10 años después del anuncio, la meta está lejos de alcanzarse: menos de un 1% de las empresas del país que cotizan en la bolsa de valores está liderada por mujeres
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Cuando el entonces primer ministro de Japón, Shinzo Abe, dio su discurso en el Foro Económico de Davos en 2014 se comprometió con una meta ambiciosa. “Japón debe convertirse en un lugar donde las mujeres brillen. Para 2020, haremos que el 30% de las posiciones de liderazgo sean ocupadas por mujeres”, dijo Abe, quien murió en un atentado en 2022.
Era un anuncio importante para Japón, si se tiene en cuenta que el país estaba rezagado en cuestión de participación femenina en el mercado laboral, no solo en comparación con el resto de países que forman la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), sino también frente a países de mercados emergentes.
Para lograr su objetivo de una mayor participación de las mujeres en el mercado, Abe puso en marcha una serie de medidas que buscarían no solo facilitar su ingreso a la fuerza laboral, sino que también las incentivaría a escalar la pirámide organizacional.
Pero hoy, 10 años después de ese discurso, la meta está lejos de alcanzarse: menos de un 1% de las empresas del país que cotizan actualmente en la bolsa de valores nipona está liderada por mujeres y se estima que la cifra de mujeres que ocupan las posiciones gerenciales ronda el 14%.
De hecho, apenas un par de años después de aquel discurso, el gobierno japonés revisó sus pronósticos y definió nuevos objetivos: la meta de liderazgo femenino se redujo al 7% para trabajos gubernamentales de alto nivel y al 15% en empresas, para 2030.
¿Qué pasó? ¿Qué impacto tuvieron las medidas en la población en Japón?
La era de Womenomics
Hacia finales de los años 2000, la creciente edad de la población japonesa empezó a encender las alarmas con respecto a la fuerza laboral del país, como le contó la analista de mercados de la firma Goldman Sachs, Kathy Matsui, al programa Business Daily de la BBC.
“La realidad es que este país se está quedando sin gente, y a menos que abran las puertas a los migrantes, lo cual no veo que ocurra pronto, tiene que utilizar lo que está a su alcance, que es su población existente”, expuso.
Matsui fue la primera en usar el término womenomics (combinación de las palabras women y economics) en Japón, en 1999. En un artículo de la época, argumentó que al incorporar a más mujeres en la fuerza laboral menguante de Japón, la economía iba a recibir un impulso.
Y para lograrlo, sugirió la implementación de medidas gubernamentales como el aumento de la licencia de maternidad y paternidad, o el limitar las horas de trabajo para facilitar la vida de las personas con hijos.
En algunos aspectos, las políticas dieron resultado: “Ha habido áreas de progreso y áreas en las que trabajar”, le dijo Matsui a Business Daily.
“En las áreas de progreso: número uno, desde que escribí ese artículo, el porcentaje de mujeres japonesas trabajando fuera del hogar subió a un máximo histórico justo antes de la covid. Número dos, vimos el impulso de los beneficios de la licencia parental, algo que creo que en muchos países fuera de Japón sigue siendo un desafío. El gobierno japonés aumentó estos beneficios para que hoy, tanto la madre como el padre sean elegibles para un año de licencia parental”.
Y como factor número tres, apuntó: “La transparencia en torno a la diversidad de género ha mejorado significativamente”.
Pero hay al menos un elemento clave que Matsui ha podido identificar al actualizar su investigación con los datos de la última década en el que las políticas se han quedado cortas: “El área principal que creo que sigue rezagada es la representación femenina en puestos de liderazgo”.
“Aunque en el sector privado [la representación femenina] ha mejorado en los últimos 25 años desde que escribí el primer artículo de Womenomics, todavía está rezagada respecto a la mayoría de las otras naciones desarrolladas”.
Primeros ejemplos
En abril, la aerolínea más influyente del país, Japan Airlines, anunció que tendría a su primera mujer presidenta: Mitsuko Tottori, quien empezó su carrera como asistente de vuelo en 1985. Esto causó un gran revuelo en el sector corporativo del país. Los titulares iban desde “inusual” hasta “imposible”.
Un sitio web incluso la describió como una “molécula alienígena” o “mutante”, por haber comenzado su carrera de azafata en una aerolínea que Japan Airlines había absorbido hacía un tiempo atrás. Pero según le dijo Matsui a Business Daily, la elección de Tottori pudo ser el arma que se necesitaba para empezar a romper con las inequidades del pasado.
