La revista cubrió a los Rolling Stones tanto como a ninguna otra banda. A cambio, nos dieron sus mejores entrevistas e incluso se comunicaron entre ellos a través de estas páginas
A fines de 1967, Mick Jagger paró en un kiosco y vio una revista nueva cuyo nombre lo obligó a mirar dos veces. “Bastante sorprendido, en serio”, bromeó en una entrevista acerca de Rolling Stone con el Salón de la Fama del Rock and Roll. “No sabía que teníamos una revista en ese momento, pero nunca se sabe.”
El nombre de la revista era un guiño no sólo a los Rolling Stones sino también a “Rollin’ Stone”, de Muddy Waters, y “Like a Rolling Stone”, de Bob Dylan, al igual que al aforismo “las piedras rodantes no juntan moho”. Pero uno de los abogados de los Stones, claramente no tan fresco como Jagger, le mandó una carta de cese al fundador y editor Jann S. Wenner, acusando a la revista de violación de los derechos de propiedad intelectual. Wenner nunca consideró cambiar el nombre. “Dijimos: ‘Muéstrennos alguna evidencia de que el grupo quiere que paremos’”, recuerda. “Nunca nos contestaron.”
Fue un comienzo extraño para una sociedad entre la banda y la revista que duraría décadas. Por 50 años, Rolling Stone cubrió intensamente a “el grupo de rock & roll más grande del mundo”. Sus periodistas vieron a los Stones ensayando y grabando, pasaron meses de tour retratando sus giras extravagantes, formaron parte de momentos de batallas verbales, y realizaron entrevistas que sondeaban la música de la banda, así como su de a ratos frágil dinámica interna. “Eramos contemporáneos, y simpáticos”, dice Wenner. “Ellos encarnaban el espíritu de aquello en lo que nosotros creíamos, y nosotros los apoyábamos por completo.” Los Stones llegaron 30 veces a la tapa de Rolling Stone. Por su parte, la revista se volvió un lugar para que los miembros de la banda se explicaran a sí mismos y a sus canciones y, a veces, para enviarse mensajes entre ellos.
Para Wenner, quien vio por primera vez al grupo en vivo en el San Jose Civic Auditorium de California en 1965, los Stones fueron una experiencia reveladora. “Eran el espíritu del rock & roll y la rebelión”, dice Wenner. “Eran duros, ruidosos. Te hipnotizaban.” Desde el inicio, los Stones tuvieron una intriga similar por esa revista que buscaba honrar y examinar la historia y la importancia cultural del rock & roll. “Para que se tome en serio a un género musical, tienen que pasar varias cosas”, dijo Jagger. “Una de ellas es que haya una sección de crítica escrita por periodistas educados, que puedan escribir sobre el género y además darle su importancia y su historia. Eran los primeros años de un contexto histórico, y Rolling Stone y Jann Wenner lo entendieron. Rolling Stone hizo que el rock & roll avanzara más como un arte intelectual que como uno efímero.”
La relación entre la banda y la revista tuvo sus idas y vueltas. Al escribir acerca de Their Satanic Majesties Request, en 1967, el crítico Jon Landau dijo que los Stones padecían de “una crisis de identidad de primer orden”. En respuesta a la reseña, Charlie Watts mandó una carta escrita a mano en la que decía: “El resto de nosotros va a intentarlo de nuevo”. (La revista publicó la carta entera.)
En 1968, Wenner viajó a Los Angeles para ver a Jagger mezclar Beggars Banquet, y escribió una nota de tapa en la que anticipaba el disco, y el regreso de la banda al rock & roll blusero y duro. Ese mismo año, Jagger se juntó con Jonathan Cott para la primera de sus muchas entrevistas, y habló de los primeros años de la banda, de los primeros discos y del blues. En 1969, Jagger y Wenner anunciaron que lanzarían juntos una edición británica de Rolling Stone, que duró menos de un año. “Mick pasó a hacer Ned Kelly, así que no había nadie a cargo y la cerramos, pero fue divertida por un tiempo”, dice Wenner.
Aun así, Jagger se enojó con el informe sin rodeos que hizo Rolling Stone acerca del trágico concierto en Altamont Speedway en diciembre de 1969, que en parte culpaba a la organización de los Stones por las muertes y el caos del show. “Correcta o incorrectamente, ya no confiamos en ustedes para citarnos, ni por completo ni en contexto”, le escribió Jagger en un telegrama a Wenner en febrero de 1970. Wenner recuerda: “Mick sintió que era injusto, pero hicimos lo que teníamos que hacer como periodistas, y yo pensé que Mick entendería. Así fue, cuando pasaron los años”.
Cuando la banda salía a la ruta para sus extensas giras, Rolling Stone siempre estaba ahí para cubrir ese carnaval de rock & roll permanente. “Cubríamos sus giras como si fueran campañas presidenciales”, dice Wenner. “Si la gira duraba cuatro meses, mandábamos a alguien a viajar con ellos cuatro meses. Ya nadie hace eso. Nadie lo permitiría.”
