“Yo fui torturada con picana en las cárceles de los Somoza, pero Ortega es mucho más cruel”
Vilma Núñez de Escorcia, exnúmero dos de la Corte Suprema a comienzos de la revolución sandinista, explicó a LA NACION su visión pesimista sobre el futuro luego de los comicios presidenciales de este domingo en Nicaragua
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Desde atrás de las rejas y desde adentro, la doctora Vilma Núñez de Escorcia, (exvicepresidenta de la Corte Suprema en los comienzos del sandinismo) conoció las cárceles nicaragüenses a partir de su infancia. Pero no tuvo dudas en afirmar a LA NACION, “yo fui torturada con picana en las prisiones de los Somoza, pero Daniel Ortega es mucho más cruel”.
Con la mayoría de los candidatos opositores encarcelados o exiliados, las expectativas de Núñez para los comicios presidenciales de este domingo en Nicaragua son muy particulares. “Los espero con ansiedad, pero no para saber quién va a ser el ganador, como debería ocurrir normalmente, sino para ver qué rumbo va a tomar Ortega para intentar legitimarse ante la comunidad internacional”. En este sentido calificó de “absolutamente decepcionante y desesperanzadora” la actitud del gobierno de Alberto Fernández de abstenerse de votar la reciente resolución de la OEA que pidió la liberación de los presos políticos nicaragüenses.
“Es completamente inexplicable que la Argentina y México estén tirando por la borda su histórica lucha por los derechos humanos”, agregó.
📢 En #Nicaragua🇳🇮 permanecen detenidas 139 personas por motivos políticos, de las cuales 36 han sido detenidas en los últimos cuatro meses.
— Race and Equality (@raceandequality) September 22, 2021
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Núñez tenía apenas ocho años cuando en 1945 entró por primera vez a una cárcel para visitar a un preso político, en ese caso su padre, un alto dirigente del Partido Conservador que terminaba arrestado cada vez que había una revuelta contra Anastasio “Tacho” Somoza García (1896-1956). Tras el asesinato del dictador, a los 19 años fue recibida en el Palacio de Gobierno, ya como dirigente universitaria estudiantil, por el sucesor de Tacho, su hijo Luis Somoza Debayle (1922-1967) a quien hizo enfurecer con sus reclamos por la libertad de profesores y estudiantes detenidos. Años más tarde, ya como profesional, su labor como abogada y defensora de los presos políticos la puso a ella misma tras las rejas a los 42 años en tiempos del tercer dictador de la dinastía, Anastasio “Tachito” Somoza Debayle (1925-1980).
Poco después, con el triunfo de la Revolución Sandinista, por su trayectoria fue nombrada como número dos de la Corte Suprema entre 1979 y 1987. Abandonó el cargo, desilusionada con la Revolución, cuando la hijastra del presidente, Zoilamérica Ortega Murillo, le pidió que fuera su defensora en la acusación por abusos sexuales cometidos por su padrastro durante la infancia. Hoy, enfrentada directamente con Ortega, dirige el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), una organización que reclama la liberación de los presos políticos, llama este domingo a la abstención, y a la que el gobierno ya le quitó la personería jurídica y le confiscó sus instalaciones a comienzos de este año. “Toda Nicaragua es una cárcel. Estamos vigilados por todos lados. Yo no sé qué va a pasar conmigo después de la publicación de este artículo, pero a mis 84 años ya no me pienso ir de mi tierra”.
“Patrio trasero”
Cuando Núñez nació, Nicaragua era el “patio trasero” de Estados Unidos, que había ocupado el país entre 1912 y 1933 en el marco de las llamadas “guerras bananeras”, para entre otras cuestiones defender las inversiones norteamericanas en el área frutícola. Cuatro años más tarde, Washington colaboró en el golpe de Estado que llevó al gobierno al primer Somoza. Se dice que en referencia a Tacho -que había mandado a matar al líder revolucionario Augusto Sandino-, Franklin Roosevelt dijo la frase: “Puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Luego de varias entradas en la cárcel, el padre de Núñez murió antes de ver la caída de Tacho, asesinado en 1956. Pero ya como líder estudiantil del Comité pro libertad de presos políticos universitarios, Núñez ingresó al Palacio Presidencial La Loma, ubicado precisamente sobre la avenida Franklin Roosevelt, para presentar sus reclamos al hijo de Tacho. “Esto es una falta de respeto. Que me vengan a pedir por la libertad de los asesinos de mi padre”, le dijo Luis Somoza Debayle a la joven estudiante. A lo que ella le contestó sin titubear: “No le estamos haciendo un pedido al hijo del general Somoza sino al presidente, y usted tiene la obligación de escucharnos”.
Ya como abogada, se transformó en una referente en la defensa de los presos políticos y las comunidades indígenas. Y fue así como, más desde lo profesional que a partir de una convicción ideológica, el hogar familiar de Núñez y su esposo se convirtió en lugar de reunión de los rebeldes del Frente Occidental, que a fines de los 70 luchaban contra la dictadura de Tachito.
Prisión y tortura
En abril de 1979 Núñez cayó en prisión. “Estuve en varias cárceles, pero fui torturada en el Fortín de Acosasco, en León. Mi esposo y yo fuimos los únicos presos políticos que salimos vivos de esa prisión. Me tenían todo el tiempo en ropa interior. En los interrogatorios me preguntaban por mis vínculos con los sandinistas pero mi relación con ellos era solo legal y profesional. En un momento se pusieron furiosos y me dijeron: ’Bueno. Terminamos ya con el interrogatorio a la doctora y ahora vamos con la mujer’. Me hicieron una zancadilla y me tiraron al suelo que había sido especialmente mojado, y ahí me empezaron a aplicar picana”.
Con el triunfo de la Revolución en julio de ese año, Núñez fue nombrada en la Corte Suprema. Allí permaneció ocho años hasta su renuncia en repudio a las actitudes de Ortega.
“Nunca le voy a perdonar a Daniel Ortega que no haya tenido la entereza de reconocer los abusos sexuales contra su hijastra, y que haya involucrado a todo el Frente en su escándalo hasta llevar al sandinismo a la destrucción total de sus ideales”, dijo la abogada.
La Comisión Intereamericana de Derechos Humanos (CIDH) estima actualmente en 145 el número de presos políticos en Nicaragua, siete de ellos excandidatos presidenciales, la mayoría capturados a raíz del estallido social de abril de 2018.
“Ortega es mucho más cruel que los Somoza. Los guardias actuales tienen un odio sistemático contra los presos, a los que mantienen totalmente incomunicados. Ahora es muchísimo más fuerte el deseo de destrucción y aniquilación personal de los reos”, dijo Núñez.
Por último, la abogada hizo una autocrítica sobre su apoyo a la Revolución en 1979.
“Hoy día no estoy tan segura de que una revolución sea un buen camino. Lo vemos en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Como que hay un error de base en la concepción de una revolución. Uno termina idealizando a una dirigencia que tiene pies de barro, como cualquier ser humano. Por eso, tengo una expectativa muy triste para mi país, como que va a seguir agrupándose con esos poderes que están en Rusia, China e Irán. Y así, el futuro es totalmente incierto”, concluyó Núñez.
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