1. El movimiento feminista dio pasos gigantes
Mientras los pañuelos verdes atados a las carteras y las mochilas de mujeres de todas las edades se multiplicaban en las calles del país, la cuestión del aborto legal, seguro y gratuito se instaló tanto en los medios como en el debate social. Después de una media sanción en Diputados, el proyecto de ley no pasó el Senado, pero la visibilidad que ganó el tema y la organización de una nueva militancia fueron conquistas del movimiento de mujeres, que en 2018 hizo su segundo paro internacional, terminó con la naturalización de los abusos en el rock (con el juicio contra Cristian Aldana como emblema) y en el mundo del espectáculo en general (con la histórica conferencia del colectivo Actrices Argentinas respaldando a Thelma Fardin en su denuncia por violación a Juan Darthés), y hoy lucha por el cupo femenino en festivales.
La chispa se encendió el 19 de febrero, cuando la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, conformada hace trece años, convocó a un pañuelazo frente al Congreso y a un tuitazo con el hashtag #AbortoLegalYa, días antes del inicio de las sesiones legislativas. El stock de pañuelos se agotó en pocas horas, y la consigna fue trending topic durante días. A partir de ahí, se aceleraron los tiempos. El 6 de marzo se presentó por séptima vez el proyecto por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), con 71 firmas de diputados de todo el arco político, indicio de lo que se venía: un debate transversal. Las exposiciones fueron vistas por más de 70.000 personas vía streaming. Las vigilias del 13 de junio y 8 de agosto mostraron más de un millón de personas cada noche manifestándose, con frío y bajo la lluvia. Las adolescentes y las chicas jóvenes asumieron el protagonismo, un proceso histórico que Luciana Peker resumió con total certeza en su alocución en el Congreso como "La revolución de las hijas".
En ese contexto efervescente, las mujeres se agruparon por disciplinas para expresar su apoyo al proyecto de ley. Lo hicieron las actrices, las comunicadoras y también las músicas. Esas reuniones dieron origen al colectivo "Por más mujeres en los escenarios", liderado por Celsa Mel Gowland, ex presidenta del Instituto Nacional de la Música (INAMU), que en septiembre impulsó un proyecto de ley para establecer un cupo de 30% de mujeres en el line-up de los festivales. Semanas después tuvo lugar la migración colectiva a Trelew para el 33° Encuentro Nacional de Mujeres, al que asistieron 50.000 personas.
Este año también significó un quiebre para la dinámica del escrache y las denuncias públicas por abuso. El sitio Ya No Nos Callamos Más, que visibilizó cientos de testimonios, dejó de tener actividad en mayo, cuando comenzó el juicio a Aldana. Pero su cierre no fue el final de los escraches, sino un replanteo del método. En octubre, un blog agrupó 45 testimonios que describían situaciones de abuso por parte de los integrantes de Onda Vaga (después, los músicos intimaron vía abogados a las responsables del blog para que lo dieran de baja), y otro hizo lo propio con Cielo Razzo. A lo largo del año, los testimonios de abuso y acoso alcanzaron a grupos como Babasónicos (que derivó en un descargo muy poco feliz de Dárgelos), Pez, Salta La Banca, Él Mató, Turf y Perras on the Beach, con diferentes grados de verosimilitud de las denuncias, autocrítica de los músicos y repudio de parte del público. La discusión sobre las relaciones de poder entre músicos y fans y el cuestionamiento del concepto de consentimiento significaron un impacto notable para la cultura rock, que acusó el golpe y se ve obligada a cambiar.
