A 11 años del Oscar: qué es de la vida de Javier Godino, el asesino de El secreto de sus ojos
Desde Madrid, recuerda el personaje que tanta repercusión causó en 2009 y adelanta sus próximos estrenos: un film con Jim Caviezel y otro de terror con Juana Viale
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En El secreto de sus ojos, el personaje de Javier Godino hiela la sangre. No solo en la violenta escena del comienzo, donde Isidoro Gómez viola y asesina brutalmente a Liliana Colotto de Morales (Carla Quevedo), sino también durante su confesión del crimen ante Benjamín Espósito (Ricardo Darín) e Irene Menéndez-Hastings (Soledad Villamil): en el tenso interrogatorio, su actitud transmite perversión y alevosía. “Fue difícil identificar miradas de pavor, sobre todo de mujeres. Aunque no me reconociesen necesariamente por la película, habían proyectado en mis ojos y mi cara sus peores terrores”, confiesa el actor español en diálogo con LA NACIÓN desde Madrid.
Tras el estreno de la película en agosto de 2009 y de la entrega de los premios Oscar en marzo del año siguiente, donde ganó como Mejor película extranjera, Godino -que venía de trabajar con Hugh Jackman y Ewan McGregor en Deception (2008)- siguió construyendo una carrera en la actuación que lo llevó a codearse en más de una oportunidad con pares argentinos. Fue así en Todos tenemos un plan (2012), protagonizada por Viggo Mortensen, donde volvió a compartir pantalla con Villamil; en Pasaje de vida (2015), donde filmó otra vez con Quevedo, además de Miguel Ángel Solá y el Chino Darín; y en la producción Al final del túnel (2016), con Leonardo Sbaraglia.
Si bien asegura que tras encarnar al villano Gómez no necesitó reinventarse para encontrar su lugar en el cine, admite que tuvo “que luchar contra algunos estereotipos”. ”En mi profesión hay gente corta de miras, como en todas las profesiones, y muchos de ellos tienen poder. No obstante, siento que he demostrado mi versatilidad interpretando diferentes personajes en diferentes películas y obras de teatro, aunque el éxito es a veces misterioso y resbaladizo”.
–¿Hoy te gusta hablar de aquel momento en tu carrera o es más un peso?
–Es un orgullo haber participado en esa película. Sería idiota renegar de algo tan excelente.
El boom de El secreto de sus ojos
El film, basado en un libro de Eduardo Sacheri y dirigido por Juan José Campanella, batió récords de todo tipo: fue vista por más de dos millones y medio de personas; a nivel mundial superó los 30 millones de dólares de recaudación y se convirtió en la segunda película argentina en recibir un Oscar, entre otros premios internacionales. “Filmar esta peli fue maravilloso y me dejó anécdotas inolvidables, como verlo al Chino Darín trabajando de auxiliar de producción. Él, que recién estaba comenzando su carrera, le dedicó con humildad muchísimas horas al rodaje. Eso es algo que lo engrandece como artista; a él y a su padre, por enseñarle así de bien”.
–¿Tu papel fue difícil?
–Era la primera vez que iba a la Argentina, la primera vez que interpretaba a un argentino y también la primera vez que representaba lo peor del ser humano, la impunidad y la injusticia. Sentí mucha responsabilidad, pero también mucho placer, porque por fin llegaba un papel en cine que exigía lo mejor de mí. Aunque tuve muy poco tiempo para prepararlo, lo trabajé duro gracias a la guía de Campanella, a mi amiga María Socas, y al trabajo de Roxana, la fonoaudióloga.
–¿Te cambió la vida?
–Me abrió las puertas a una carrera internacional y me hizo sentir que mi trabajo puede formar parte del inconsciente colectivo.
–¿Qué escena te resultó más desafiante? ¿La de la violación, la de la confesión con Soledad Villamil y Ricardo Darín o la de la cancha de fútbol?
–Sinceramente, la de la violación es la que recuerdo de manera más vívida. Interpretar a una persona que abusa de alguien es muy duro. Tengo muy fresco el momento en el que le tuve que arrancar la ropa a Carla Quevedo y el grito terrorífico que salió de su boca. Ahí me di cuenta de lo gran actriz que es, pero también entendí que estábamos haciendo algo más grande: estábamos representando muchas otras violaciones y había algo que estaba por encima de nosotros. Nos teníamos que entregar aunque doliera. La de la confesión también fue difícil: estuvimos todo el día, yo estaba muy ilusionado y recuerdo momentos de conexión absoluta con Sole Villamil. Completamente distinto fue hacer la secuencia de la cancha de fútbol, fue muy divertida: es un sueño para un actor hacer una persecución.
–¿Esperabas que ganara el Oscar?
–Había grandes competidoras ese año: Un profeta que es una peli grandiosa, La cinta blanca, La teta asustada, así que fue una emocionante sorpresa.
–¿Seguís en contacto con los otros protagonistas?
