Recordamos al mítico festival que consolidó las primeras bandas de rock nacional
En noviembre de 1982, las señales que permitían intuir el fin de la dictadura militar en la Argentina eran bastante claras, y la presencia de un elefante en medio del pogo del festival B.A. Rock era una de las más evidentes. Tras una década de ausencia, el festival que a comienzos de los 70 había funcionado como plataforma de consolidación de las primeras bandas de rock nacional (desde Los Gatos hasta Sui Generis, pasando por Almendra y Manal) lograba llevar a cabo su cuarta edición en las canchas de rugby del club Obras Sanitarias, reuniendo a unos cuarenta grupos a lo largo de cuatro sábados.
Además de muchos de los músicos que habían estado presentes en las primeras ediciones, el B.A. Rock 82 se permitió, más allá de los estilos, propulsar una nueva generación: Riff y V8 convivían con Alejandro Lerner y Los Abuelos de la Nada, con Orions y Miguel Mateos, con Rubén Rada y Raúl Porchetto sin mayores inconvenientes más allá de los treinta kilos de fruta que pesó Daniel Melero post show de Los Encargados. Y donde hasta hacía algunos meses hubiera aparecido un celular policial, ahora había un paquidermo de seis toneladas parado en dos patas. "Esa fue una idea de Oscar López, nuestro productor", rememora Héctor Starc, que en aquella época estaba al frente del grupo Tantor junto a Rodolfo García. "¡Nosotros no sabíamos nada! Estábamos tocando y de repente vemos que entra semejante animal. Para nosotros fue una cagada, porque automáticamente la gente dejó de darle bola a la banda", recuerda entre risas. La imagen, una toma histórica del fotógrafo Charlie Piccoli, no lo deja mentir. "La verdad es que algunos fotógrafos ya estábamos avisados", cuenta Piccoli, "así que me trepé a unas cajas de sonido que había al costado del escenario y me acomodé para lograr la mejor foto posible. La gente se volvió loca: ¡se armó un baile tribal alrededor del elefante!".
Arriba del escenario, el espíritu de unidad entre los músicos quedó en evidencia tanto en el cierre (un póker de trovadores a cargo de León Gieco, Miguel Cantilo, Piero y Raúl Porchetto) como en el rockerísimo show de apertura que brindaron David Lebón, Oscar Moro, Rinaldo Rafanelli y el propio Starc, un supergrupo reunido especialmente para la ocasión, con un invitado especial: Luis Alberto Spinetta. "El Flaco no iba a tocar: ¡se coló en los ensayos!", recuerda Starc entusiasmado, reivindicando una época de camaradería que hoy cree parte del pasado. "Ese festival se produjo con el alma, no como ahora que da lo mismo eso o vender camisetas. Fue tremendamente divertido. Yo todavía tengo las cintas de aquellos ensayos en los estudios Del Cielito, y te digo que las escuchás y... bueno, da para escribir un libro."
Por Lucas Garófalo
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