Walter Isaacson: “Uno de los peligros que enfrenta el mundo es que la gente rechace la ciencia”
El multipremiado escritor y periodista norteamericano advierte sobre los riesgos que dejará la pandemia del coronavirus
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Walter Isaacson escribe sobre genios. Uno de sus libros aborda la vida y obra de Leonardo da Vinci; otro se centra en Benjamin Franklin; otro más, en Steve Jobs; y el más reciente, “El código de la vida”, se enfoca en Jennifer Doudna, la bioquímica que desarrolló un método para editar el genoma humano, abriendo un mundo de posibilidades para la cura de enfermedades como el cáncer o contrarrestar el Covid-19.
Las vidas de Da Vinci o Doudna, quien ganó el Premio Nobel de Química en 2020, parecen muy distintas entre sí, pero no para Isaacson, quien detectó en ellos ciertos rasgos comunes: su curiosidad, su apertura mental o el desarrollo de un método, entre otros. Factores, todos, que Isaacson cree esenciales ante el Covid-19 y otros desafíos que afrontamos estos días.
“Necesitamos un nuevo Renacimiento, basado en la creencia en la ciencia, el buen gobierno, la democracia y las libertades individuales”, dice a LA NACION desde Nueva Orleans, su ciudad natal, a la que volvió para dar clases en la Universidad de Tulane tras recorrer el mundo como periodista, editor general de la revista Time y CNN, y escritor.
“Esta pandemia global fue un desastre, pero podría haber sido peor aún”, remarca. Y si no fue peor, fue gracias al enorme esfuerzo de la comunidad científica, que afronta un punto de inflexión ético y moral. Es la tentación, dice, de creernos dioses.
-Escribió sobre algunas de las más grandes figuras de la historia. De Da Vinci a Franklin y Jobs. ¿Por qué se enfocó en Doudna y por qué ahora?
-Porque creo que la revolución de las ciencias de la vida y la biología será el evento más importante de nuestro tiempo. La capacidad de editar genes humanos será incluso más importante que la revolución digital que produjo las computadoras e Internet. Quería abordar tanto las promesas como los peligros que podrían surgir de la biotecnología y la edición de genes humanos y, para eso, Jennifer Doudna era un gran personaje central porque había estado involucrada desde el principio en el descubrimiento de la estructura del ARN. Y como sabemos por las vacunas contra el coronavirus y las herramientas para la edición de genes, el ARN es una molécula fascinante que nos ayudará a determinar nuestro futuro genético. Así que quería contar la historia de esta revolución a través de sus ojos, más aún cuando también ha estado involucrada en las cuestiones políticas y éticas que surgen de la ingeniería genética.
-En su libro, usted destaca que encaramos la tercera revolución de los tiempos modernos. La primera fue la revolución de los átomos, la segunda la de los bits y ahora la de los genes. ¿Es optimista sobre lo que prevé?
-Soy optimista que las moléculas se conviertan en los nuevos microchips, seremos capaces de reprogramarlas para combatir virus y bacterias o el cáncer. Podremos usarlas para curar enfermedades genéticas, seremos capaces de usarlas para crear bebés más sanos, y eso me da optimismo. Pero también me preocupa que esto pueda ser mal utilizado. Jennifer Doudna tuvo una pesadilla después que creó esta tecnología y esa pesadilla fue que alguien quería conocerla para descubrir cómo funciona esta tecnología y cuando esa persona entró en la habitación, esa persona miró hacia arriba y era Adolf Hitler. Después de eso, Doudna comenzó a reunir a científicos de todo el mundo para plantearles una pregunta: ¿Cómo podemos evitar que esta tecnología se use para malos propósitos?
-¿Aprendió algo sobre las personas mientras encaraba la investigación para este libro?
-Creo que el libro expone que tenemos una curiosidad natural. Este libro trata sobre un viaje de descubrimiento realizado por decenas de científicos a lo largo de 20 años que tenían curiosidad sobre cómo funciona la vida y qué sucede dentro de las células humanas. Esa curiosidad llevó a la invención de herramientas poderosas, que a menudo es lo que pasa cuando prestamos atención a lo que nos resulta intrigante. Estas herramientas afectarán a la especie humana porque nos permitirán guiar nuestra propia evolución. Entonces, este libro trata sobre cómo los humanos son una especie curiosa, creativa e inventiva. Y también es un libro sobre cómo debemos tener cuidado cuando arrebatamos el fuego a los dioses para no abusar de él.
-En su libro aborda la rivalidad entre Doudna y otros científicos, y cómo esa rivalidad los obligó a ir más lejos. En ese sentido, lo invito a responder a la luz de la pandemia que afrontamos. ¿Qué podemos aprender de su libro sobre los procesos científicos?