2. Auge y caída del "skere"
Para cuando todos intentaron darle sentido al "skere", conocer la etimología de la ¿palabra? (que si era la onomatopeya de una derrapada o derivaba de la frase en inglés "Let’s get it") empezó a ser menos interesante que la forma en que los argentinos nos vinculamos con ella. El skere puso de manifiesto la brecha generacional, con la honrosa excepción de Anamá Ferreira, que toreó a un par de haters de Twitter como una campeona ("Ahh... ¡¿viste cómo lo conozco al Duki?!"), y el fenómeno finalmente tuvo su apogeo en octubre, cuando Tinelli hizo el gag de aprender a usarla en vivo (trolleando un poco a los jóvenes pero también a sí mismo) y el periodista Mario Mactas la explicó en "El toque Mactas", su sección de TN: "‘¿Qué tal esta noche en casa de Loli? ¡Skarry!’".
El skere fue muchas cosas este año, incluso un meme armado con una foto de la sesión de Duki para la tapa de RS ("Con Duki ‘skere’/Con Macri ‘skaro’"). Para cuando Tinelli y Mactas lo llevaron a los hogares, Duki ya lo estaba borrando de su vocabulario y del de su grupo, Modo Diablo. "Gente, queda desterrado el skere o el skarri o cualquier sinónimo de toda esa mierda", dijo. "A partir de ahora, no decimos skere nosotros. La gente lo puede decir, pero Modo Diablo no... ¡Skere!"
3. Mark Zuckerberg tuvo que dar explicaciones
2018 fue el año en que dudamos de la humanidad de Mark Zuckerberg. El 10 de abril, el CEO de Facebook tuvo que dar explicaciones en el Congreso de Estados Unidos sobre Cambridge Analytica, el escándalo que develó cómo la red social vendía datos privados de sus usuarios a profesionales de la manipulación política.
Durante cinco horas, vimos a Zuckerberg en una lucha interna por mostrarse convincente, comprometido con el bien común y... casi humano. Midió sus gestos, palabras y movimientos como quien trata de desactivar una bomba, y repitió mil veces la frase "No tengo los detalles ahora, senador, lo hablaré con mi equipo para que siga este tema con usted".
Más allá de la comparecencia y los memes sobre su probable condición robótica, el escándalo desplomó las acciones de la compañía -que luego se recuperaron y volvieron a caer- y llevó al prime time discusiones sobre la privacidad, las noticias falsas y las operaciones que facilitan modelos de negocios como el de Facebook, irreconciliables con la democracia. Es difícil predecir qué va a pasar con todo eso, pero definitivamente la edad de la inocencia de las redes sociales es cosa del pasado.
4. Manu Ginóbili dejó la cancha
‘Con una gran mezcla de emociones les cuento que decidí retirarme del básquet", decía el mensaje que Manu Ginóbili publicó el 27 de agosto en sus redes. La ilusión de que el anuncio no sucediera se rompió a cuatro meses de su último partido, al que llegó con 40 años y 270 días. Ni su buen desempeño en la última temporada, ni la necesidad de que San Antonio Spurs tuviera un jugador franquicia en una etapa de recambio, ni el pedido de que siguiera por parte de rivales como Steve Kerr -DT de Golden State Warriors, que lo eliminó en Playoffs-, alcanzaron para que entregase un poco más de su talento. Con la decisión del retiro casi tomada, después de las vacaciones quiso probar si podía seguir y se presentó a los entrenamientos. "Cuando agarré la pelota, ya no me pasaba lo mismo de siempre", escribió en su columna de La Nación. "Miré a los más jóvenes romperse el lomo para estar bien para la pretemporada y a mí, sin embargo, todavía me dolían los últimos dos golpes de la temporada anterior."
Así se terminaron 23 años en los que Manu marcó una era en el básquet internacional. Con la selección argentina, fue el líder del equipo que superó al Dream Team por primera vez en torneos oficiales y ganó la medalla de oro en Atenas 2004. En la NBA, casi llena una mano con anillos de campeonato -ganó en 2003, 2005, 2007 y 2011-; llegó al Juego de las Estrellas en 2005 y 2011; tiene el mejor porcentaje de victorias en la historia de la liga entre los que jugaron más de 1.000 partidos; y, más allá de las estadísticas, cuando aterrizó en Estados Unidos después de romperla en Italia (busquen en YouTube "Ginóbili Kinder Bologna"), se convirtió en el extranjero más determinante desde Drazen Petrovic, la figura yugoslava de fines de los 80: el "Eurostep", un movimiento con el que Manu penetraba hacia el aro llevando el primer paso para un lado y luego cambiaba sorpresivamente de dirección, devino en un skill que todos utilizan para dejar atrás a un rival más alto.
