Vista como "superpotencia moral", Suecia corre riesgo de caer en el populismo
La extrema derecha nacionalista gana terreno en el país devenido ícono de la tolerancia y la socialdemocracia
ESTOCOLMO.- En un centro cívico de Rinkeby, un barrio del noroeste de Estocolmo de mayoría inmigrante, días atrás se reunieron cientos de personas para debatir sobre las inminentes elecciones y el futuro de Suecia.
El debate sobre la naturaleza de la democracia sueca y la importancia del voto fue apasionado y de alto nivel. Pero el inmigrante somalí Ahmed Ali salió de la reunión con una sensación de frustración: sintió que todos evitaban el principal problema.
"Lo que se juega en esta elección es crucial -dice Ali-. En el país hay cada vez más extremistas, y con más influencia. No tienen una verdadera agenda política, simplemente el odio a los inmigrantes. Y esta xenofobia se extiende a toda Europa".
Polarizada y con bronca, la sociedad sueca se prepara para ir el domingo próximo a votar, pero la forma que tendrá el nuevo gobierno es una suma de incertidumbres, debido al vertiginoso crecimiento de los Demócratas de Suecia, un partido populista nacionalista, antiinmigración y antieuropeo, que según las predicciones se alzará con un 20% de los votos del país.
Considerada durante mucho tiempo una "superpotencia moral", como la definió el politólogo Lars Tragardh, Suecia ha sido tradicionalmente muy abierta a la inmigración. Pero eso está cambiando por la presión del mundo globalizado, la ola inmigratoria y la angustia que genera el futuro de la identidad nacional y cultural del país. Los partidos extremistas de izquierda y, sobre todo, de derecha tienen cada vez más apoyo.
El populismo ha caldeado los ánimos y ha empujado el discurso político hacia la derecha, incluso entre los flemáticos suecos. Los apoyos políticos se están fragmentando y el Partido Socialdemócrata, históricamente dominante, se encamina a su peor resultado electoral en más de un siglo.
La ola de migrantes de 2015 fluyó mayormente hacia Alemania y Suecia, consideradas las naciones más abiertas de Europa a la inmigración. Alemania acogió a más de un millón, mientras que a Suecia llegaron pidiendo asilo unos 163.000 migrantes, un número relevante para un país de 10 millones de habitantes. Y el impacto político fue similar: un auge de los partidos nacionalistas y antiinmigración de ultraderecha. Suecia introdujo rápidamente controles fronterizos más estrictos, que hicieron que el número de nuevos inmigrantes cayera de manera pronunciada, hasta los 23.000 registrados este año.
Presiones
A pesar de la pujante economía y el bajo nivel de desempleo, los Demócratas suecos plantean que hay que frenar de plano la inmigración y utilizar los recursos del país para reforzar el Estado de bienestar, que se encuentra bajo presión por el envejecimiento poblacional, las bandas delictivas y los problemas derivados de recibir a los migrantes.
El crecimiento de los Demócratas es la contracara de la caída de los socialdemócratas, que pasaron de más del 50% en 1968 y el 45% en 1994 hasta rozar el 25% en la actualidad.
El auge de los Demócratas suecos, que tiene sus raíces en el fascismo y neonazismo suecos, dejó pasmado a más de uno. Bajo el liderazgo del joven Jimmie Akesson, el partido ha expulsado de sus filas a los "ultras" y ha endulzado su discurso, transformación que se evidencia en el cambio del logo partidario, que pasó de ser una antorcha en llamas al dibujo de una inofensiva anémona azul, una de las flores favoritas de los suecos.
Y la estrategia parece funcionar. En 2010, el partido superó el umbral parlamentario del 4% para obtener un escaño, con un 5,7% del electorado. En 2014 obtuvo el 12,9%. Y ahora podría convertirse en el segundo partido más grande de Suecia, con todas las complicaciones que eso entraña.
Los Demócratas no han abandonado su eslogan tradicional, "Suecia para los suecos", pero ahora prefieren usar el de "Seguridad y tradición". El partido promete proteger esa religión civil que es el Estado de bienestar y restaurar el folkhemmet, el "hogar del pueblo", la idea de una nación como una gran familia donde todos contribuyen y cuidan unos de otros. Es un concepto creado por los socialdemócratas, pero muchos lo consideran amenazado por la inmigración, el islam y la criminalidad.
Al igual que al resto de los partidos populistas de Europa, a los Demócratas suecos los ayudó enormemente la oleada inmigratoria de 2015, la guerra de bandas delictivas en los suburbios y una muy coordinada seguidilla de quemas de autos, que tuvo alto impacto en los medios.
Es posible que al final el Partido Socialdemócrata y la centroizquierda logren mantenerse en el poder y que, a pesar de obtener excelentes resultados, los Demócratas queden fuera del gobierno. Pero la inquietud y la incertidumbre permanecen.
"Esta elección es una puja sobre los valores de la identidad sueca", dice Ulf Bjereld, politólogo de la Universidad de Gotemburgo y militante socialdemócrata. "La cuestión es cómo mantener a Suecia a la vanguardia del liberalismo y la socialdemocracia versus un apoyo más fuerte al Estado-nación y a las fronteras nacionales. ¿Qué partido tomará el pueblo sueco en esa puja? Ese es un debate recién empieza".
Traducción de Jaime Arrambide