-Tenemos que aprender a apreciar más la ciencia, esta pandemia global fue un desastre, pero podría haber sido aún peor si no hubiéramos podido invertir y desarrollar vacunas. Por tanto, espero que esto haga que la gente aprecie más lo que hacen los científicos. Y que también lleve a respetar más las vacunas y la evidencia científica sobre cómo combatir los virus.
-Lideró Time, CNN y el Aspen Institute, da clases en la Universidad de Tulane, asesora a una firma de Wall Street… Dada su perspectiva única. ¿Cuáles son los desafíos que tenemos por delante cuando estemos todos vacunados?
-Creo que nuestro mayor desafío será salvar a la democracia de la tentación del autoritarismo. Vemos a mucha gente alrededor del mundo que se ha vuelto en contra de la ciencia, de la democracia y que se manifiesta a favor de líderes autoritarios, creyendo incluso en teorías de conspiración. Debemos tratar de recuperar nuestra fe en los hechos y en las evidencias, y recuperar el respeto por otras personas que no piensan como nosotros. Esa fue la base de nuestra democracia.
-Permítame una digresión, ¿estos desafíos son similares a algunos de los desafíos que enfrentó Da Vinci? Pienso, en particular, en la oscuridad que lo precedió y rodeó, la falta de información consistente, las muchedumbres que ignoraban evidencias científicas... ¿O mi comparación es desafortunada?
-Bueno, creo que lo que hemos aprendido de la época de Da Vinci es cómo los humanos empezaron a pensar basados en hechos científicos contrastados. Leonardo fue parte del comienzo mismo de la revolución científica. Tenía teorías sobre cosas tales como si el diluvio bíblico fue correcto o no. También analizó capas de fósiles y se le ocurrió la idea de cómo se creó la Tierra a lo largo de cientos de miles de años. Él creyó en formar sus teorías basado en hechos y probar esas teorías con experimentos, lo que ayudó a sentar las bases para la revolución científica. Creo que debemos volver a ese tipo de pensamiento, ya que fue ese tipo de pensamiento el que ayudó a crear el Renacimiento, que estaba surgiendo en Florencia durante el tiempo en que Leonardo vivió allí. Más aún, creo que necesitamos un nuevo Renacimiento basado en la creencia en la ciencia, el buen gobierno, la democracia y las libertades individuales. Ya sea que tomemos a Da Vinci o a Benjamin Franklin o a Doudna como nuestros héroes, espero que mi libro celebre ese tipo de pensamiento.
-Siendo escritor y periodista, sabe que acaba de darme el titular…
-[Risas] Así es, lo sé.
-¿Cómo combina esa idea de que necesitamos un nuevo Renacimiento con la cultura de cancelación que se esparce por claustros universitarios de Estados Unidos y otras movidas similares de estos tiempos?
-Creo que tenemos que encontrar un equilibrio entre la libertad de expresión y la necesidad de ser amables y respetuosos ante quienes nos rodean otras personas. Creo, también, que ambos extremos generan problemas. Ciertamente es una mala idea “cancelar” o marginar a alguien porque no estamos de acuerdo con sus puntos de vista; por otro lado, creo que las personas deberían expresar sus puntos de vista de una manera que sea respetuosa con los demás y que no solo tenga la intención de enfurecer o provocar a las personas. Por eso considero que tenemos que volver a un diálogo más civilizado, que a su vez respete la libertad de expresión.
-¿Hay alguna figura contemporánea que considere que encarne este ideal?
-Sí [calla y piensa durante unos segundos]. Pero más que destacar una figura, prefiero destacar que al nivel comunitario, a lo largo y ancho de Estados Unidos, la gente está siendo emprendedora y muchos trabajan juntos para resolver problemas. Esas personas intentan mejorar sus vidas y las comunidades en los que viven mientras que al mismo tiempo procuran ser muy respetuosos con sus vecinos, con quienes los rodean. Por lo que observo, es principalmente a nivel nacional donde las redes sociales amplifican nuestros resentimientos y alientan a quienes promueven odios. Por eso también creo que el resurgimiento del sistema político estadounidense vendrá desde abajo hacia arriba, comunidad por comunidad.
-En su libro, aborda también las cuestiones éticas que surgen de estos avances. ¿Corremos el riesgo de un neonazismo, con su obsesión por crear una raza pura de humanos superiores?
-Creo que el peligro que afrontamos no vendrá de la misma forma en que los nazis intentaron hacerlo, que era la eugenesia ordenada y coordinada desde el gobierno. Creo, en cambio, que el peligro sería si permitimos que sea un mercado libre absoluto, con un sistema sin regulación alguna en el que los ricos puedan comprar mejores genes para sus hijos. Eso conduciría no solo a una mayor desigualdad en nuestra sociedad, sino a la codificación genética de la desigualdad. Tendríamos, como resultado una especie humana conformada por una élite genética y una subespecie humana genéticamente desfavorecida.