El próximo 28 de marzo los Spurs retirarán la camiseta número 20 y, cinco años después de su último partido, debería ser ingresado al Salón de la Fama, que hasta el momento está formado solo por 167 ex jugadores, entre los que figuran leyendas como Michael Jordan, Magic Johnson y Shaquille O’Neal. "Fue un viaje fabuloso que superó cualquier tipo de sueño. ¡Gracias!", decía ese tweet de despedida. Gracias a vos, Manu.
5. El FMI vuelve a dar las órdenes
En mayo, cuando el dólar llegó a los 24 pesos, parecía una catástrofe. El clima de incertidumbre se profundizó cuando, en medio de la corrida cambiaria, Mauricio Macri anunció que había comenzado a dialogar con el Fondo Monetario Internacional. Un rato después, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne explicó que el Gobierno aspiraba a una "línea de financiamiento preventivo" de 30.000 millones de dólares para continuar con el ajuste gradual. La noticia cayó como un bombazo y, aunque el oficialismo intentó hacer control de daños, la "vuelta al Fondo" evocó los peores fantasmas, y el costo político que deberá pagar Cambiemos todavía es incierto.
El acuerdo compró algo de calma, pero en agosto el dólar pegó un nuevo salto y superó los 40 pesos, mientras los docentes universitarios completaban un mes de paro y varios gremios reclamaban la reapertura de la paritarias. En este clima de tormentas y cambio de gabinete económico mediante, Macri anunció otro acuerdo mientras sus funcionarios volaban a Washington para sentarse con Christine Lagarde, titular del FMI, que recuperó así el poder que no había tenido en los últimos 15 años: para ampliar el crédito stand-by de 57.100 millones de dólares, impuso condiciones para que el Presupuesto 2019 fuera a su medida, con déficit y emisión cero y recorte en todas las áreas menos una: la de las erogaciones para cumplir con los servicios de deuda externa.
6. Pity Álvarez cayó preso por homicidio
Se suponía que este año iba a ser el del regreso de Pity Álvarez a los escenarios, pero todo salió mal. Después de una saga caótica en abril, desatada en un show frustrado de Viejas Locas en Tucumán que terminó en disturbios, Pity tocó fondo como nunca antes. La madrugada del 12 de julio, al bajar de su departamento del barrio Samoré de Lugano, discutió con Cristian Díaz y le disparó cinco veces. Díaz falleció, Pity se dio a la fuga y, a la mañana siguiente, se entregó en la comisaría 52, después de declarar frente a las cámaras: "Lo maté porque era él o yo".
Meses después, Pity se encuentra en el penal de Ezeiza. Está procesado con prisión preventiva por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. El juez Martín Yadarola rechazó los pedidos de excarcelación y elevó la causa a juicio.
No es la primera entrada en su prontuario. Había sido denunciado por robo, posesión de armas, amenazas y violencia de género. Todos los casos terminaron igual: era sobreseído o declarado inimputable. Fueron advertencias ignoradas como episodios coloridos en la biografía de un rockstar problemático. Este final fue tan anunciado como trágico.
7 . Se abrieron los cuadernos de la corrupción
Nunca un cuaderno Gloria había tenido semejante exposición. En agosto, La Nación publicó una de las investigaciones más resonantes del periodismo argentino reciente: las anotaciones de Oscar Centeno, ex chofer de Roberto Baratta –mano derecha de Julio De Vido–, que describen supuestos movimientos de coimas entre el gobierno kirchnerista y los contratistas del Estado. La causa, a cargo del juez Claudio Bonadío, produjo en una noche doce detenciones entre funcionarios y empresarios. Días antes, otra investigación develaba una trama de corrupción pero en el partido de gobierno, cuando el sitio El Destape difundió detalles de la red de aportantes truchos que financió las campañas bonaerenses del Pro en 2015 y 2017.
