El 18 de diciembre de 2001, dos días antes de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, terminó el juicio por la muerte de Rodrigo Bueno. El único condenado fue el mismo músico: el Tribunal Oral N° 2 de Quilmes lo encontró responsable por el fallecimiento de su acompañante Fernando Olmedo, hijo del actor cómico. El acusado de doble homicidio simple con dolo eventual y lesiones, el supuesto empresario Alfredo Orlando Pesquera, fue absuelto por los jueces Margarita Allaza de Iturburu, Ariel González Eliçabe y Rubén Sánchez (con éste último votando en disidencia y solicitando que se lo condenara por homicidio culposo). En los alegatos, la fiscal María Cristina Díaz y la mayoría de los abogados querellantes habían pedido para Pesquera trece años de cárcel, aunque por la carátula de la causa el acusado se exponía a una pena de entre 8 y 25 años de cumplimiento efectivo. Nada de eso sucedió: pese a que el fallo se apeló de inmediato, primero fue ratificado (en marzo de 2004) por la Sala II del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires y finalmente confirmado por la Suprema Corte de Justicia bonaerense (dos años después).
Los dos miembros del Tribunal de Quilmes que votaron por la absolución consideraron que en la madrugada del 24 de junio de 2000 en el kilómetro 27,5 de la Autopista Buenos Aires - La Plata no hubo homicidio alguno: tan solo un accidente con resultados trágicos cuya responsabilidad le cabía sólo a Rodrigo por lo que ellos estimaron como maniobras imprudentes al volante. Los magistrados señalaron en el fallo que el artista conducía con 0,55 gramos de alcohol en sangre y a una velocidad de 144 kilómetros por hora, 14 por encima de lo permitido. En tanto, el camarista que se inclinó por la culpabilidad de Pesquera destacó los testimonios que hablaban de dos maniobras intencionales del acusado para encerrar a la Ford Explorer que manejaba el cuartetero, movimientos que habrían causado que ésta tocara el guard rail y volcara.
Más allá de la discusión sobre la intencionalidad de las maniobras de Pesquera, en una instancia inicial se barajó la hipótesis de un atentado, en base a ciertas amenazas que el cantante venía sufriendo en los últimos meses. El testimonio de Jorge Moreno, amigo y productor de Rodrigo y uno de los ocupantes de la camioneta aquella noche, dio cuenta de una supuesta "guerra" entre su representante, José Luis Gozalo, y los hermanos Jorge y Norberto Kirovsky, propietarios de Magenta, la discográfica que editaba sus álbumes. No surgieron en la instrucción elementos que pudieran probar esta premisa.
La defensa
El abogado de Pesquera en aquel juicio fue Fernando Burlando, quien se había hecho conocido tres años antes defendiendo a integrantes de la llamada "Banda de los Horneros" en el caso del asesinato de José Luis Cabezas. "Tomar este caso fue una decisión muy meditada: la gente consideraba que Alfredo Pesquera había matado al Dios más bueno", dice hoy el letrado. "Cuando llegó Alfredo al estudio me dijo: ‘¿estás preparado para tomar un caso más mediático que el de Cabezas?’. Con ese caso yo tenía amigos que vivían en Londres y me decían: ‘Fernando, te vimos en televisión acá’. ¿Cómo podía ser más mediático que eso? En el caso Cabezas había una cuadra entera de reporteros: cuando llegué a Quilmes había tres cuadras. Era infernal. Metía miedo", recuerda.
Los que hablaban del accionar de la "mafia de la bailanta" se hicieron eco de una serie de coincidencias que la defensa no ocultó. "Pesquera era de Ensenada, que es una localidad que queda cerca de La Plata. Había transitado toda su vida por la ciudad de La Plata. Y si bien la gente no sabía que él vivía en Buenos Aires, casualmente ese día transitaba la Autopista La Plata-Buenos Aires el día que Rodrigo volvía a dar un recital en (la bailanta) Escándalo. Los dueños eran los Leguizamón, que a su vez tenían vínculo con Alfredo Pesquera; lo conocían. Entonces, para establecer vínculos y motivaciones había de todo color. Y había una gran creatividad de parte de todos los representantes de los particulares damnificados", cuenta Burlando.
El fiscal de instrucción Luis Armella (hoy Juez Federal) hizo una investigación -dice el abogado- "muy seria, muy a conciencia", en la que se indagó en los lazos que Pesquera tenía con el mundo de la música. "A él no le gustaba la cumbia, era un tipo más del rock. Entonces después de eso empezaron a decir que lo mató porque le gustaba el rock y no le gustaba la cumbia", repasa.
