Zimbabwe traslada su colapsada economía a los baúles de los autos
HARARE.- Los automóviles se transformaron en mercados móviles en Zimbabwe, donde personas emprendedoras venden mercancías desde sus vehículos para hacer frente a las penurias económicas causadas por el coronavirus.
Con las puertas y el baúl abiertos de par en par a un lado de caminos concurridos, los vendedores exhiben una colorida variedad de productos en la capital Harare.
En el baúl de un Mercedes hay bolsas de arroz, azúcar y golosinas prolijamente colocadas junto a ropas de bebé. En el techo hay mantas. El propietario del auto invita a los transeúntes a que les den una mirada a sus productos mientras está atento por si llega la policía. Estas ventas callejeras están prohibidas y la policía hizo algunos arrestos, aunque no los suficientes como para desalentar a los vendedores.
Shelton Marange trabajaba como mecánico antes de ser despedido en mayo. Ahora enfrenta al frío y se expone a ser detenido o a contraer el coronavirus. Maneja 30 kilómetros al amanecer para comprar frutas y verduras en los mercados rurales y regresa a Harare para venderlos desde su camioneta.
"Estas son mis tuercas, tornillos y llaves'', dice en broma, señalando las zanahorias, tomates, cebollas, papas y repollos que vende. A diferencia de otros que siempre se instalan en el mismo sitio, Marange cambia varias veces de lugar durante el día.
La economía de Zimbabwe ya pasaba por un mal momento antes de la pandemia, azotada por la inflación, la devaluación de su moneda, el desempleo y una fuerte escasez de agua, electricidad y gas. Se pronostica que la economía se contraerá más de un 10% este año, mucho más que el 3,2%, según el Fondo Monetario Internacional.
Las fábricas y las empresas no pueden sobrellevar el deterioro económico y las restricciones causadas por el coronavirus y cierran o reducen su personal. La Cámara de Comercio estima que el Covid-19 podría hacer desaparecer el 25% de los puestos de trabajo.
Y las cifras podrían ser peores, de acuerdo con Peter Mutasa, presidente de la central obrera de Zimbabwe, quien dice que incluso las personas que tienen trabajo, como los empleados públicos, ganan menos de 50 dólares al mes y complementan sus ingresos vendiendo cosas desde sus autos."Los sueldos no sirven para nada por la inflación'', dijo Matusa. "Todo el mundo se queja''.
La venta desde los autos no es exclusiva de Zimbabwe en África. También se da en otros países. Joseph Chege vendía productos electrónicos en las afueras de Nairobi, la capital de Kenia, hasta que las restricciones por el coronavirus lo obligaron a cerrar su negocio.
Obligado a pagar las deudas contraídas, dice que tuvo que buscar una alternativa que le permitiese cumplir sus obligaciones. Decidió que siempre habrá demanda de alimentos, los cuales empezaban a escasear en Nairobi. También notó que los agricultores de su comunidad no podían vender sus productos porque el mercado había cerrado para evitar aglomeraciones.
Chege empezó a comprar los mejores productos a los precios más baratos posibles y se fue con su auto a barrios muy poblados de la capital. Lo estacionó y empezó a vender frutas y verduras desde su baúl. "Al poco tiempo ya no me quedaba nada al mediodía y regresaba a buscar más verduras'', comentó.
Chege dice que gana menos que con su negocio, pero se siente agradecido de poder pagar algunas de sus deudas. Si bien Kenia levantó las restricciones a los viajes, dice que le tomará tiempo reabrir su negocio.
En Zimbabwe la gente vendía más que nada ropa usada desde sus autos antes de la pandemia. Ahora la gente sin trabajo vende todo tipo de productos. Muchas de las mercancías llegan de contrabando desde Sudáfrica, que cerró su frontera con Zimbabwe.
"Se cerraron empresas, fábricas. Cada vez más gente se gana la vida en el sector informal'', comentó el economista Prosper Chitambara. Para Marshall Chinyani, que dejó su trabajo como maestro para abrir un pequeño negocio de importaciones hace tres años, las ventas desde su auto son una nueva realidad.
"Estoy aquí porque la pandemia dejó sin trabajo a mucha gente y la obligó a salir a la calle a vender estas cosas", dijo Chiniyani parado junto a su auto a un lado de una concurrida carretera de Belgravia, un suburbio de Harare con muchas embajadas, oficinas de las Naciones Unidas y organizaciones internacionales de ayuda.
"No estábamos acostumbrados a esto", expresó. "Pero tuvimos que dejar nuestras oficinas y nuestros negocios".
Agencia AP
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