8. River y Boca en la final más grande y problemática de la historia
Hasta hace unos meses, Boca y River habían jugado apenas una final en más de un siglo de rivalidad, pero en 2018 se cruzaron dos veces: primero en marzo, por la Supercopa, y luego a fin de año, en la definición de la Copa Libertadores, quizás el cruce más trascendente de la historia del fútbol de clubes a nivel mundial. Pero lo que parecía destinado a ser un duelo épico terminó apagándose en fade out, después de un par de picos dramáticos en los que estuvo a punto de no jugarse.
La importancia del superclásico definitivo pudo medirse, primero, por el inesperado comportamiento de ambas hinchadas en la previa: en lugar de apuestas o cargadas, lo que predominó fue un silencio tenso que nadie se animó a romper. De hecho, nunca se había visto tanta camaradería entre fanáticos de uno y otro equipo, dos parcialidades en estado de sufrimiento análogo como jamás habían experimentado. ¿Por qué tantos nervios? Probablemente porque lo que se puso en juego fue nada menos que el relato de la rivalidad más palpable de la sociedad argentina, que a partir de este partido podía cambiar de manera radical y quizás irreversible.
Esa tregua tácita continuó después de la ida en la Bombonera (un empate que no hizo más que postergar la definición), pero se rompió en la previa de la vuelta en el Monumental, por una serie de factores que incluyó ineficiencia del operativo policial, salvajismo de un grupo de hinchas de River, y un estado de especulación grosera por parte de la Conmebol, la FIFA, la televisión, los sponsors y los clubes.
La tensión generada ante la imposibilidad de imaginarse después de una derrota ("¿Cómo se sigue después de esto?" fue la pregunta recurrente) encontró una vía de escape en los botellazos al micro de Boca y sus consecuencias: la postergación eterna del partido, los reclamos de River para jugar en su cancha, los de Boca para ser considerado campeón sin jugar y, sobre todo, la tonelada de excusas que la situación presentó ante un eventual resultado adverso. De alguna manera, el relato se resolvió ahí. Ya no hacía falta jugar la final.
Pero se jugó igual, en Madrid, con el argumento oficial de que en Argentina no estaban dadas las condiciones para garantizar la seguridad (semanas después de que la Ministra de Seguridad dijera que sí estaba garantizada, incluso si los clubes querían jugar con visitantes), y la sospecha evidente de que todo se trató de un gran negocio a espaldas de los hinchas.
Fue una final devaluada en lo emocional, triste y lejos de casa, que de todos modos tuvo un impacto automático en el devenir de ambos clubes. En La Boca, la derrota fue percibida como el último gran fracaso de Daniel Angelici, incapaz de ganar un título internacional en siete años de gestión como presidente. En Núñez, en cambio, Marcelo Gallardo coronó una nueva era dorada de River después de dar vuelta el resultado tres veces en la final, y hoy pelea el primer lugar en el panteón de ídolos millonarios con Ángel Labruna.
Ahora, entonces, ¿cómo se sigue después de esto? Si originalmente la pregunta se refería a las herramientas que tendrían los hinchas del perdedor para sobreponerse a una derrota humillante, hoy parece haber cambiado el foco. ¿Cómo se sigue después de mudar la final de la Copa Libertadores de América a Madrid? ¿Cómo se sigue después de la impunidad de los agresores del micro? ¿Cómo se sigue después del accionar de la FIFA y la Conmebol? Históricamente, la respuesta a este tipo de preguntas la tuvo el fallecido ex presidente de la AFA, tallada en un anillo que decía "Todo pasa". Julio Grondona ya no está, pero nada parece haber cambiado demasiado.