Burlando destaca su rapidez de reflejos para cambiar sobre la marcha. "Casi radicalmente cambiamos la estrategia en el medio del juicio oral después de conocer el resultado de una pericia que realmente no esperábamos. Alfredo nos insistía, nos repetía y nos perjuraba que nunca había tocado el auto de Rodrigo. Nosotros lo manteníamos en silencio, nunca había declarado. Llegando al juicio oral estábamos esperando esa pericia para hacerlo declarar, y cuando llega la pericia claramente denota un toque en el guardabarros trasero izquierdo del auto de Alfredo. Entonces todo lo que hicimos hasta ese momento lo tuvimos que cambiar", cuenta.
El trajinar del juicio, dice Burlando, fue brutal. "Del otro lado estaban [Miguel Ángel] Pierri, [Miguel] Arce Aggeo, ¿sabés las barbaridades que me decían? Lo agarraba a [el letrado de Jorge Moreno, Gregorio] Dalbon y le decía: ‘escuchame una cosa boludo, nosotros somos profesionales, ¿cómo nos vamos a estar tirando porquerías?’. Mi vieja me preguntaba: ‘Fernando, ¿no te va a pasar nada con este juicio?’. Yo le decía: ‘quedate tranquila mamá, van a aparecer colegas diciendo cosas’. A los dos minutos aparecía Dalbon diciendo: ‘¡Burlando es el jefe de la banda de la cumbia!’. Un loco". Con todo, el resultado fue el esperado por él y su cliente: "Logramos la absolución en un tema que el país pensaba que lo iban a condenar a muerte por poco. Fue reconfortante para mí profesionalmente".
El abogado de Rodrigo
Ocuparse de la cuestión legal en el caso Rodrigo no fue un trabajo más para Miguel Ángel Pierri. "Llevaba dos años con él porque me encargaba de sus contratos y de revisar lo que hacían sus productores comerciales. Lo acompañaba a casi todos sus conciertos en la provincia de Buenos Aires. Habíamos trabado una relación y mi hijo Gastón era fanático de él, así que aprovechaba lo buena persona que era Rodrigo para ir con él", recuerda. Aquella noche lo acompañó hasta la puerta de El Corralón, el restaurante de Balvanera en el que el cuartetero cenaría por última vez, pero no pudo viajar con él a La Plata por tener que preparar el pliego de preguntas de un juicio en el que estaba trabajando. "Me decía: ‘vení loco, dejate de estudiar’. Yo le decía ‘Rodrigo, entendeme, me voy’", cuenta.
A las 3.33 de la madrugada sonó el teléfono en la casa de Pierri: era el subjefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. "Me dijo: ‘acaba de pasar algo terrible: Rodrigo se mató en la Autopista Buenos Aires-La Plata’. Yo no lo podía creer. ‘Prenda el televisor, doctor’, me dijo. Puse Crónica y vi la camioneta de Rodrigo dada vuelta arriba de la cinta asfáltica. Me cambié inmediatamente y me fui para Berazategui. Sabía que a partir de ese momento cambiaba toda nuestra vida".
Recuerda Pierri que al llegar discutió muy fuerte con Gozalo. "Hijo de puta, vos lo dejaste manejar", se le escuchó decir. "Betty [Olave, la madre del músico] me dijo después de un show del Luna Park: ‘Vos con Rodrigo vas a todos lados y él te quiere mucho, y yo te quiero mucho porque vos no lo hacés manejar. No lo hagas manejar, porque es muy caprichoso y viene muy cansado’", recuerda. Con todo, el representante le pidió que se encargara de reconocer el cuerpo en la morgue: "Entré a esa sala de marmol gris -nunca más me voy a olvidar- y estaba Rodrigo en el piso. Yo le gritaba: ‘levantante loco, no nos cagues’. Todo lo que nos puede correr por el cuerpo... Para mí fue un cambio total".
Pierri menciona otra hipótesis descartada casi de inmediato: una que hablaba de un disparo en el parabrisas que no existió. El punto a discutir, lo que inclina la balanza entre la inocencia o culpabilidad de Pesquera, es su intención al maniobrar y cortarle el paso a la Explorer: "Rodrigo manejaba mal y se encontró con Pesquera que lo encerró. Hubo una mala maniobra, la camioneta pega con el guard rail y cuando toca con la rueda delantera izquierda, en vez de amordazarla y detenerla, la muerde, lo despide y hace una vuelta de campana. Al no tener cinturón lo despide y cae sobre la cinta". El abogado no tiene dudas: "Hoy, a la luz de las nuevas tecnologías, creo que Pesquera le tiró la camioneta. Y Rodrigo era muy malo manejando, pegó contra el guard rail. Yo hoy creo que hubo intencionalidad".