“No puedes ser lo que no puedes ver. Y muchas mujeres jóvenes en Japón que aspiraban a ser asistentes de vuelo, ahora ven que la azafata puede ser CEO. Y creo que eso no era fácil de decir en el pasado, y ahora ves un ejemplo vivo, algo que creo es muy emocionante”.
Tottori concuerda en decir que una de las barreras más difíciles que la sociedad japonesa debe superar para que las mujeres logren mayor representación en el mercado laboral es romper los límites sociales que aún persisten y que, para algunas mujeres, constituyen la única manera de existir.
“Creo que es importante que las mujeres tengan la confianza para convertirse en gerentes. Y, al ser nombrada para el puesto más alto, espero que esto anime a otras mujeres a intentar cosas que temían intentar”, explicó la presidenta de Japan Airlines.
La analista Matsui dice que, a través de su trabajo con la comunidad de emprendimiento en Japón, se ha dado cuenta de que hay un cambio en las expectativas de los jóvenes frente a los valores de los hombres en la sociedad y sobre lo que se espera de su rol en la familia.
“No estoy diciendo que sea perfectamente igual de ninguna manera, pero creo que en esta generación más joven hay un conjunto de valores muy diferentes en comparación con la generación de sus padres o abuelos, algo que es muy emocionante y alentador de ver porque es mucho más equilibrado”, afirmó.
“Hay menos estereotipos arraigados sobre lo que las mujeres deberían hacer y no hacer, lo cual creo que va a ser muy positivo y útil a medida que intentamos avanzar con esta agenda”. Sin embargo, hay elementos que persisten.
Casarse con un hombre rico
La periodista de la BBC Mariko Oi lleva 10 años cubriendo el tema de womenomics, un asunto muy personal para ella al ser madre de dos hijas. Por ello, dice que se sorprendió negativamente cuando estuvo hablando con algunas alumnas de una universidad de Tokio donde ofreció una conferencia sobre periodismo y surgió un tema con el que ella estaba muy familiarizada por sus épocas de estudiante: mujeres que dicen preferir casarse con un hombre rico porque creen nunca poder alcanzar un sueldo que les permita vivir esa vida.
“Lo que más me sorprende es que la idea de que las mujeres quieran casarse con un hombre rico sigue estando profundamente arraigada en Japón”, le contó la estudiante Sai Kondo a la reportera. “Realmente me sorprende que muchas de mis amigas, muchas muy capacitadas, elijan trabajos administrativos o posiciones en las que haya altas probabilidades de conocer a personas, como ser secretarias legales”.
La periodista Mariko Oi explica que ciertos trabajos aumentan las posibilidades de que mujeres conozcan a hombres con salarios altos: “Convertirse en secretaria legal aumenta tus posibilidades de conocer y casarte con un abogado o fiscal que gane mucho dinero”.
La estudiante Akiko Kajita le dijo a Oi que son situaciones como éstas las que le hacen pensar sobre el rol de la mujer en la sociedad del país: “Creo que la sociedad japonesa funciona sin problemas porque las mujeres aguantan y se mantienen calladas. Y en este sentido, son violentamente y de manera inconsciente discriminadas”.
Una mayor representación
Aunque hay mucho trabajo por hacer para alcanzar algo parecido a la equidad de género en Japón, hay áreas donde el progreso no solo es visible, sino que se ha sostenido a través del tiempo, dijo la periodista Oi.
“Tokio recientemente reeligió a Yuriko Koike, quien se convirtió en la primera mujer gobernadora en 2016, para un tercer mandato. Mientras ella agradecía a sus seguidores, recuerdo lo importante que fue cuando fue elegida por primera vez”, explicó. “Pero esta vez parece que los votantes y los medios ya estaban acostumbrados a tener una gobernadora y candidata femenina”.
Algo similar dijo la concejala local de Setagaya, en Tokio, Elisa Kamiya: “Esta elección de gobernador fue un buen ejemplo: no escuché que se hablara mucho sobre candidatas mujeres. Se trató más de individuos. Así que creo que eso es algo bueno. Además, tenemos más alcaldesas en los 23 distritos de Tokio”.
“Va muy lento, pero creo que está cambiando, y va en una buena dirección”, agregó la concejala. “Necesitamos tener mucho cuidado con cómo hablamos con nuestras hijas para que tengan una mente abierta y puedan elegir cualquier trabajo que deseen. Para cuando mi hija crezca, espero que la sociedad sea más flexible y pueda elegir cualquier trabajo que quiera hacer”.
Koi asegura que su esperanza es similar: “Mi esperanza es que cuando mis hijas, que ahora tienen 9 y 3 años, crezcan, ni siquiera haya necesidad de políticas como womenomics”.
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