Brilló en Gran Hermano, pero reconsideró todo y hoy vive de su local de estética: qué fue de Loreley, la “sargento”
En 2011 irrumpió en la casa más famosa de la TV; su estilo disruptivo ganó adeptos y detractores; hoy, alejada de las cámaras, construyó su carrera en el mundo de la belleza; cómo recuerda su paso por el programa
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Las cámaras de Gran Hermano (Telefe) se prendieron en marzo del 2001 y no se apagaron hasta el 2012, cuando se transmitió la última edición del programa. Sin embargo, el recuerdo de muchos de los participantes se mantiene vivo en la memoria colectiva de aquellos fanáticos de la televisión y, a una década de su final, la curiosidad se reactiva cada vez que un ex hermanito se anima a compartir más detalles sobre su experiencia. Loreley Donate, más conocida como “la Sargento”, se sumó a la nueva oleada de exparticipantes que quisieron ser parte de la tan aclamada tendencia de “¿cómo están ahora?”. En diálogo con LA NACION, habló sobre su vida actual, su paso por la casa más famosa de la Argentina y recordó las polémicas más grandes de su temporada.
El fenómeno imparable de Gran Hermano
Luego de varias décadas de series y programas de televisión creados con el fin de entretener, emocionar o hacer reír, la exigente audiencia comenzó a pedir algo más. La gente ya no querían ver a los mismos artistas que rotaban de rol en rol o las historias perfectamente escritas por una habitación llena de guionistas. En cambio, pedían a gritos algo nuevo, disruptivo. Algo real. Así, en la década de los noventa nació un nuevo género listo para revolucionar las programaciones de todo el mundo: la telerrealidad o reality shows. Convocaban a un grupo de personas, las metían en un espacio limitado y registraban sus relaciones con cámaras que mostraban -casi- todo. Gran Hermano es el ejemplo máximo de este tipo de contenido y, no solo inspiró cientos de formatos similares, sino que fue adaptado en varios países.
La Argentina (para bien o para mal) no fue la excepción y, de la mano de Telefe, en el 2001 realizó su gran debut. El éxito fue tan rotundo como inmediato y los primeros desconocidos que sirvieron de “prueba piloto” se volvieron, de una día para el otro, en los nuevos integrantes de la farándula nacional. La casa de Gran Hermano fue bautizada como la más famosa del país y la mezcla de curiosidad y morbo de los fanáticos no alcanzaba a saciarse ni siquiera con las cámaras que grababan las veinticuatro horas de cada día. De esta manera y a pedido del público, los participantes que salían realizaban un desfile interminable de entrevistas y especiales de televisión en donde hablaban en detalle de su experiencia.
Aunque los años pasaron, el interés no disminuyó y las andanzas de quienes en su momento fueron figuras aclamadas provoca aún hoy una gran curiosidad. A pesar de que muchos continuaron con una vida semi pública y se mantienen firmes entre algunos ciclos de farándula, otros decidieron cerrar ese capitulo. “La Sargento” Loreley es parte del segundo grupo.
“La Sargento” Loreley sacudió la casa de Gran Hermano
En el 2011, la audiencia estaba lista y ansiosa por conocer a la ronda de participantes que protagonizarían la nueva edición de Gran Hermano. La larga lista estaba conformada por fuertes personalidades dispuestas a darlo todo dentro de la casa. Entre ellos, se destacó Loreley Donate.
La joven, quien en su momento tenía 23 años, fue inmediatamente bautizada como “la Sargento” en parte por su pasado como militar pero, también, por su carácter estructurado y siempre listo para dar alguna indicación. “Siempre fui muy responsable. Dentro del reality era increíble con mi compañeros. Yo les decía qué hacer, cómo, cuándo y dónde y me seguían”, recordó en diálogo con LA NACION, entre risas.
Sentada en la cocina de su casa de Pilar, ciudad que la vio crecer y convertirse en la mujer de negocios que es hoy en día, la ex hermanita habló de su paso por el reality con mucho cariño. Para quienes siguieron su ciclo, esto podría llamar mucho la atención, ya que estuvo envuelta en una larga lista de polémicas y conflictos, incluso después de abandonar la casa. Pero Loreley siempre entendió que todo era parte del juego y su objetivo nunca fue ganar, sino divertirse.
“Yo lo tomé como unas vacaciones. Es más, si me preguntás si entendí el juego adentro, creo que no”, admitió divertida y sin un gramo de vergüenza. “Pero imagínate que empecé a trabajar desde muy chiquita, desde los once años y me gustó estar un par de meses sin hacer nada más que divertirme o pasarla bien. Si bien había momentos picantes, era parte del programa”, sumó, tras adoptar un tono reflexivo.
Una de sus enemistades más grandes, la que tiempo después se trasladó a las redes sociales, fue con Cristian U, un personaje tan polémico como querido por el público. Determinado a llevarse el premio o, por lo menos, convertirse en una figura mediática, el entrenador de perros fue dispuesto a hacer lo necesario para ganar. Con una estrategia tan criticada como celebrada y el deseo de ser el personaje del momento, no dejó batalla sin pelear. Loreley, lejos de retroceder, fue directo al choque.
