hay una cierta relación cuerpo a cuerpo, te hacen olvidar cualquier problema", relataba el bailarín, que consideraba "Quejas de bandoneón", de Juan de Dios Filiberto, interpretado por la orquesta de Aníbal Troilo, "Negracha" y "Recuerdo", de Osvaldo Pugliese, y "Danzarín", de Julián Plaza, sus "caballitos de batalla".
Pero la historia de su pasión por esta música y su danza no había comenzado en los ochenta, esos años de resistencia tanguera, sino cuando aquello que se conocía como la música del dos por cuatro era moda, idiosincrasia porteña y una costumbre, casi diaria, que se escuchaba y se bailaba en salones, pistas de clubes de barrio y patios de casas.
Allá por finales de la década del cuarenta, ya frecuentaba algunas milongas de Villa Pueyrredón y Villa Crespo. En los bailes de Atlanta conoció a María Nieves. Y en 1951 concursó junto a ella en un certamen de baile en el Estadio Luna Park, donde había 300 parejas inscriptas. Lograron el primer puesto. En 1955 crearon, de manera independiente, un primer espectáculo de tango danza y el 30 de diciembre de ese mismo año firmaron contrato para bailar en el Teatro Tabarís y en el Nacional, al frente de una compañía que se llamó Juan Carlos Copes y su ballet de tango.
Tres años después Copes llegó a la pantalla grande con Detrás de un largo muro, de Lucas Demare. Hasta fines del siglo pasado se lo pudo ver en otras, como Carlos Gardel, historia de un ídolo, Ésta es mi Argentina, Solamente ella; Tango, Bayle nuestro; Funes, un gran amor; Los guardianes del ángel, y la que más ha trascendido, Tango, de Saura.
No tengo palabras [R]Que el Señor te reciba Negro querido Gracias por tanto Juan Carlos Copes #copes#juancarloscopes#tangopic.twitter.com/s4UWzAKIsx&— Amelita Baltar (@AmelitaBaltar) January 16, 2021
Su relación con María Nieves sobre el escenario y fuera de él inspiró una película, y el propio Copes recordaba en un libro el momento de su consagración, esa que terminaría convirtiéndolos en los bailarines de tango más famosos del mundo. "El 15 de noviembre de 1951 se inscribieron en un campeonato de baile en el Luna Park, todo un acontecimiento. Fueron como treinta rondas ante jurado, orquestas, cantores y cantantes de lujo. Finalmente, en el tango quedaron tres parejas, entre ellas Copes y Nieves. Fue en ese momento cuando Copes se percató de que las otras dos parejas estaban disfrazadas. Los hombres, de compadritos: sombrero, lengue, saco con vivos blancos, pantalón cambrona y una cinta en el brazo con la imagen de Perón y Evita. El estilo que bailaban eran bien cachafaz, con sentadas, cortes, taconeos, quebradas y pasos cortos. Copes y Nieves eran la imagen de la modestia… En la espalda, Copes tenía pegado su número de concursante: el once. Cuando fue el turno, Copes y Nieves desplegaron el estilo amasado en tantas noches de Atlanta, tantas tardes en el Conventillo de Saavedra. Primero fue un silencio profundo y, luego, cuando terminaron de bailar, fue una ovación. Diez mil personas corearon el número once. Los organizadores no tuvieron más remedio que darles el primer premio. "De hecho, jamás lo recibimos. Supongo que lo habrán entregado antes de la final. No importa; a mi juicio, esa noche fue la consagración.", recordaba el bailarín en la biografía Quién me quita lo bailado, de Mariano del Mazo y Adrián Damore.
Con el paso de los años, la relación con su compañera de vida y de escenario se fue deteriorando. Pero Copes continuó con la danza y el lugar de María Nieves lo ocupó su hija Johana. Seguramente habría querido terminar su vida sobre un escenario, pero una mala praxis quirúrgica lo dejó sin la movilidad necesaria para seguir bailando. Incluso, su relación con los empresarios del último espectáculo en el que participó, Tango Porteño, culminó en un juicio.
Sin duda, estos últimos años no fueron los mejores, pero no llegaron a opacar su labor de tantas décadas. Aquel concurso iniciático en el Luna Park. Las primeras compañías de baile que fundó. Su participación en películas y en el gran espectáculo Tango Argentino. Su actuación en la Casa Blanca (actuó para el presidente Ronald Reagan, en 1986, cuando llegó con el tango a Broadway). Y su estilo personal para bailar el tango de escenario (diferente al de bailarines muy populares como Cachafaz o Virulazo), estilizado, pero sin exageraciones acrobáticas.
[R] Gran protagonista del tango en nuestros escenarios. Falleció Juan Carlos Copes, un enorme nombre propio del espectáculo argentino. pic.twitter.com/58uNoxMt6E&— Multitabaris/Multiteatro Comafi (@multiteatro) January 16, 2021
A pesar de haber obtenido varios reconocimientos nacionales (de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, del Ateneo Porteño del Tango, a través de una encuesta popular, como el Bailarín del siglo) se habrá sentido profeta pero en otras tierras: "En 50 años, el tango me dio muchas satisfacciones ——recordaba Copes en diálogo con LA NACION en 2000 antes de una presentación conjunta con el Sexteto Mayor —. Vivir con la valija en la mano porque tenés que hacer tu trabajo afuera es triste. Una persona que está haciendo una biografía sobre mí se sorprendió cuando le dije que no era profeta en mi tierra. Soy reconocido, pero no puedo vivir de mi trabajo en la Argentina. Entonces tengo que salir. Gracias a Dios, en el exterior tengo puertas abiertas".
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