¿Vladimir Putin es vulnerable? En Rusia, una autocracia podría conducir a otra
El conflicto deja al descubierto una de las vulnerabilidades del presidente: la debilidad institucional impide que las políticas implementadas por las autocracias personalistas tengan éxito
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WASHINGTON.- Durante los primeros siete meses de la “operación militar especial” de Rusia en Ucrania, el presidente Vladimir Putin hizo hasta lo imposible para que el conflicto militar no se colara en la vida cotidiana de los rusos de a pie. De hecho, hasta hace poco las encuestas sugerían que el interés de los rusos por la guerra se estaba diluyendo. Pero todo eso cambió en 21 de septiembre, cuando Putin anunció la movilización de 300.000 reservistas para reforzar a sus vapuleadas fuerzas en Ucrania.
La reacción negativa ante esa medida que Putin siempre intentó evitar fue inmediata: los antiguerra de toda Rusia ganaron las calles para protestar, y en las redes sociales se viralizaron las imágenes de hombres en edad de pelear que inundaban los aeropuertos, estaciones de tren y cruces fronterizos para escapar de la leva. El presidente ruso hasta tuvo que soportar voces críticas en la televisión estatal, con comentaristas que dicen que al fin y al cabo la guerra no iba tan bien, y los halcones de su gobierno que insisten que había que hacer algo para recuperar la iniciativa bélica.
¿Qué puede enseñarnos el estudio del final de las autocracias sobre lo que está pasando hoy en Rusia y sobre las posibilidades de que Putin sea derrocado? ¿Cómo fue que la guerra erosionó el mito de eficacia que garantizó el apoyo popular a Putin durante dos décadas?
Ucrania pone a prueba la fe de los rusos en Putin
La legitimidad de Putin descansa en el mito de que es competente siempre y en todo. El control del gobierno sobre los medios -y cada vez más sobre las redes sociales- le garantiza que pueda timonear el Estado ruso. Allí es presentado como el defensor de la Madre Rusia frente a la agresión de un Occidente malévolo y violento. Y las encuestas de opinión parecen confirmar que así lo percibe la gente. Ninguna otra figura política de Rusia, libre o encarcelada, se acerca ni remotamente al 83% de aprobación del que gozaba Putin el mes pasado.
Las autocracias personalistas tienen sus fortalezas y sus debilidades. Hasta ahora, Putin ha logrado sofocar exitosamente cualquier desafío a su liderazgo. Y las instituciones rusas fueron vaciadas a tal punto que ya no hay nada que pueda poner freno a las decisiones del presidente. La Duma, como se conoce al Parlamento ruso, es una escribanía que le pone el sello a cualquier proyecto de Putin y no opone ningún contrapeso a sus decisiones.
Pero eso también deja al descubierto una de las vulnerabilidades de Putin: la debilidad institucional impide que las políticas implementadas por las autocracias personalistas tengan éxito. En parte, eso explica la anemia militar de Rusia en Ucrania: la corrupción y las disfuncionalidad institucional que afecta a la burocracia rusa también cunde entre sus fuerzas militares.
A pesar de la costosa y amplia modernización de las Fuerzas Armadas de Rusia que encaró Putin en la última década, su pobre desempeño en Ucrania, y sobre todo las pérdidas sufridas durante la reciente contraofensiva ucraniana, ponen en jaque el mito de competencia que ayudó a Putin a conservar el poder.
Tres caminos posibles para salir del putinismo
¿Cómo mueren las autocracias? Básicamente, hay tres caminos.
El primero es una transición democrática: el autócrata es derrocado y el reclamo popular lo reemplaza por líderes elegidos democráticamente.
El segundo es que el régimen se perpetúe: el autócrata es derrocado por una interna palaciega (o muere en el cargo), y otro integrante de la élite gobernante ocupa su lugar.
El tercero es que surja una nueva autocracia: el autócrata y su entorno es reemplazado por otra élite autocrática.
Pero la historia moderna enseña que son pocas las autocracias que siguen el primer camino y resultan en la instalación de una democracia liberal tras un alzamiento popular.
La autocracia de Putin puede conducir a otra
A pesar de un repentino aumento de las protestas contra la guerra, es improbable que la autocracia en Rusia termine por un levantamiento popular. Y una perpetuación de la autocracia -básicamente, un putinismo sin Putin- podría ser más represiva a nivel nacional y más agresiva en Ucrania.
Si Putin muriera en el cargo -hay rumores de que tiene cáncer o Parkinson- lo más probable sería que se formara una junta de gobierno integrada por su círculo más cercano. Eso implica que Nikolai Patrushev, jefe del Consejo de Seguridad, Sergei Naryshkin, jefe de la inteligencia exterior, y Aleksandr Bortnikov, jefe del Servicio Federal de Seguridad, continuarían con las políticas de Putin, tal vez con una cara visible más reconocible para la gente, como el alcalde de Moscú, Sergey Sobyanin.
Los estudios comparativos sobre el fin de las autocracias también revela que otra posibilidad post-Putin es simplemente otra forma de autocracia, posiblemente más blanda, liderada por una élite distinta y no un contaminada por los fracasos de Putin en Ucrania. Podría estar compuesta de oligarcas descontentos, quizás más interesados en llegar a un acuerdo para poner fin a la aventura bélica y así poder disponer de las propiedades y activos que amasaron durante las últimas dos décadas y que ahora están congelados por las sanciones internacionales. Pero no hay motivos para pensar que ese grupo estaría dispuesto a renunciar a los privilegios que disfrutan bajo la autocracia de Putin para instalar una democracia liberal más equitativa.
Dentro de ese escenario, el mejor desenlace sería una forma de autocracia menos opresiva y tal vez una solución más rápida al conflicto en Ucrania.
La historia entonces sugiere que las probabilidades son tres a uno de que la autocracia personalista de Rusia sea reemplazada por otra autocracia, solo que sin Putin. Así que el escenario más probable sigue siendo ese, más allá del puntual recrudecimiento de las protestas sociales contra la movilización de reservistas para luchar en Ucrania.
Kathryn Stoner
Traducción de Jaime Arrambide
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