En 1971, el periodista Robert Greenfield pasó tiempo con Keith Richards y el grupo en el sur de Francia mientras componían y grababan Exile on Main Street. El resultado fue una entrevista de 10.000 palabras, la más profunda jamás hecha por Richards. Greenfield después pasó más de un mes de gira con los Stones en 1972, viajando en el avión privado de la banda y viendo cómo Richards se bajaba tequilas como desayuno (y tiraba una TV por la ventana de un hotel). “Cuando te bajabas del avión había ocho o diez limusinas esperando para llevarte al hotel”, recuerda Greenfield. “Eran como un ejército invasor. Todo el mundo que leía Rolling Stone quería saber lo que había pasado en las dos semanas desde el número anterior.”
Mantener el ritmo de los Stones no era fácil. En 1981, Kurt Loder vio cómo Richards desatornillaba una parte de un collar con un diente de tiburón y se servía líneas de cocaína que, para Loder, parecían “de diamantes”. Loder participó y después se desmayó. Cuando se despertó, estaba, de algún modo, sobre el escenario durante un ensayo, y agarró una de las guitarras de Richards. “Se me cayó al piso”, dice. “Después me tuvo que acompañar alguien y seguramente me transformé en objeto de burla en el entorno de los Rolling Stones desde ese momento.”
Pero el vínculo entre los Stones y la revista jamás se erosionó. Jagger y Richards sigueron dando entrevistas reveladoras que reflejaban sus personalidades individuales. Richards estaba abierto a hablar de cualquier cosa, incluyendo sus problemas con la carrera solista de Jagger (y de lo que llamaba “la banda de mierda” de Jagger). Jagger en general era más reservado. Cuando Mikal Gilmore le preguntó acerca del cáustico libro de memorias de Richards de 2010, Life, Jagger se negó a comentarlo. “Con su renuencia a hablar de él, quedaba claro que estaba genuinamente ofendido”, dice Gilmore. “Pero Jagger siente que la cautela es parte de la dignidad.”
En ciertos momentos –como cuando Richards le dijo “Mick es bienvenido, estoy seguro de que va a aparecer” en broma al escritor Patrick Doyle en 2011, al hablar de los ensayos para una posible gira– era como si Jagger y Richards se estuvieran hablando entre ellos a través de la revista. “Sabían que el otro la leería”, dice Wenner.
Jagger en general tiene poca paciencia para las entrevistas largas, pero hizo una gran excepción con la revista en 1994. “Nadie había hecho una entrevista extensa con él”, dice Wenner. “Yo le dije: ‘Hay que hacerlo por la historia’. Aceptó de inmediato.”
Realizada en el transcurso de casi un año, en varias ciudades, la conversación de 20.000 palabras, en un número de diciembre de 1995, sigue siendo el panorama más amplio jamás ofrecido por Jagger, en donde se refiere a la creación de algunas de las canciones más grandes de los Stones, a sus ideas sobre los problemas de Richards con las drogas (“Nunca hablé de esto con Keith”), a los Beatles, Altamont y su talento para los negocios. “Fue una buena entrevista”, dijo Jagger. “Cubrimos mucho territorio. Siempre lo cargaba a Jann, diciéndole que era el periodista más rico que me hubiera entrevistado. Donde fuera que yo estaba, aparecía en su avión y básicamente dejaba el motor andando mientras hacía la entrevista durante una hora, y después se volvía a subir y se iba.”
Para cuando el periodista Brian Hiatt se juntó con la banda a fines de 2016 para la nota de tapa más reciente de la revista, estaba claro que Jagger y Richards estaban en una tregua. “Yo amo a este tipo”, dijo Richards. “Eso no significa que no me pueda enojar cada tanto... Es increíble que ambos estemos vivos. Yo celebro la vida de Mick. ¡Siempre fue cinco meses más viejo que yo!” Hiatt y Jagger conversaron acerca de su compartido amor por la armónica en el blues, lo cual hizo que Hiatt encontrara una clave para conectarse con Jagger en entrevistas: “A la gente le cuesta actuar con normalidad frente a él, así que cuanto más relajado estés, mejor te va a ir”.
Por pedido de Wenner, Jagger participó del 25 aniversario del Salón de la Fama del Rock and Roll en Nueva York en 2009, en una versión feroz de “Gimme Shelter” junto a U2, que Wenner considera “un momento destacado” de la conexión entre la revista y la banda. “Hicieron el mismo camino que nosotros”, dice Wenner. “Ahora somos todos grandes, y todavía seguimos.” Jagger agregó: “Hemos vivido uno al lado del otro durante todo este tiempo, y es maravilloso haberlo hecho”.
David Browne
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