9 . Aretha Franklin pasó a la inmortalidad
Enfundado en un vestido rojo con volados y zapatos de tacos altos con lentejuelas, el cuerpo de Aretha Franklin –que murió el 16 de agosto, a los 76 años, por un cáncer de páncreas– llegó al templo Greater Grace de Detroit en un ataúd dorado transportado por un Cadillac LaSalle de 1940 flanqueado por varios Cadillac rosas.
En el lugar esperaban unas 4.000 personas, entre ellas Bill Clinton, el ex presidente de Estados Unidos, a cargo de la introducción de la ceremonia, y Stevie Wonder, que cerró el funeral con una versión de "As", su tema de 1976, en el que dice: "Te voy a amar para siempre". Fue el pico emotivo de una despedida que duró ocho horas, y dejó en claro el peso de la figura de la Reina del Soul en su país.
Hija de un reverendo estricto que impulsó su carrera con dosis equivalentes de decisión y crueldad, Aretha forjó una voz que transmitía tanto su fuerza como su dolor, lo que le permitió conectar con el público en un nivel profundo. "Soy yo con la mano extendida, esperando que alguien la tome", dijo sobre su voz. Es una definición inmejorable de un prodigio del góspel que conquistó las cumbres del pop a su manera, haciendo del coraje y el respeto su bandera.
10. El drama humano del conflicto migratorio
Parece una historia bíblica, pero no: el 12 de octubre, un grupo de hombres, mujeres y niños de Honduras comenzó a caminar hacia Estados Unidos. Salieron de San Pedro Sula, una de las ciudades más violentas del mundo, temprano a la mañana. Pronto se sumaron más y en unos días fueron miles; no solo hondureños, también salvadoreños y guatemaltecos que huían de las pandillas, la pobreza, la represión y la falta de oportunidades.
Nadie sabía bien cuántos eran, pero en noviembre se calculaba que 7.000 centroamericanos atravesaron tres fronteras –las de Honduras, El Salvador y Guatemala– hasta llegar a México, antesala de su destino final. La ruta que atravesaban de a miles era la misma que durante décadas los migrantes de Centroamérica habían recorrido en soledad o en pequeños grupos, guiados por coyotes que prometían pasarlos al otro lado. México ha sido siempre un terreno peligroso para ellos, y llegar en masa era una forma de protegerse de abusos policiales y estafas de los traficantes de personas.
Las noticias sobre la "caravana migrante" rápidamente pasaron de los medios hondureños a la plana internacional y se incrustaron en el debate electoral de Estados Unidos, que en ese momento se preparaba para las elecciones de medio tiempo del gobierno de Donald Trump, que hizo de su discurso y sus políticas "antiinmigración" un eje de su gestión. Ya en la primera mitad del año, las historias de niños migrantes separados a la fuerza de sus padres en las cárceles de frontera habían obligado a Trump a dar explicaciones por las consecuencias humanitarias de su política de "tolerancia cero".
11. A los tiros con el Fortnite
El videojuego más exitoso de la última temporada trascendió ampliamente el nicho gamer, como había ocurrido en 2016 con Pokémon Go, pero de una manera mucho más bestial. Las referencias al Fortnite se multiplicaron entre las celebridades (Drake, Will Smith, Travis Scott, Chance The Rapper y más figuras se declararon fans en las redes sociales), desatando el furor por este mundo virtual lleno de armas en el que gana el último que sobrevive, diseñado especialmente para volverse viral: podés jugarlo gratis y online con tus amigos, y ni siquiera hace falta una consola, sino que está disponible para teléfonos y computadoras.
En el año en que la Organización Mundial de la Salud incluyó la adicción a los videojuegos en su Clasificación Internacional de Enfermedades, el Fortnite es lo más adictivo que hay. Además, para preocupación de los padres, prendió fuerte entre niños menores de 10 años, a pesar de haber recibido una calificación para mayores de 12. La clave está en la accesibilidad: el proceso de registro requiere apenas de un mail, y en un par de minutos uno ya está a los tiros.
