El polifacético escritor y artista fue desestimado y catalogado como “un loco” a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX; pero una nueva biografía resalta su vívida imaginación
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Un día en 1801, cuando William Blake estaba viviendo en la costa de Sussex (en el sur de Inglaterra), salió a caminar por la campiña y se metió en una discusión con un cardo. El artista, poeta y músico, que experimentó visiones beatíficas durante su paso de 69 años por la Tierra, no estaba flotando solitariamente como una nube, parecido a lo que hacían algunos de sus pares de la época romántica.
En esta ocasión, la planta espinosa que se había encontrado también tomó la forma de un anciano hostigador. Hasta donde Blake entendía, los dos eran inseparables. Hijo de un zapatero (que no asistió a la escuela), Blake regularmente también veía a Dios, ángeles y demonios, y frecuentemente hablaba con el espíritu de su fallecido hermano Robert. Su esposa Catherine comentó una vez: “Veo a mi esposo muy poco, siempre está en el paraíso”.
Estas experiencias divinas y alucinantes informaron la visión del mundo de Blake e inspiraron sus profundamente filosóficos textos ilustrados, como “Jerusalén” y “Milton”. Sin embargo, como resultado de eso, fue considerado un loco por sus contemporáneos de la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX, y murió en penuria y en gran parte no reconocido.
Hoy día, es ampliamente considerado uno de los artistas y poetas más respetados e influyentes de Reino Unido. Y en una nueva biografía, William Blake vs el Mundo, el autor John Higgs arguye que ahora estamos mejor posicionados para entender lo que le pasaba en su cabeza.
“Sistema mitológico”
“Históricamente, los estudiosos de Blake fueron quisquillosos en cuanto a él”, cuenta Higgs a la BBC. “Hubo una exposición que él dio durante su vida en la que no vendió un solo cuadro y tuvo un crítico que se refirió a él como “un lunático desafortunado”. Así que esa acusación de locura lo ha seguido hasta este día”.
“Los expertos en Van Gogh están bastante cómodos reconociendo que él tenía problemas mentales y eso añade al entendimiento que se tiene de él. Pero los expertos en Blake tradicionalmente tratan de insistir en que no era loco, de que hay una razón y lógica y un valor al sistema que él creó, este sistema mitológico”.
Añade: "Creo que ahora estamos en un lugar donde podemos decir que sí, absolutamente era cuerdo. Pero hubo un período en el que sufrió de pobre salud mental. En sus cartas hacía referencia a la melancolía, como una enfermedad, y a la depresión, y luego también hubo incidentes que dan señales de paranoia".
Esos problemas mentales surgieron alrededor del año 1800. “Fue solo un período en su vida y se puede ver que al final de ella cómo pudo superarlos, con la ayuda de su esposa, y alcanzó un estado de mucha felicidad”, continúa Higgs. El hecho que Blake apreciaba los estados mentales contrarios, evidenciado en sus “Cantos de Inocencia y Experiencia” y “El matrimonio del Cielo y el Infierno”, sugiere que sabía que aquello que sube debe bajar.
Penetra el ojo de tu mente
La clave para alcanzar la felicidad eterna, creía, era reequilibrar la imaginación (o “Los cuatro Zoas) para que el cerebro izquierdo -la parte que maneja la lógica, la razón y el lenguaje- fuera menos dominante y se pudiera desbloquear el lado derecho, el que trata con la creatividad, la emoción y el placer físico.
El polifacético artista resaltó la importancia de ver las cosas a través del ojo de la mente, en lugar de sólo verlas a través de los órganos a lado y lado de tu nariz. En su biografía, Higgs cita el trabajo del neurocientífico Adam Zeman que ha estudiado la imaginación durante décadas. El doctor describió por primera vez en 2015 la condición de afantasía, en la que algunas personas son incapaces de visualizar imágenes mentales. En otras palabras, no tienen un ojo de la mente.
El otro extremo del espectro, aquellos con imaginaciones extremadamente vívidas tienen lo que se denomina hiperfantasía.
El doctor Zeman, que publicó los resultados más recientes de su investigación el mes pasado -con la ayuda de colegas en la Universidad de Exeter y unos 70 voluntarios cuya actividad mental fue escaneada- concuerda con Higgs en que en lugar de significar que Blake era un desquiciado, sus visiones apuntan fuertemente a la hiperfantasía.
“Blake parece estar viviendo a un nivel muy alto en un mundo de su propia imaginación”, opina el doctor Zeman. “Algunas personas con hiperfantasía dicen que les queda difícil saber si han imaginado algo o si realmente ocurrió porque sus imágenes son muy vívidas”.
Ninguno de los extremos, que se cree afectan a millones de personas en el mundo, son considerados desórdenes, señala. Son más bien como variaciones interesantes de perspectiva, cada cual con sus pros y sus contras. Los híperfantaseadores tienden a ser más abiertos y tienen abundantes imágenes mentales, según las investigaciones, pero pueden ser más vulnerables a las emociones que la imágenes impulsan, como el remordimiento, la repulsión o la añoranza.