–Soy amigo de Sole Villamil, a la que adoro, y también de Carla Quevedo. De vez en cuando me encuentro con Ricardo y el Chino y nos tomamos una caña por Madrid. No volví a ver a Pablo Rago ni a Guillermo Francella, desgraciadamente. Guardo grandes amigas del equipo: Muriel Cabeza, Tati Rojas, Vanina Catania…
–Durante el rodaje te instalaste en la Argentina. ¿Te gustó vivir acá?
–Amo Buenos Aires, me siento en casa. Tengo familia allá y amigos del alma. He hecho cinco películas argentinas; parece que para la prensa solo hice una, pero todas son bastante notables, y vivir en Buenos Aires siempre es una experiencia feliz.
–¿Cómo ves, desde España, la crisis que atraviesa nuestro país?
–No tengo idea de porqué el mundo es extrañamente injusto. Creo que ustedes hicieron una transición ejemplar de la dictadura a la democracia. Y creo que al ser un país tan rico en materias primas, con tanta cantidad de agua, con una naturaleza impresionante, un talento espectacular y una educación social y psicológica envidiable, han sido manipulados, engañados y abusados sistemáticamente. Es lo que veo. Pero aún con las dificultades, amo Argentina y a su pueblo originario e inmigrante. Si tuviera que elegir otro país para vivir mi vejez sería, sin duda, el de ustedes.
–Sos actor de cine, tele y teatro, también cantás… ¿Qué es lo que más disfrutás?
–Creo que el talento artístico no suele venir solo. Amo dibujar, cantar, componer, escribir, actuar. Mi primer amor fue el cine y la música, luego llegó el teatro… ¡me es imposible elegir!
–¿Cuál es tu sueño?
–Mi sueño es que el arte abra los ojos a la humanidad ante la insolidaridad, la violencia, el egoísmo y la mentira y podamos crear una sociedad mejor que coloque a la naturaleza, al amor, la cultura y al progreso sostenible entre las aspiraciones principales de todos, y sobre todo de nuestros gobiernos.
–¿Estás en pareja?
–Estoy soltero y hago terapia desde hace años.
–¿Te ayuda?
–Me ha salvado la vida. De joven creí que no la necesitaba. Conocí la terapia Gestalt y a Claudio Naranjo a través de mi maestro de actuación, J.C. Corazza, nacido en Córdoba, Argentina.
–¿Qué significa la familia para vos?
–Es una fuente de vida y de aprendizaje. Creo que, en mi caso, cuestionarlos, confrontarlos, mirar de frente las cargas ancestrales y tratar de limpiarlas me han ayudado a aceptarlos y honrarlos.
–¿Qué pensás de las redes sociales?
–Cada vez me duelen más, creo que las mentiras están infectando la información. Estoy muy preocupado por el auge del fascismo, la plutocracia y la crisis climática. Los periódicos están en manos de empresas y grupos de poder. El ser humano se engríe y se desconecta del otro, nos falta compasión y creo que la protesta tampoco funciona porque se rechaza de primeras. Cualquier hecho es opinable y por tanto desestimado. Siempre criticarán.
–Sin embargo, las usás bastante. ¿Les encontrás algo positivo, una manera de comunicarte con tu público?
–¿Mi público? (risas). No tengo muchos seguidores, pero me bastan. Instagram lo uso como una herramienta de trabajo y soy más mirón que generoso, aunque a veces no puedo evitar dar puntos de vista, o compartir dibujos y canciones. El primer día del confinamiento en Madrid compuse un tema y lo subí. También, como sugieres, es una manera directa de comunicarnos: incluso he recibido ofertas de trabajo por MD. Pero a veces agobia ver tanta apariencia. Twitter es donde me muestro más político, pero a lo García Lorca: con criterio humanista pero sin afiliación.
–¿Cuándo te volvemos a ver en la pantalla grande?
–¡Pronto! Tengo varias cosas por estrenar. Un pequeño rol en la próxima película de John Madden, Operation Mincemeat; un thriller sobre redes de pederastia en Colombia, Sound of Freedom: allí interpreto a un policía junto a Jim Caviezel; y una película de suspenso/terror argentina, Lo inevitable, ahí trabajo con Juana Viale, Luciano Cáceres y Daryna Butrik. Mientras espero esos estrenos y analizo otros proyectos que aún no puedo nombrar, paso mi tiempo escribiendo y proyectando cumplir mi más reciente desafío: dirigir una ficción audiovisual.
Javier Godino, músico en pandemia
En marzo del año pasado, Godino tuvo coronavirus, sin muchos síntomas. Por aquella época compuso su primera y única canción, “Love”: “Es un himno pop, cursi a propósito, universalista y humanista. Es todo casero y para toda la familia. Yo mismo hice el video y la música la grabé a distancia con mi amigo Sasha. Lo colgué en Instagram y YouTube en abril de 2020. Creo que me representa”.
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