Por otro lado, las partidas del modo "Battle Royale" son cortas y adrenalínicas, ya que el territorio de juego se va achicando a medida que pasa el tiempo. Es matar o morir… y festejar. Los clásicos bailes celebratorios de los personajes (se desbloquean a cambio de los V-Bucks, la moneda ficticia del juego, que se ganan al completar una misión, pero también se pueden comprar con dinero real: un negocio millonario) originaron el Fortnite Dance Challenge: es imposible que no hayas visto a nadie este año imitando los típicos pasitos del juego. En junio, de hecho, Antoine Griezmann, el delantero de Francia, festejó su gol contra Argentina en el Mundial de esta manera, e ilustró perfectamente la tendencia actual: los jóvenes ya no quieren ser (solo) futbolistas, sino gamers.
12. Hollywood salvó al rock & roll
En un año en el que las bandas que pasaron por los charts internacionales dejaron las guitarras de lado con resultados dispares (Imagine Dragons, The 1975, Muse, Twenty One Pilots) o las abrazaron con ausencia total de frescura (Greta Van Fleet y su fotocopia de Led Zeppelin), Hollywood fue más efectivo que la industria musical para mantener el imaginario del rock en primera plana o, al menos, en la conversación pública.
La biopic Rapsodia Bohemia, con la interpretación poderosa de Rami Malek y la voz remasterizada de Freddie Mercury, mordió el polvo con la crítica pero fue campeona de la taquilla en noviembre, y revivió al detalle para las nuevas generaciones la histórica presentación de la banda en el Live Aid 1985, uno de los mejores conciertos de rock de todos los tiempos.
Un mes antes, la cuarta remake de Nace una estrella no solo fue un vehículo para el destaque actoral de Lady Gaga como la popstar en ascenso Ally, sino que también aportó al memorable rockero decadente Jackson Maine, interpretado por Bradley Cooper –en su primera película como director– con una docena de inflexiones inspiradas por Eddie Vedder.
Más allá de un sólido set de canciones compuestas para él por Gaga junto a Mark Ronson, Jason Isbell y Lukas Nelson, entre otros, Cooper personificó una defensa discursiva de la autenticidad en la música con una lógica anacrónica y rockista (no muy diferente a lo que fue para el jazz el personaje de Ryan Gosling en La La Land). "Si no decís la verdad, estás cagada", le advierte Maine a Ally, conflictuado por verla triunfar con confecciones pop que ella ama y él desprecia. Curiosamente, la película deja un margen para que lo cuestionemos, como cuando en una de las escenas iniciales de la película lo pone a cantar en un bar de drag queens: "Quizás es tiempo de dejar morir las viejas formas".
13. Lorenzo Ferro, el ángel que cayó a la fama
El debut en la pantalla grande de Lorenzo Ferro fue inesperadamente poderoso: su hipnótica interpretación de Robledo Puch es un jovencito rubio y andrógino que debajo de sus rasgos angelicales esconde los colmillos más afilados del sociópata de El ángel. Pero después de que la película de Luis Ortega perforara con comodidad el techo del millón de espectadores (es el film argentino más visto del año), empezamos a conocer a Toto, el pibe de 19 años que hasta hace poco no era más que un ignoto participante de batallas de rap sin planes de seguir los pasos de su papá, el actor Rafael Ferro.
