Vuelve la tensión entre la UE y Gran Bretaña por los cambios al protocolo norirlandés
La UE inició dos procedimientos de infracción contra Gran Bretaña; el gobierno de Boris Johnson presentó un proyecto para cambiar ese acuerdo
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PARÍS.– Una nueva guerra se cierne entre Londres y Bruselas. Después de un año de diálogo de sordos, el enfrentamiento entre la Unión Europea (UE) y el gobierno británico se intensificó en las últimas 48 horas, cuando la Comisión Europea (CE) reaccionó este miércoles al anuncio de Boris Johnson no solo de cambiar en forma unilateral el estatus post-Brexit de Irlanda del Norte, sino de ignorar las decisiones de la Corte Europea de Justicia.
“Seamos claros: no existe ninguna justificación legal o política para cambiar unilateralmente un acuerdo internacional. Llamemos las cosas por su nombre: es ilegal”, dijo ante la prensa Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión, el órgano ejecutivo de la UE.
Comisario encargado del acuerdo post-Brexit, Sefcovic anunció el lanzamiento de dos nuevos procedimientos de infracción contra el Reino Unido, uno por no haber aplicado los controles sanitarios en el mar de Irlanda, como lo impone el protocolo firmado en 2019, y el otro por no haber entregado a Bruselas las estadísticas comerciales requeridas. La CE también reactivó un tercer procedimiento que podría terminar en la Corte Europea de Justicia y, en consecuencia, con sanciones o multas para Londres.
“El objetivo es obligar al Reino Unido a respetar el protocolo norirlandés”, concluido en el marco del tratado del Brexit, explicó Sefcovic.
Esta no es la primera vez que el primer ministro británico saca de la galera un texto de ley que pretende reescribir a su antojo el protocolo sobre esa provincia británica, duramente negociado durante cuatro años con la CE y solo dos años después de haber entrado en vigor. Según el proyecto de ley publicado el lunes por Downing Street, los ministros británicos tendrían el poder de revocar en forma unilateral cualquier elemento que les parezca inapropiado de ese protocolo, que rige la relación comercial entre Irlanda del Norte y la UE.
Johnson ha tomado esa decisión, aun cuando los arreglos especiales que ambas partes aceptaron sobre la provincia británica sean cruciales, pues Irlanda del Norte es la única parte del Reino Unido que comparte una frontera con el mercado común del bloque.
Estatus especial
Ese protocolo tiene por objetivo proteger el mercado único europeo post-Brexit, sin provocar el retorno de una demarcación física entre esa provincia británica y la República de Irlanda, miembro de la UE, lo que pondría en peligro la paz obtenida tras años de guerra civil.
Para resolver esa cuadratura del círculo, el gobierno de Johnson había aceptado que Irlanda del Norte permaneciera de facto dentro del mercado europeo, instaurando una frontera aduanera en el mar de Irlanda. Pero los controles y la burocracia complican los aprovisionamientos y enfurece a la comunidad unionista –partidaria de permanecer en el seno de Gran Bretaña–, que estima que el sitio de la provincia dentro del reino está amenazado.
Por el contrario, en una carta común, los representantes de la mayoría en la Asamblea local –entre ellos los independentistas del Sinn Fein– “rechazan en los términos más severos” el proyecto de ley de Johnson. Para ellos “aunque no sea ideal, el protocolo representa la única opción disponible” contra los efectos del Brexit, pero también “una ventaja económica” con “el acceso a dos mercados de primera importancia”. Mary Lou McDonald, jefa del Partido Republicano Norirlandés (Sinn Fein), consideró “deshonesto” que Johnson utilice el protocolo de Irlanda del Norte para “inflar su ego y sus ambiciones de liderazgo para sí mismo o su sucesor”.
La mano de Johnson
¿Golpe de efecto? ¿Diversión ante una opinión pública cada vez más crítica? Todo es posible con Johnson, que acaba de sobrevivir a una moción de censura de su propio Partido Conservador y trata de recuperar el control. En todo caso, la maniobra no parece engañar a los medios de su país.
“Con una brutal guerra que hace estragos en el corazón de Europa y la peor crisis inflacionaria en décadas, el momento parece inapropiado para que el Reino Unido quiera denunciar el tratado internacional que reglamenta el Brexit, corra el riesgo de lanzar un masivo conflicto comercial con sus 27 vecinos de la UE y ponga en riesgo la paz en Irlanda del Norte. Sin embargo, a menos de que se trate de una guerra ficticia, designada por Johnson para distraer a los críticos de su partido, ese es el camino que el gobierno parece haber iniciado esta semana”, escribió The Guardian.
La CE deplora por su parte que Londres se haya negado hasta ahora a tomar en cuenta las propuestas concretas realizadas por Bruselas en octubre de 2021 para simplificar los trámites y facilitar la vida de los norirlandeses y los comerciantes ingleses.
Las medidas presentadas este miércoles nuevamente por la CE cubren cuatro terrenos: los controles sanitarios y fitosanitarios (SPS), las reglas aduaneras, los medicamentos y la gobernabilidad del acuerdo. La UE propone menos controles en la frontera, menos documentos para llenar, pero más inspección una vez que las mercaderías procedentes de Gran Bretaña entran en Irlanda del Norte, es decir al mercado único.
Pero Londres no solo pretende modificar a su conveniencia el protocolo, sino también dejar de reconocer la legitimidad de la Corte Europea de Justicia en los litigios que conciernan al protocolo de Irlanda del Norte. “Sería agregar una infracción al derecho internacional a otra infracción internacional”, sentenció, Sefcovic, fatalista.
“Nuestro objetivo es dar estabilidad y previsibilidad a los actores del mercado, y no es abriendo una nueva negociación sobre Irlanda del Norte que lo conseguiremos”, concluyó.
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