40 puntos de rating para el final de ShowMatch
Carlos SanzolLA NACION
Valió todo: peleas, un romance forzado, la confesión de una enfermedad, gritos por doquier, risas, reconciliaciones efímeras, repeticiones hasta el infinito, personajes fútiles y, en el medio, los bailes. Valió todo con una sola justificación: el rating.
Así podría describirse el recorrido de "Bailando por un sueño", el segmento de ShowMatch que comenzó el 3 de mayo pasado y finalizó antenoche con una gala en la que se coronó campeón el boxeador Fabio "la Mole" Moli, gracias al apoyo de los espectadores. Sin lugar a dudas, él fue el primer sorprendido. "¡No lo puedo creer; venir por dos semanas y salir campeón del «Bailando...»!", dijo, mientras aún procesaba que había sido respaldado por el 50,24 por ciento de los 1.368.416 votos telefónicos totales. Muy cerca, con el 49,76% lo siguió su contrincante, la modelo Paula Chaves.
¿Cómo se puede explicar el triunfo de un deportista que tiene serios problemas de coordinación a la hora de bailar? Simple: en la lógica de ShowMatch, se trata de una cuestión de "carisma". En esos términos, lo planteó Moria Casán, una entendida en el arte de mezclar la Biblia y el calefón: "No quedaron dos virtuosos [en la competencia], sino dos carismáticos".
En el transcurso del programa se le adjudicó a Moli cierta espontaneidad no sólo por su informalidad en el trato con los demás, sino también, y como un plus, por sus tropiezos idiomáticos y sus comentarios escatológicos que fueron camuflados bajo el versátil ropaje del humor popular. "A vos, Marcelo, se te ocurrió buscarme para bailar, culi?", le comentó con su tonada cordobesa a un Tinelli tentado de risa cuando debutó como bailarín en uno de los primeros programas del año. Esa personalidad televisiva hizo que lograra zafarse de varias sentencias debido a su poca prestancia para el baile y así escapar de ese destino tan temido: quedar eliminado del programa, que es algo así como morir en términos catódicos.
Si Moli conquistó al público desde una espontaneidad que coqueteó con lo escatológico, Chaves lo hizo, en su mayor parte, gracias a un romance público con Pedro "Peter" Alfonso, uno de los productores del ciclo. Juntos posaron en varias tapas de revistas del corazón y testimoniaron un amor fabricado de la noche a la mañana en cuanto programa de televisión les abrió las puertas. La estrategia sirvió: antenoche, cada vez que ella lo nombraba, el público que estaba en el estudio la ovacionaba.
Protagonistas de ficción
En el universo de ShowMatch , como en cualquier ficción, si hay héroes, también debe haber villanos: los miembros del jurado, a lo largo del año, fueron los encargados de ocupar esos roles. Graciela Alfano, por ejemplo, se peleó con quien tuvo enfrente. Su clímax de "maldad" quedó expuesto cuando en un altercado con el coreógrafo Aníbal Pachano, él se vio forzado a confesar que era portador de VIH. "En mi paso por «Bailando?», la gente logró entender que es una enfermedad que podemos tener todos", hizo su balance, antenoche, el creador de los Bottom Tap.
"Esto es un Boca vs. River", exageró Casán, para describir el ánimo que se vivía en el set a medida que los participantes bailaban los cuatro ritmos elegidos para la final (pop latino, reggaeton, merengue y axé ). Una vez pasadas las pruebas, el jurado dictaminó que había un empate. Los televidentes, por medio de mensajes de texto pagos, debieron definir al ganador.
Cerca de la 1 de ayer, Tinelli develó el misterio: Moli se convirtió en campeón de un concurso en el que con la excusa del baile, del show y del rating valió todo.
39 ,2
PUNTOS
- Fue lo más visto del día y le sacó más de 25 puntos al segundo, En síntesis