-Permítame desafiarlo. ¿Por qué un argentino o latinoamericano debería leer su libro? ¿Acaso estos desafíos que usted traza no resultan demasiado futuristas o propios de una sociedad híper desarrollada cuando nuestro hemisferio enfrenta desafíos más urgentes?
-Creo que la gente de todo el mundo tendrá que entender y apreciar el poder de esta revolución biológica. Argentina tiene entre a algunos de los científicos más creativos del mundo. Uno de los héroes de mi libro, por ejemplo, se llama Luciano Marraffini, es argentino. Por eso creo que especialmente una nación como la Argentina, con gente tan talentosa, puede estar a la vanguardia de esta nueva revolución biológica, pero también creo que el ciudadano promedio alrededor del mundo debe entender esta revolución para que todos juntos podamos decidir las reglas y regulaciones que queremos fijar.
-¿Cuáles son las preguntas que deberíamos habernos hecho? ¿Cuáles son las preguntas que deberíamos hacernos ahora?
-Creo que en durante los últimos 40 años deberíamos habernos planteado preguntas más difíciles sobre las redes sociales y si serían una fuerza que nos conectarían y unirían o si resultarían una fuerza que dividiría y polarizarán. En cuanto al segundo eje, creo que la gran pregunta que debemos hacernos en el futuro es doble: ¿Cómo vamos a utilizar la biotecnología para ayudar a la mayor cantidad de personas posible? ¿Qué roles vamos a tener cuando haya que definir hasta dónde llegaremos entrometiéndonos con la especie humana?
-¿Planea escribir sobre otra figura histórica o contemporánea?
-[Risas] Aún no. Me estoy tomando un descanso.
-¿Hay alguna pregunta que no le hice y le gustaría abordar?
-Hiciste un muy buen trabajo. Has leído mucho para esta entrevista y te lo agradezco. Fueron preguntas muy inteligentes. Ahora, veamos qué nos quedó pendiente que valiera la pena abordar... [Calla unos segundos] Creo que uno de los peligros que enfrenta el mundo es que la gente rechace la ciencia y el método científico. Eso es peligroso cuando se presentan las pandemias, pero también resulta peligroso para nuestra democracia porque depende de que la gente tenga la mente abierta y observe la evidencia antes de llegar a conclusiones. Sin embargo, gran parte de la política actual se basa e impulsa en la ideología en lugar de mantener una mente abierta. Eso es muy preocupante. Podemos aprender de la ciencia. ¿Cómo? Abordando la política con una mente abierta, del mismo modo que abriendo nuestras mentes podremos aprender a apreciar más y mejor lo que hacen los científicos.
Biografía
- Nacido en Nueva Orleans, en 1952, estudió Historia y Literatura en la Universidad de Harvard, y luego se graduó con honores en la Universidad de Oxford, donde estudió un postgrado en Filosofía, Ciencias Políticas y Economía gracias a una beca Rhodes
- Volcado al periodismo, trabajó en el Sunday Times de Londres y el Times Picayune de su ciudad natal, antes de ingresar a la revista Time, en la que llegó a ser su editor general en 1996, para después asumir al frente de la cadena CNN
- Tras liderar el Aspen Institute, un think tank basado en Washington, durante 15 años, en 2018 se convirtió en profesor de Historia en la Universidad Tulane de su ciudad, además de escribir varios libros que se convirtieron en best sellers mundiales; entre ellos, las biografías de Steve Jobs y Leonardo Da Vinci
- Ganador de múltiples premios y once doctorados honoris causa, en 2012 fue seleccionado entre las 100 personas más influyentes del mundo, de acuerdo a la revista Time; su último libro se titula “El código de la vida”
Recomendaciones para aprovechar el tiempo
-Dado que los argentinos afrontan otra ola de contagios y deben permanecer mucho tiempo en sus casas, ¿qué libros o películas o música o cualquier otra actividad sugiere para distraerse o, acaso, aprovechar el tiempo? ¿Qué hace usted en su escaso tiempo disponible?
-Me encanta la música de jazz, en particular la de Wynton Marsalis, mientras que estoy muy enfocado en los libros que abordan cómo vamos a salvar la democracia alrededor del mundo. También intento viajar y pasar mucho tiempo con amigos para compensar el año en que estuvimos más aislados.
-¿Recomienda algún libro en particular sobre cómo salvar la democracia?
-Me gustó mucho “La tiranía del mérito. ¿Qué ha sido del bien común?”, de Michael Sandel.
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