Los afantaseadores tienden a ser más introvertidos, tienen memorias autobiográficas muy tenues -dependiendo más de los hecho- y muchas veces no pueden visualizar seres queridos que perdieron. Sin embargo, algunas personas muy imaginativas, incluyendo el cofundador de la empresa de animación Pixar Ed Catmull, el cocreador de Mozilla Firefox Blake Ross y los destacados científicos Oliver Sacks y Craig Venter han sufrido de falta de imágenes mentales.
Hay cierta evidencia que sugiere que una imaginación muy vívida puede poner a las personas en riesgo de psicosis, indica el doctor Zeman, si pierden el sentido de los límites entre los que es real y lo que es imaginado , que es lo que pensaban los contemporáneos de Blake que le había pasado.
Pero cree que Blake, que murió hace casi 200 años, pudo haber sido uno de los primeros adeptos de la cada vez más aceptada idea de la psicología y neurociencia cognitiva que dice que “toda nuestra experiencia, en un sentido, es imaginativa”.
“Aunque no estamos conscientes de ello, una gran cantidad está sucediendo en nuestras mentes a todas horas que nos permiten ver, oír o encontrarle sentido a cualquier cosa”, dice el doctor Zeman. “La propia experiencia es un acto creativo, por no hablar del eco de experiencia que sucede dentro del ojo de la mente”.
“Creo que Blake tenía un sentido de que toda nuestra vida mental -no sólo la divagación mental, el soñar despierto, la creatividad y la sensibilidad artística, sino el simple hecho de tener una experiencia -es un acto creativo e imaginativo”.
O, como Blake mismo lo expresó: “La imaginación no es un estado: es la existencia humana misma”.
La parte limitada, racional o lógica de nuestro cerebro, que Blake catalogó como Urizen, es en realidad sólo un modelo de cómo entendemos el mundo, explica Higgs. ”Pensamos que es real, pensamos que es verdad”, indica. “Cuando siente que está bajo amenaza, ataca y se trata de defender”.
“Puedes ver en las redes sociales, la gente tiene una necesidad desesperada de que se piense que está en lo correcto. Para Blake, se trata de tener la capacidad de extraerse de eso y simplemente ver al cerebro racional como lo que es, una parte pequeña y bastante limitada de una experiencia mental mucho más amplia”.
Albert Einstein comentó una vez sobre “la obstinada y persistente ilusión del paso del tiempo”, que también fue ilustrado por Blake en la forma de “Los”. La convicción del artista que conceptos como el tiempo, Dios, el cielo y el infierno eran todas creaciones internas, además de ser residuos recuperados de los debates teológicos desde el punto de vista de la sociedad británica más secular de hoy, supone Higgs.
“Si conoces a alguien que ha estado pasando por un infierno, la idea de que Blake estaba en el paraíso se vuelve un poco más plausible”, dice.
Las puertas de la percepción
William Blake no es de ninguna manera la única figura histórica que haya descrito esas experiencias tan inefables. Y su aparente capacidad de acceder a partes de la imaginación que van más allá de la esfera de la persona promedio, y la importancia que le dio al amor libre, al sexo y a despotricar contra las instituciones tradicionales, fueron un gran atractivo durante los libertinos años 60.
Jim Morrison del conjunto musical The Doors (que significa Las puertas) tomó el nombre de un verso famoso en un poema de Blake: “Si las puertas de la percepción se purificaran entonces todo se le revelaría al hombre tal como es, Infinito”.
Personajes como Timothy Leary (psicólogo, ícono de la contracultura estadounidense) y Aldous Huxley (autor y filósofo inglés) abogaban por el uso de drogas psicodélicas que pudieran ayudar a alcanzar estados de consciencia como los que proponía Blake.
Para las personas con afantasía, señala el doctor Zeman, los alucinógenos les ayudan algunas veces a generar imágenes, pero no parecen perdurar más allá del efecto de la droga. Higgs compara esa práctica, como también la de la meditación trascendental, con una “micro dosificación de la eternidad de Blake”.
No es imposible que Blake haya incursionado en el consumo de hongos alucinógenos, admite el autor, pero no se cree que el uso recreacional de estos era algo común en la época, y él había estado documentando sus visiones desde su niñez hasta la avanzada edad.
Blake creía que todos nosotros podíamos ejercitar nuestras imaginaciones, tal como lo hacemos con los abdominales o los bíceps, y aspirar a unirnos él en la "eternidad".
Los estudios de doctor Zeman sugieren que aunque puede ser posible fortalecer el ojo de la mente, el oído o la punta del dedo con pulsaciones magnéticas, hay límites biológicos y posiblemente genéticos de qué tan lejos en el espectro imaginario puede viajar cada individuo. Pero deberíamos celebrar esa diferencia, afirma, no tratarla como un problema médico.
Tiene esperanzas de que algún día podremos tener más conocimiento, y finalmente resolver el antiguo enigma cartesiano de cómo la consciencia puede ser generada por esa gris y gelatinosa masa de tejido en nuestras cabezas.
Para darle a Blake la última palabra en este tema: “Lo que ahora se ha probado fue en un entonces solo imaginado”.
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