Un mundo de fantasía con raíces muy reales
La serie se filma en el castillo de Highclere y emplea a especialistas para asegurarse la autenticidad de sus imágenes
NEWBURY, Inglaterra (The New York Times).- Hemos peleado contra el destino y también aceptamos nuestro dolor. Sin importar cuánto lo extrañemos -sus límpidos ojos azules, su buen juicio al casarse con Lady Mary luego de que su tediosa novia sucumbiera a la gripe- Matthew Crawley no regresará. Está muerto. Salió despedido de su auto último modelo cuando manejaba distraído en los momentos finales de la tercera temporada de Downton Abbey. Los personajes que sobrevivieron han quedado atrapados en esta tragedia, cuyo duelo se ha elaborado mayormente fuera de la pantalla. La cuarta temporada de la serie -que empieza mañana en nuestro país- comienza seis meses después del accidente, con los habitantes de la aristocrática abadía, Lord y Lady Grantham, sus dos hijas sobrevivientes Mary y Edith (Sybil fue otra de las víctimas fatales de la temporada anterior: murió tras dar a luz a su hija) y los sirvientes continuando con la tarea de vivir.
Naturalmente, a algunos personajes, esto se le da mejor que a otros. "Si hay un tema recurrente en la cuarta temporada es cómo reconstruirá Mary su vida", dice Gareth Neame, uno de los productores ejecutivos de Downton. Neame charla en una moderna oficina en Highclere Castle, una mansión muy real en Hampshire que hace las veces de Downton Abbey (otras escenas, incluyendo los dormitorios y todos los ambientes destinados a la servidumbre se filman en los centenarios estudios Ealing de Londres). El castillo está repleto de utilería y de equipamiento fílmico. Los actores revolotean aquí y allá en trajes de época.
Nadie quería que Dan Stevens dejara el elenco(excepto el propio Dan Stevens, el actor que representaba al popular Matthew). Su decisión de buscar fama y fortuna en Hollywood significó que su personaje debía morir. Los responsables de la serie decidieron convertir un problema -la repentina viudez de Lady Mary- en una oportunidad dramática. Es posible que el obstáculo se haya dado en un buen momento, permitiendo insuflar nueva vida a una ficción que aumenta su audiencia cada año, incluso cuando críticos y algunos espectadores se quejan de que sus historias ya no son lo que eran. Uno de los problemas que enfrentó la ficción es que la felicidad es un estado difícil de describir en la pantalla, especialmente cuando las escenas de amor se centran en un hombre que usa piyama. "Cuando la pareja joven se casa, tiende a haber una calma poco dramática -dice Neame-. Por el contrario, la idea de varios pretendientes interesados en Lady Mary es muy interesante."
Habrá otros conflictos. Entre un puñado de nuevos personajes llegará un cantor de jazz negro interpretado por Gary Carr, y la formidable Shirley MacLaine retornará al cierre de esta cuarta temporada interpretando a la irreprimible madre norteamericana de Lady Grantham (Elizabeth McGovern), quien cruzará el charco acompañada por su hijo (Paul Giamatti). Lady Edith, abandonada en el altar por su noviomucho mayor, tendrá un radical cambio de vida, tanto personal como profesionalmente.
Mientras tanto, Lord Grantham (Hugh Bonneville) tendrá que adaptarse a regañadientes a los cambios de época y a la vez encontrar una manera de pagar las enormes deudas impositivas a consecuencia del deceso de Matthew; Branson, el chofer que entró a la familia al casarse con Lady Sybil y que fue promovido a administrador de la propiedad, continuará intentando hacer las paces con su ascenso en la escala social; además, uno de los miembros más queridos del elenco de sirvientes será víctima de un horrible crimen (que ya muchos fanáticos han descubierto gracias a las redes sociales). Y Carson, el mayordomo, seguirá siendo Carson.
"Pobre Carson -dice el actor que lo representa, Jim Carter, desde una de las varias casas rodantes estacionadas en la loma del castillo-. Ha usado la misma ropa y servido el mismo vino durante años. No tiene vida social. Pero, ¡la nación se lo demanda!", se ríe el actor, con su cabello despeinado, "para nada Carson", explica.
De vuelta en Highclere, el elenco ensaya una escena en la que se discute el paradero de Lady Edith, que ha desaparecido en Londres. Cualquier conversación con Maggie Smith como la condesa viuda de Grantham está destinada a terminar con un comentario mordaz y en ésta, Smith -con pelo corto y jeans- desgrana una frase memorable, que rechaza la posibilidad de que su nieta pueda estar viviendo alguna historia apasionante: "Edith es tan misteriosa como un balde".
Unas habitaciones más allá, el comedor está preparado para una cena formal. Todos los muebles pertenecen a los propietarios del castillo, Lord y Lady Carnarvon, que se mudan a otra de sus propiedades cuando es momento de filmar la serie. De las paredes cuelgan cuadros de Van Dyck. La mesa está preparada para 16 comensales, cada uno con su plato de porcelana, cuatro copas, salero, pimentero y mostacero; cubiertos de plata (tres tenedores y tres cuchillos) y menúes individuales escritos a mano en francés con lapicera fuente. Sobre un aparador, el vino (aparentemente Château Haut-Brion 1989) usa botellas de la época con etiquetas que reproducen las originales.
Todos los detalles son supervisados con ojos de águila por el asesor histórico de Downton Abbey, Alastair Bruce. No consigue todo lo que desea (por ejemplo, una mansión como Downton Abbey debería haber tenido al menos nueve lacayos, en lugar de los dos actuales), pero lucha todo lo que puede.
Ese día ya había realizado numerosas correcciones y sugerencias, señalando que los personajes no debían besarse en ambas mejillas al saludar ("en esos días, la gente apenas se tocaba") y argumentó con éxito que debía haber un sirviente que hiciera los últimos controles a la mesa durante la escena en la que Carson y Lord Grantham conversan sobre qué vino servir. "La gente disfruta más el drama histórico si se lo transporta en el tiempo de manera legítima-dice Bruce-. Mi papel es operar a nivel subconsciente. Al tener los detalles correctos permitimos que lo consciente disfrute más."
En su casa rodante, Michelle Dockery, que interpreta a Lady Mary, afirma que debería haber estado vestida de negro sólo en el primer episodio de esta temporada, luego de lo cual podría pasar al medio luto, que permite mejores conjuntos. Sentada en los jardines, Elizabeth McGovern, la actriz norteamericana que revitalizó su carrera al interpretar a Cora, Lady Grantham, lleva una enorme redecilla verde sobre su peinado y una gruesa salida de baño. ("El vestido llegará después del almuerzo", dice). "Cora es algo más independiente en su manera de pensar -dice McGovern, que cuando no actúa en la serie canta en una banda llamada Sadie and the Hotheads-. Tiende a impacientarse cuando su marido insiste en aferrarse al pasado."
A Hugh Bonneville, Lord Grantham, se lo ve algo más delgado que en la pantalla: "Engordo cuando actúo", explica, y luego se maravilla con la seriedad con que se toma Downton Abbey la audiencia global, especialmente los norteamericanos. La gente allí parece creer que Bonneville es un noble de verdad (en los EE.UU., que coproduce la serie a través de PBS, la emisora pública norteamericana, el debut de esta nueva temporada fue visto por más de 10 millones de personas, el más alto de la historia de la señal).
Para quienes se preocupan por lo que pasará al final de esta temporada, a no temer: la temporada 5 ya está confirmada y pronta a filmarse. "El show es demasiado popular para terminar ahora", afirma Neame.
Traducción de María Elena Rey
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