La protesta contra el racismo inundó Washington en un año lleno de tensiones
WASHINGTON.- Algunos llegaron a Washington en colectivo, o en coche. Otros viajaron en avión, o recorrieron cientos de kilómetros en bicicleta desde sus casas. Bajo un calor abrasador, miles de personas volvieron a las escaleras del monumento a Abraham Lincoln, el mismo lugar donde 57 años antes Martin Luther King Jr. pronunció su mítico discurso –"Yo tengo un sueño", dijo–, para exigir, otra vez, el fin del racimo y la igualdad en el país.
La marcha convocó a gente de todas las edades y razas, pero, sobre todo, a jóvenes y afroamericanos, una nueva generación que busca revivir la mística del movimiento de los derechos civiles de los 60 que lideró King, ahora bajo la consigna Black Lives Matter, o "Las vidas negras importan".
Los nombres de las últimas víctimas de brutalidad policial –Jacob Blake, George Floyd, Breonna Taylor– se leían en remeras, carteles, o se escuchaban en los gritos de la gente. "¡Sin justicia!¡Sin paz!", fue el mensaje que más se escuchó.
La congregación de miles de personas en el Mall de Washington en un día agobiante brindó una nueva evidencia de la fuerza del reclamo por la justicia racial en Estados Unidos, y la determinación de la gente por hacer escuchar sus voces. Pero también fue un testamento de que, 57 años después de que King diera su histórico mensaje, la primera potencia global todavía está lejos de desterrar el racismo heredado de la época de la esclavitud.
"Es fantástico. Es inspirador. Ver a todos acá, reunidos, en medio de una pandemia para una causa tan buena, me inspira", dijo a LA NACION Gaby Howard, una ingeniera afroamericana. "Pero es triste que todavía tengamos que hacer esto, ¿verdad? Estados Unidos está muy atrás del resto del mundo y deberíamos ser líderes. Es triste, sabés, que mi abuelo, y las personas que vinieron antes todavía están marchando por lo mismo. Pero también es inspirador ver a tantos jóvenes unirse. Es un momento agridulce", cerró.
La marcha dejó también mensajes en contra del presidente, Donald Trump , quien le ha dado la espalda a la movilización contra el racismo en las calles de Estados Unidos, y le ha dado un apoyo explícito a los policías del país con un mensaje a favor de "la ley y el orden". Trump ha atado el reclamo de los manifestantes con los actos de violencia y los saqueos, incendios y destrozos que se han visto en algunas de las protestas, o a la "cultura de la cancelación", que llevó a muchos a querer tumbar estatuas de figuras asociadas con la esclavitud.
Hubo un pedido unánime a la gente para que salga a votar en la próxima elección del 3 de noviembre, y a resistir cualquier maniobra que pudiera llevar a una supresión del voto de las minorías. Al Sharpton, el reverendo que convocó a la marcha en el funeral de George Floyd, reclamó que el Congreso pasé una reforma de la justicia penal, y una reforma política que limpie los últimos obstáculos para votar en nombre de John Lewis, el congresista afroamericano ícono del movimiento de los derechos civiles, quien habló en la marcha de 1963, y falleció este año.
"Venimos hoy, blancos y negros y todas las razas, religiones y orientaciones sexuales para decir que este sueño todavía está vivo. Es posible que hayan matado al soñador, pero no pueden matar el sueño porque la verdad aplastada contra la tierra resucitará", dijo Sharpton. La gente aplaudió y lo vitoreó. "¡Sin justicia!¡Sin paz!", cerró unos minutos después.
Sharpton convocó a la marcha a familiares de víctimas de la brutalidad policial –entre ellos, el padre Jacob Blake, la última víctima, baleado siete veces por la espalda en Kenosha, Wisconsin–; también hablaron el hijo de King, Martin Luther King Jr. III, y su nieta, Yolanda Renee King, de 12 años, quien dijo: "Vamos a cumplir el sueño de mi abuelo".
Kamala Harris , compañera de fórmula de Joe Biden , grabó un mensaje en video que fue transmitido por las pantallas gigantes. "El camino hacia delante no va a ser fácil, pero si trabajamos juntos para desafiar los instintos de nuestra nación para volver al status quo, y combinamos la sabiduría de los viejos guerreros de la justicia con la energía de lo jóvenes líderes de hoy, tenemos una oportunidad de hacer historia, acá y ahora", dijo la senadora demócrata.
La marcha marcó un fuerte contraste con el mensaje que brindó Trump la noche anterior desde el Jardín Sur de la Casa Blanca, en su discurso de aceptación de la candidatura presidencial del Partido Republicano. Trump reiteró su llamado a mantener "la ley y el orden" en el país, fustigó a los demócratas y a Biden, y defendió a los policías, que están bajo un fuerte escrutinio.
"Debemos recordar que la inmensa mayoría de los agentes de policía de este país son nobles, valientes y honorables. Tenemos que devolverle el poder a la policía, a nuestra policía. Tienen miedo de actuar", dijo Trump. "Tienen miedo de perder su jubilación. Tienen miedo de perder sus trabajos, y por tener miedo, no pueden hacer su trabajo", remarcó.
Deirdre Ortiz, una mujer de 50 años que viajó en su automóvil desde Harrisburg, Pensilvania, se quejó de que Estados Unidos "realmente no es una democracia", y dijo que la gente debe seguir en las calles. "A menos que la gente salga como lo hizo en lo 50, en lo 60, nada va a cambiar. Realmente tenemos que hacer esto de nuevo", dijo. "Va a ser un esfuerzo difícil. Va a ser un duro empujón", dijo.
Aunque la convocatoria ilusionó a muchos, el escepticismo también fue palpable. La historia ha mostrado avances, pero en Estados Unidos la búsqueda de igualdad persiste. "Es bonito. No hay nada mejor que esto, ves un poco de todo el mundo, ves a todo el mundo luchando por lo mismo", se entusiasmó Eric, un afroamericano de 48 años. "Mientras siga así… El problema es cuando todos se van. Ese es el problema. Es eso. Esperemos a ver qué pasa", cerró.
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