Once años después, poco y nada queda de las declaraciones picantes o los elaborados insultos que lograban escandalizar a algunos y arrancar aplausos a otros. Por el contrario, la modelo prefirió compartir su opinión con delicadeza y les dejó un consejo a aquellos que ahora buscan formar parte del renacimiento de Gran Hermano, que recientemente confirmó que habrá una nueva edición.
“Todo lo que hagan y dejen de hacer, después tiene consecuencias. Buenas o malas. Cada uno se tiene que hacer cargo de lo que dice y cómo. Uno es como es y es lo que expone. En algún momento uno demuestra siempre como es. No pueden pasar las semanas y los meses y ser siempre un personaje. A los pocos días se nota como uno es realmente”, determinó.
La misma opinión dura y tajante la aplicó a quienes, años después de su paso por el programa conducido por Mariano Peluffo, decidieron salir a hablar en contra. “Yo creo que Gran Hermano es una pequeña parte de tu vida, no porque te haya ido mal significa que te arruinaron. Es solo una parte, después lo que hagas posterior al reality depende pura y exclusivamente de vos. Hay que tratar de ser feliz”, manifestó.
En cuanto a todos los demás, no solo habló de ellos con profundo cariño sino que afirmó que son amigos hasta el día de hoy. Tiene un grupo de WhatsApp en donde intercambian mensajes casi todos los días y continuaron juntándose a lo largo de los años. Con la voz suavizada y una dulzura que desentona con el personaje serio que construyó frente a las cámaras, reconoció: “Estuvieron en situaciones lindas y no tan lindas, estoy muy agradecida con ellos. Y con el programa también porque me regaló la oportunidad de tener grandes amigos”.
El golpe de la fama
La fama es tan maravillosa como tramposa. Sus beneficios son varios, pero la exposición y el poder que brinda pueden sacar lo peor de algunos individuos. Quienes vivieron en la casa más famosa de la Argentina saben a ciencia cierta que, ser conocidos por millones de personas de un día para el otro, no es tan fácil como parece.
Sobre su experiencia, Loreley explicó: “Salir y que tanta gente te hable, que te miren o que haya filas de gente para sacarse fotos me parecía loquísimo y fue muy chocante. No sabés por qué la gente llora cuando te ve o cuando te abraza, no entendés por qué”.
“Yo vivo en Pilar y, cuando llegué, el intendente que estaba en esa época había puesto a disposición mía un camión de bomberos para que pudiera entrar por la cantidad de gente que había. Yo vivía en el centro, no podía entrar a mi casa. Había policías, el mismo intendente esperándome y mis amigos, familia. Cientos de personas, parecía una estrella de rock. No se podía creer”, detalló.
Pero los años pasaron y se llevaron, de a poco, el frenesí del reconocimiento constante. El llanto que acompañaba el fanatismo apasionado fue reemplazado por los eventuales saludos de la gente del barrio y el pedido de saludos se convirtió en la pregunta “¿Vos sos la de Gran Hermano?”. Loreley no extraña la locura de sus meses posteriores al reality, sino que mira los recuerdos con cariño y nostalgia, pero sin el deseo de que sucedan nuevamente.
“No tengo nada de que avergonzarme o de que arrepentirme. La verdad que hice cosas de la edad de uno, de acuerdo a lo que creía que estaba bien. Tampoco es que me avergüenzo de lo que soy ni de lo que fui. Todo lo que viví y lo que hice lo hice porque quise y lo que soy hoy es el reflejo de mi pasado, de lo que me forjó en la vida”, compartió.
La vida de Loreley Donate, a once años de Gran Hermano
A los once años, Loreley Donate comenzó hacer “changuitas” para poder darse los pequeños gustos a los que, al tener nueve hermanos, no tenía acceso. A partir de ese momento, nunca se detuvo y a los catorce se presentó determinada frente a sus padres para informarles su nuevo rumbo profesional: entraría al ejército.
Aunque la noticia no fue recibida con mucha alegría, su familia ya sabía para esa altura que era mucho más fácil apoyarla que intentar evitarlo. “Siempre hice lo que quise”, dice la mujer que, minutos después, describió su toma de decisiones como subirse al tren en cuanto pasa y “a vivir lo que se viene”.
Esa característica la llevó a, con apenas 35 años, haber saltado de profesión en profesión de manera sorprendente. Al mismo tiempo que estaba en el ejército, inició su carrera como modelo, hasta que tuvo que elegir una de las dos. Por cuestiones económicas, la balanza se inclinó hacia las pasarelas y las sesiones de fotos y culminó en la creación de su propia escuela dentro del rubro.
Luego de su participación en el reality, abrió centros de recreación infantil y, más tarde, su propio local de estética. Todo dentro de Pilar, en donde sus negocios triunfan -en parte- porque la gente aún la recuerda como “la Sargento Loreley”. “Al día de hoy muchos de los que se me acercan a mis trabajos es porque me vieron en la tele. Quizás no tiene nada que ver con lo que vivo, pero a mi me favoreció un montón”, aseveró.
Casada por segunda vez con “el amor de su vida”, disfruta de la crianza de su hija, quien se acerca a pasos agigantados a la adolescencia. Además, trabaja día a día de lo que le gusta y se define como “una mujer feliz”. En cuanto a un posible regreso a la pantalla chica, solo deja la puerta abierta si es para pasarla bien y divertirse. Si tiene algún proyecto secreto bajo la manga, solo el tiempo lo dirá.
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