Beatriz Bonnet: gran comediante en TV y primera figura teatral
Sin lugar a dudas, Beatriz Bonnet -quien murió anteayer- fue una de las grandes comediantes del cine, el teatro y la televisión. Su don natural, su espontaneidad y su simpatía la colocaban entre las primeras figuras. Había nacido el 11 de diciembre de 1930 en Gualeguay, Entre Ríos, y desde su infancia las luces de las bambalinas la llamaban. Apenas joven decidió que su destino estaba en Buenos Aires y ahí estudió baile, canto y actuación. Cuando trabajaba como cadeta en una bombonería de Diagonal Norte y Suipacha, la fortuna apareció frente al mostrador. "Un día entró un señor -solía recordar- y me dijo: ?Nena, ¿vos sos esta?'. Casi me descompongo. Tenía una foto mía. Vos te preguntarás cómo la tenía. Bueno, resulta que yo solía mandarle fotos al periodista Chas de Cruz y él se las mostraba a los directores. Y el que entró era Pedro R. Bravo, que me convocó para dar una prueba en una película. La di y directamente usaron esas tomas". Esa película fue Mansedumbre, en blanco y negro, estrenada en 1953, con el protagonismo de Bonnet y Mario Vanadia.
Después de aquel papel inicial entró al Instituto de Arte Moderno y, poco después, el director y empresario Francisco Gallo la contrató para hacer comedias en el Teatro Astral. No conforme con este entrenamiento decidió estudiar vocalización y tomó clases de actuación con Hedy Crilla.
Su trabajo en el teatro fue muy satisfactorio y tuvo la oportunidad de trabajar en Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona; La zapatera prodigiosa, de García Lorca, dirigida por Cecilio Madanes; La niña boba, de Lope de Vega, dirigida por Margarita Xirgu; Boeing Boeing, vodevil de Marc Camoletti; Una viuda difícil, de Conrado Nalé Roxlo; Narcisa Garay, mujer para llorar, de Juan Carlos Ghiano; Descalzos en el parque, de Neil Simon; Mi bella dama, de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe; El conventillo de la Paloma, de Alberto Vaccarezza; Simple y maravilloso, de Will Glickman y Joseph Stein; Mi amiga la gorda, de Charles Lawrence; Mame, de Jerome Lawrence y Robert Edwin Lee, con música de Jerry Herman; Sorpresas, de Dan Goggin; Doña Flor y sus dos maridos, basado en la novela de Jorge Amado, y Mamá es una estrella, entre otras.
Pero fue sin lugar a dudas la televisión la que le dio proyección popular, que se inició en Canal 7 cuando fue contratada para hacer operetas. Después vinieron los ciclos de Hugo Moser, Osvaldo Pacheco, Darío Vittori, María Herminia Avellaneda, el Show Rambler, el Show Standard Electric, Casino Philips, Tropicana Cabaret, Mesa de noticias, El mundo de Antonio Gasalla y muchas telecomedias.
Fueron estos trabajos los que la hicieron acreedora de cinco premios Martín Fierro, Premio especial Cronistas de Teatro, el Molière, el Podestá, el Bamba, el Konex 1981 y 1991, y el Premio Hugo a la trayectoria. A pesar de todo este trabajo, no se privó de participar en la pantalla grande, convocada por directores como Don Napy, Julio Porter, Rodolfo Blasco, Ralph Pappier, Enrique Carreras, Roman Viñoly Barreto, Jorge Cromberg, Ángel Acciaresi, Rafael Cohen y Víctor Dinenzon. Además de su actividad profesional, fue una de las grandes conservacionistas del ambiente, dedicando parte de su tiempo al cuidado de los perros y los gatos que albergaba en su casa.
En los últimos años su salud se vio deteriorada a causa de una demencia senil y tuvo que ser internada en un geriátrico para su atención, aunque trascendió que a causa de esta afección fue estafada por presuntas amigas.
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