A 20 años del lanzamiento: la historia del jingle de Marolio, contada por sus protagonistas
De spot radial a meme: cómo se hizo el himno de “mate y café, harina y palmitos”, en el que trabajaron músicos de algunas de las bandas más exitosas del rock nacional
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En diciembre de 2017, Andrea Baez, corista de Ciro y Los Persas estaba a punto de salir al escenario del Luna Park cuando se cruzó a Andrés Ciro Martínez, el frontman de la banda. “¿Vos sos la que canta la canción de Marolio?”, le preguntó, sorprendido. “Hoy la hacemos”. A Baez no le entusiasmaba la idea de cantar a capela un jingle que había grabado hacía casi 20 años, pero ahí fue: después de “La rosa”, el momento del setlist en que las tres coristas de la banda más se lucen, Ciro la presentó y le pasó la posta. Frente a un Luna colmado, la vocalista empezó a enumerar los productos que “le dan sabor a tu vida”, mientras 9000 personas la acompañaban aplaudiendo y coreando la letra de pé a pá.
Andrea Baez, la inolvidable voz del jingle
Como la persona que le puso la voz a uno de los spots publicitarios más populares y duraderos de la Argentina, esa noche en el Luna Park no fue la primera ni la última vez que aquel trabajo que hizo para la cadena de supermercados Maxiconsumo en 2001 la puso en una situación bizarra. Baez, que es una institución del jingle (grabó desde las cortinas de Almorzando con Mirtha Legrand y del programa de Utilísima Bricolage hasta los jingles de Telekino y hamburguesas Patty), no pasa una semana sin recibir una tonelada de memes sobre el himno de Marolio o preguntas sobre las decisiones que se tomaron en la producción. Alguna vez, alguien le escribió para consultarle por qué la canción incluye “mate” y “yerba” como dos términos separados (la respuesta es que la primera refiere al mate cocido) y hasta le propusieron cantar en el cumpleaños de un niño de ocho años que tuvo un festejo temático, con toda la decoración relacionada a la marca de alimentos.
En todo este tiempo y, en particular, desde 2017, cuando la fama del jingle pasó del aire radial a las redes sociales, Baez respondió varias veces la misma pregunta: ¿por qué esta canción se convirtió en un éxito que tiene versiones, covers, remixes y hasta challenges en Tik Tok? “Para mí es una especie de misterio, pero creo que tiene que ver con haber hecho algo muy familiar y muy tradicional, en un momento en que la publicidad se empezó a poner más loca”, contó a LA NACIÓN sobre el tema que sigue siendo el más popular de sus trabajos, a pesar de haber formado parte de la banda estable de La noche del domingo con Gerardo Sofovich y de haber acompañado en los coros a Isabel Pantoja, Turf y Ciro y Los Persas.
Gustavo y Alejandro Ridilenir, los compositores del hit
Gustavo y Alejandro Ridilenir tienen un chiste interno que cuentan cada vez que hablan del asunto. “El día que le toquemos el timbre a San Pedro y nos pregunte qué hicimos con nuestra vida, vamos a poder enumerarle la composición de la música de muchas obras de teatro, pero lo único que va a conocer es el jingle de Marolio”, bromeó Gustavo en diálogo con este medio.
Saxofonista y flautista, grabó con Babasónicos (en el disco Miami) y tocó con Illya Kuryaki and the Valderramas, desde Chaco hasta la disolución del dúo, además de Dancing Mood. En 2001 estaba asociado, junto a su hermano Alejandro (guitarrista, compositor y productor de artistas como Roxana Amed y Carlos Libedinsky), a la compañía The Sound Studio, fundada por Osvaldo Botaya y dedicada a la producción de piezas publicitarias. Los hermanos Ridilenir eran la pata musical de la empresa y quienes recibieron el pedido de musicalizar esa suerte de “droga auditiva” en la que se terminó convirtiendo el jingle de Marolio.
El primer eslabón del éxito fue Ignacio Tisser, un publicista que hoy tiene 89 años y que, después de recibir un favor muy importante de la familia que es dueña de Maxiconsumo, quiso devolver la gentileza con lo mejor sabía hacer: un spot radial. “Marolio empezó a lanzar muchísimos productos al mercado y estaba claro que la pieza tenía que contar eso”, explicó a LA NACIÓN. De hecho, la mitad de la canción está dedicada sencillamente a repasar el catálogo que va desde el mate hasta las lentejas. Tisser fue el encargado de contratar a The Sound Studio, donde el trabajo se repartió entre Botaya (que falleció en 2012) y los hermanos Ridilenir, que compusieron la pieza de 38 segundos. Las voces y la instrumentación se grabaron solo una vez. Luego, con el paso del formato analógico al digital, se le hizo una pequeña masterización al audio, pero el material que escuchamos en la radio dos décadas después es prácticamente original.
La receta del éxito
“Es un jingle bien compuesto, bien producido y con una apuesta fuerte de la empresa en el aire radial”, opinó Max Devrient, dueño de MD PRO, una de las productoras de jingles referentes en la actualidad. “La empresa se bancó poner un jingle que dobla la duración promedio y lo usó año tras año, logrando fijar una letra y una melodía muy pegadiza en los oyentes”. Basta buscar el término Marolio en cualquier red social para encontrar covers (el más conocido de ellos es el que hizo, en clave metalera, la banda Asspera) y memes que repasan la letra.
Para Devrient -creador de otros jingles igualmente pegadizos como el de Menoyo, Supermayorista Vital y Querubín-, hay otros méritos en esta producción: mientras que todos los jingles van rápido para poder meter más información en menos cantidad de tiempo, el spot de Marolio se toma su tiempo. Acompañado de una melodía algo vintage, una voz femenina enumera productos como si repasara la lista del supermercado frente a su familia.
Aunque en lo técnico parece haber una serie de aciertos, para sus creadores, haber hecho algo que iba a contrapelo de los estándares de aquella época y haber logrado un éxito tan rotundo y duradero, superviviente de distintos formatos y plataformas, todavía permanece en el orden de lo enigmático.
“Nunca lo entendimos”, admitió Gustavo. Aunque tiene algunas pistas: por empezar, la música logró un buen balance entre simplicidad y cierta sofisticación en la melodía (ver, por ejemplo, cuánto exige cantar “lentejas” a la vocalista y la modulación de la música en medio del jingle, que renueva el interés del que escucha). Por otro lado, para el músico, Botaya supo captar bien el espíritu de la marca con una letra absolutamente literal. “Ni en la lírica, ni el primer fílmico, en el que solo se enfocaban productos, había metáfora”, arriesga. Eso, en un contexto en el que las empresas competían por comunicar de las formas más originales, se destacó por cierta espontaneidad propia de la radio de las décadas previas a los 90: “En medio de tantas publicidades que buscan vender una ilusión, un spot tan transparente resultó un mimo y el público lo recibió como tal”.
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