Artículos de la época reflejan a Betty Olave abonando a la teoría de una supuesta discusión en la camioneta entre Rodrigo y Patricia Pacheco, su exmujer y madre de su hijo Ramiro. "Le pegaron una cachetada y perdió el control del auto", declaró la madre del cantante en su momento. Pierri, en desacuerdo con esta conjetura, decidió no participar del juicio oral y seguir trabajando para la familia. "Mi función inmediata fue salvaguardar los intereses de Rodrigo, asegurar la herencia de su hijo y algo que él me había pedido: ponerme a disposición de Betty", señala, y reflexiona sobre el veredicto que exculpó a Pesquera: "Mirá lo que es la ironía de la vida: en el juicio oral hubo un condenado y fue Rodrigo, que tuvo que responder por la muerte de Fernando Olmedo".
El protagonista
"A Pesquera lo investigamos con Emilio Cicco [periodista y escritor, autor del libro Rodrigo Superstar, de 2002] y confirmamos que era un estafador serial. Una vez [el periodista de policiales] Ricardo Ragendorfer me dijo que para él Pesquera era un estafador que atropelló al Papa y se hizo famoso". Quien habla es Jorge "Negro" Moreno, uno de los ocupantes de la Explorer aquella noche, amigo y productor artístico del cantante. "Burlando ganó esa batalla cultural de que se hablara del ‘empresario’ Pesquera. Pesquera nunca fue un empresario: fue un estafador".
Moreno estuvo un mes internado en el Hospital Fernández después del accidente. "Yo venía atrás de El Potro; salió despedido Olmedo y después juntos El Potro y yo. Rodrigo se clavó de cabeza y yo caí de espaldas", reconstruye. No porque lo recuerde, sino porque se lo contaron al recuperar la consciencia: "En mi testimonio que toma la fiscalía como clave dije que el último dato que recordaba eran las luces de freno de la Blazer [la camioneta que manejaba Pesquera] que me dieron en la cara, un grito de mujer y una especie de gran vértigo".
A eso se llegó después de una especie de "carrera" entre ambos vehículos tras una maniobra peligrosa del acusado en una curva, en Hudson. "Todo pasó desde que apareció Pesquera violentamente, como cerrándonos el paso. El Potro no tenía que haberse enganchado: yo creo que él aceleró porque veníamos muy despacio, como charlando, y aceleró para seguir y pasarlo. Y al llegar a él pasa lo que pasa", recuerda. La pericia que se validó en el juicio, efectuada por la Policía Bonaerense, decía que la Explorer había sido el vehículo embistente. "Eso me súper desordenó porque no fue lo que vi", insiste Moreno. Esta pericia fue contrastada con otra que encargó la defensa de Pesquera a Gendarmería, la cual habría dado resultados muy diferentes: "Cuando dan su veredicto favorece a Rodrigo: dice que estábamos atrás y no al lado, que la velocidad no era de 144 sino de 119 y que la pericia toxicológica que había dado 0,5 de alcohol estaba mal hecha porque no se había respetado una cadena de frío. Entonces Burlando desechó la pericia, porque como la había pedido él, podía".
Moreno recuerda aquella noche como "rara". Antes del show en Escándalo, dice, hubo disparos de origen indeterminado en la puerta: "Yo llegué antes con los músicos y se empezaron a escuchar un montón de tiros. Nos metimos todos adentro de la bailanta. Después me di cuenta de que esos tiros eran porque El Potro estaba entrando". El show tuvo que interrumpirse quince minutos antes porque alguien tiró gases lacrimógenos en la pista. "Al subir a la camioneta Gozalo estaba muy nervioso y empezó a decir: ‘estos son los Kirovsky’. El Potro le cierra la puerta en la cara y Gozalo se queda diciendo: ‘estos son los rusos’", remarca. Había surgido un conflicto con Magenta por los derechos de imagen del cantante, que había sufrido amenazas de muerte en su departamento (apareció una bala con la inscripción "Potro") y en el viaje a Cuba que había hecho poco antes del accidente. "Eso lo conté en el juicio pero no tuvo consecuencias porque se investigó otra cosa", dice Moreno.
Alfredo Pesquera se suicidó en diciembre de 2013, ya sobreseído del caso Rodrigo, un día después de que se le dictara pedido de captura por el asesinato del empresario Miguel Ángel Graffigna. Las coincidencias antes señaladas por Burlando despertaron suspicacias en Moreno, que también sabe que a un acusado se lo juzga por un hecho puntual, no por todo su pasado: "Lo que te enseñan cuando estudiás derecho penal es que no podés condenar a alguien por el perfil", dice, aunque sigue sin compartir la absolución: "El tipo se pudo representar que con esa maniobra podía producir un resultado. Eso es dolo eventual. No es que venía fuerte y nos tocó: yo percibí una intención".
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