Algo de esa frescura que le imprimió a su performance en la película está siempre con él y a la vista en notas, alfombras rojas, apariciones y todas las peripecias públicas que le llegaron con la fama repentina. Cuando recibió el premio Fénix a Mejor Actuación Masculina en México por la Federación Internacional de Periodismo Cinematográfico, le dedicó un fuck a Donald Trump y otro a Mauricio Macri. Las repercusiones fueron las esperables. Quizás lo define más un fuck menos conocido, el que le dedicó a Netflix al rechazar un papel en uno de sus dramas adolescentes de moda, cinco meses de lujo en España y un cheque que podría comprarle un departamento. Le dijo que no a Élite, nada más y nada menos, porque no le gusta la serie. ¿En qué está pensando este chico cuando produce un "no" tan contundente a una edad donde todo lo que es todavía está en formación? Lo que sabemos es en lo que no está pensando: en el corto plazo.
Puede que estemos delante de un Darín que ya sabe que será Darín, que no necesita el noviazgo con una diva ni ocupar un lugar en el equipo de los galancitos. O delante de un Francella que ya sabe, también, qué será de él, y lo que no necesita es meter latiguillo tras latiguillo o hacer películas de bañeros. Habrá que ver su próximo paso, pero mientras tanto valorar ese no: ¿cuánto vale un no bien puesto?
14. El viaje cósmico de Elon Musk
No fue un año cualquiera para el CEO billonario de Tesla y SpaceX. Primero encontró el amor (durante unos meses su bio de Twitter fue "Novio de Grimes"), después lo perdió, se tomó un par de ácidos y usó mucho Twitter, y probablemente haya hecho las dos cosas en simultáneo (Wall Street tembló cuando dijo que consideraba convertir Tesla en una sociedad anónima cerrada). Pero nada opacará el momento de febrero en que lanzó un Tesla Roadster color cereza en dirección a Marte, que dicho sea de paso nuestro héroe quiere colonizar. Al volante del coche iba un prototipo de astronauta llamado Starman, como el tema de Bowie (su música sonó durante el despegue). Las últimas noticias que tuvimos de él lo ubicaban rebasando la órbita marciana. Quizás se pierda en el infinito, como el Major Tom de Bowie o como los sueños lisérgicos de su mentor.
15. La alta moda descubrió las zapatillas
Los "ugly shoes" y todo hype desatado por el icónico modelo Triple S de Balenciaga, un movimiento ganador del nuevo director de arte de la marca, Demna Gvasalia (también fundador de Vetements), desembarcó este año en Argentina, donde las Triple S y también las Disruptor de Fila empezaron a circular por la calle y las pistas, tanto originales como en versiones fake. Viendo que funcionaba (el precio original de las Balenciaga es de 650 euros), algunas marcas locales se lanzaron penosamente a emular la tendencia global, como Ricky Sarkany, que editó su línea con niveles altos de cringe Sneakers Sarkany.
16. El crecimiento de una nueva derecha
El planeta gira a la derecha y Brasil le da un envión: el triunfo en segunda vuelta del ex militar Jair Messias Bolsonaro (su segundo nombre parece una premonición) consolida el revival conservador que hace dos años sentó a Donald Trump en la Oficina Oval y ahora toma fuerza en el resto del continente americano –con triunfos de partidos de derecha en Chile, Perú, Paraguay y Colombia– pero también en Europa.
Populista de derecha, Bolsonario sedujo a muchos brasileños prometiendo orden y libre mercado, y una vuelta a los valores de "Dios y la familia" como solución a los problemas nacionales. Su llegada al poder no hubiera sido posible sin el colapso del Partido de los Trabajadores y el encarcelamiento del ex presidente Lula da Silva, que aun en prisión era el preferido en las encuestas hasta que el Tribunal Superior Electoral le prohibió ser candidato. Bolsonaro ya había sido noticia en el mundo cuando dedicó su voto a favor del impeachment de Dilma Rousseff al militar que la torturó durante la dictadura.
Aunque jugó al outsider, lo cierto es que Bolsonaro fue diputado federal durante 27 años. Sin embargo, su campaña se movió por fuera de los circuitos tradicionales. Internado después de que un hombre lo apuñalara mientras lo llevaban en andas en un acto, aprovechó el reposo para intensificar su campaña en redes sociales, especialmente WhatsApp, con un discurso de mano dura contra la delincuencia –Brasil tiene la tasa récord de homicidios– y la corrupción traccionado a fuerza de fake news.
Su ideario racista y homofóbico –dijo que prefiere un hijo muerto a un hijo gay– y su misoginia prendieron las alarmas de los movimientos afro, feministas y LGBT, que antes de la primera vuelta se movilizaron masivamente en una marcha histórica al grito de Ele Não (Él No), para rechazar su candidatura. Pero no fue suficiente para detenerlo.
17. Maradona le sumó millas a su leyenda
Diego en su mansión de los Emiratos Árabes, Diego en modo Jesús iluminado por el único rayo de sol que pega sobre el Estadio Krestovski de San Petesburgo mientras un asistente lo sostiene para que no se caiga al vacío, Diego en Bielorrusia literalmente con diamantes, Diego bailando en muletas en el vestuario de los Dorados de Sinaloa, la tierra del Chapo Guzmán... En 2018 Maradona sumó más millas y destinos exóticos que nunca antes en su carrera, y además lo transmitió en vivo a través de sus stories de Instagram, un chiche nuevo para él que le permite hacerse el gracioso mientras transpira y escucha reggaetón en la cinta del gimnasio, cena con amigos o hace las compras en el supermercado con su mujer.
Entre tanto vaivén, este año Diego tuvo picos y caídas. Se descompensó en el estadio después de ver el partido de Argentina contra Nigeria en el Mundial, faltó con aviso al casamiento de Dalma, su hija mayor, consiguió trabajo como presidente del Dinamo Brest con el visto bueno del presidente ruso Vladimir Putin, y se fue a las pocas semanas para convertirse en el director técnico de los Dorados, un equipo de la segunda división de México, adonde llegó con las rodillas destrozadas, casi sin poder caminar. La imagen de Diego rengo prendió las alarmas en Argentina, pero la pelota no se mancha. Maradona se puso al frente de un equipo que peleaba el descenso, lo convirtió en candidato al título y se ganó el cariño de una ciudad entera. Perdió la final y se fue de la cancha peleándose con los hinchas rivales. Continuará...
18. Rappi y Glovo coparon la calle
Fue de un día para el otro: el paisaje urbano de Buenos Aires cambió de manera drástica cuando unos 20.000 trabajadores de Rappi y Glovo invadieron las ciclovías de la ciudad en sus bicicletas, cargando unas mochilotas naranjas y amarillas con pedidos de todo tipo. Las apps de delivery y mensajería desembarcaron en el país con la promesa de revolucionar la idea de trabajo, aunque el sueño se desinfló rápidamente, cuando rappitenderos y glovers empezaron a quejarse de la precarización a la que eran sometidos: tenían que pagar por sus mochilas y solo les daban ropa para lluvia una vez que habían completado una determinada cantidad de viajes, entre otras políticas.
De un lado, jóvenes mayoritariamente extranjeros que buscaban una oportunidad de convertirse en sus propios jefes sin necesidad de estudios ni inversión inicial más allá de un par de ruedas (y, a veces, ni siquiera eso, ya que se hizo cada vez más habitual ver a repartidores usando las bicis públicas amarillas de la ciudad). Del otro, empresas que niegan que haya una relación laboral con quienes prestan servicios a través de la aplicación. La fábula terminó con el pedido de inscripción en la Secretaría de Trabajo de la Asociación del Personal de Plataformas (APP), el primer sindicato de trabajadores de plataformas digitales, que buscará regular cuestiones como la duración de la jornada laboral, el salario mínimo y la obligación de contar con un seguro de riesgos. Por ahora, la economía del futuro se parece bastante a la del pasado.
Textos de Pablo Plotkin, Juan Ortelli, Gabriel Orqueda, Emilio Zavaley, Lucas Garófalo, Emilia Erbetta, Alejandro Seselovsky, Romina Zanellato, Manuel Buscalia.
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