Visiones antagónicas: los planes de Trump y Biden para América Latina
RÍO DE JANEIRO.– Cuando son consultados sobre la visión de Joe Biden sobre América Latina, los asesores del candidato demócrata dicen que, si llega a ser elegido, será el presidente de Estados Unidos que más haya conocido la región. Recuerdan que como vicepresidente de Barack Obama realizó 16 viajes por el continente, y entiende muy bien la importancia de una buena relación para temas centrales de la política americana, entre ellos, la seguridad nacional.
Lo que Biden y sus colaboradores propusieron durante la campaña fue la reconstrucción de una agenda positiva, sustentada en tres pilares esenciales: compromiso con la democracia, defensa de los derechos humanos y políticas que promuevan un desarrollo sustentable. Por el otro lado, Donald Trump, que como jefe de Estado hizo solamente un viaje a la región –la cumbre del G-20 en la Argentina, en 2018–, ofrece la continuidad de una agenda negativa, que incluyó duras medidas en materia migratoria, barreras comerciales y alianzas muy específicas, por ejemplo con Brasil y Colombia, destinada exclusivamente a buscar la salida de Nicolás Maduro en Venezuela.
Las posiciones de Biden y Trump sobre temas centrales para la región son antagónicas. Algunas de las medidas emblemáticas del presidente republicano fueron la construcción de un muro y la separación de niños de sus padres en la frontera con México, como parte de la llamada "política de tolerancia cero" con ilegales. Frente a eso, Biden prometió, entre otras cosas, legalizar 11 millones de inmigrantes indocumentados en los primeros 100 días de gobierno y aprobar un paquete de ayuda de 4000 millones para países centroamericanos. Uno de los ejes de su política sobre inmigración es promover el desarrollo de los países de la región para frenar el éxodo. "Para Biden, la seguridad nacional está atada a la prosperidad de la región", afirmó a LA NACIÓN Juan Verde, estratega de la campaña demócrata y exsubsecretario de Comercio para Europa de Barack Obama.
Esta política de apoyo a los países del continente tendría varios objetivos en paralelo: detener la inmigración y diversificar la industria latinoamericana, para reducir la dependencia americana de China. "Hoy, 95% de los antibióticos que consumimos en Estados Unidos vienen de China. En el caso de los insumos hospitalarios, casi el 60%. Con Biden se buscaría dar incentivos a empresas americanas para que inviertan en la región y así diversificar la cadena de suministros. Eso ayudaría a los países y también reduciría la inmigración", explicó Verde.
De los presidentes más recientes, el que más se interesó por América Latina fue George W. Bush, especialmente por México, recordó el embajador Thomas Shannon, exsubsecretario para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado.
Si es elegido, Biden, aseguró Shannon, "retornaría a la diplomacia regional" para encarar los diversos desafíos continentales, entre ellos Venezuela y Cuba. Sería como regresar al segundo gobierno de Obama, en el que se inició una aproximación a Cuba, ahora con algunas lecciones aprendidas. Se dejarían atrás las presiones extremas, las sanciones que asfixian a las economías internas, pero se exigirían más concesiones en materia de derechos humanos y apertura democrática. "Biden reconocería que la estrategia de presión máxima fracasó y generó más miseria para los venezolanos y más inmigración, en un fenómeno similar al de Siria. Se pondría el foco en la ayuda humanitaria para contener una ola de inestabilidad en la región", explicó el embajador norteamericano.
En la misma línea, Michael Shifter, director de Diálogo Interamericano, coincidió en que después de "la indiferencia del gobierno de Trump hacia la región", una eventual administración demócrata volvería a darle relevancia. "Creo que es un error pensar que vamos a repetir el segundo gobierno de Obama, las circunstancias cambiaron. Biden seria más estricto. Podría, en el caso de Cuba, liberar remesas de dinero y viajes, pero exigiría mejoras en materia de derechos humanos y reformas políticas".
Con la disputa con China sobrevolando gran parte de la agenda interna americana, Shifter cree que un gobierno demócrata no ejercería tantas presiones para que los países de la región opten por uno de los dos lados, ya que "quedó claro que este enfoque no funcionó y generó resentimiento".
La relación con México es, sin duda, central para cualquier gobierno americano. En julio pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador visitó Washington y estrechó su vínculo con la administración Trump. En contrapartida, ignoró al Partido Demócrata, que apoyó en el Congreso la aprobación del nuevo tratado entre México, EE.UU. y Canadá, el T-MEC. Está claro, opinó Guadalupe González, profesora del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México, que con Biden la homologación del acuerdo sería "más tensa".
"Se van a definir temas como normas laborales y ambientales, que para la agenda demócrata son fundamentales. López Obrador, en algunas cuestiones, está en las antípodas de las posiciones de Biden. Por ejemplo, aquí en México se opuso a promover energías renovables", sostuvo la profesora. Por otro lado, es cierto que en lo que se refiere a migración, la política más amigable que prometió el candidato demócrata serían buenas noticias para México.
Existe una incógnita sobre qué haría Biden con la llamada Iniciativa Mérida, acordada por los gobiernos de Obama y Enrique Peña Nieto para reforzar la cooperación en materia de seguridad y desarticulada por Trump. "También habrá que ver qué pasa con Venezuela, país sobre el cual México mantuvo una neutralidad ambivalente. Eso podría generar tensiones con Biden", dijo González.
El caso venezolano
En Caracas, la elección norteamericana se vive casi como si fuera local. Los opositores más radicales a Maduro prefieren la reelección de Trump, un aliado de primera hora para jugar cartas pesadas contra el régimen. Pero ya quedó claro que un eventual gobierno demócrata mantendría el reconocimiento a Juan Guaidó como presidente encargado y las sanciones ya aprobadas contra la cúpula chavista y sus aliados. "Biden va a retomar la alianza hemisférica con todos los países y posiblemente con la Unión Europea. La ofensiva va a seguir fuerte", opinó Carlos Romero, de la Universidad Central de Venezuela.
El vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella, Juan Tokatlian, sostiene que con Biden habría, no solo en el caso venezolano, "más diplomacia y menos defensa". Es decir, "más consenso político". Volviendo al avance de China en la región, Tokatlian dice que la mano dura de Trump demostró ser absolutamente ineficaz para impedir la expansión de la influencia china en la región, y con Biden se volvería a una "relación más pragmática, con ganadores de los dos lados".
Tokatlian está entre los que creen que un eventual gobierno demócrata buscaría reconstruir una agenda más positiva con la región, retomando el impulso dado por Obama en su segundo mandato. Son ejemplos de ese impulso el apoyo al proceso de paz en Colombia, la mejora de las relaciones con Cuba y la promoción de los derechos humanos en la Argentina. Con Trump, recordó el profesor, "se volvió a la doctrina Monroe".
Los especialistas y diplomáticos que conocen y siguen desde hace bastante las relaciones entre Estados Unidos y la región recuerdan que si llega a la Casa Blanca, Biden lo hará junto a una gran coalición demócrata, que incluirá sectores muy militantes, entre ellos el liderado por Bernie Sanders. Esto implicaría una agenda profundamente progresista, que incluiría temas como políticas contra el racismo y el famoso Green New Deal, con un fuerte compromiso en materia ambiental.
Para el embajador brasileño Sergio Amaral, que representó el gobierno de Brasil en Washington entre 2016 y 2019, "esto aumentará la presión sobre otros países". Sobre temas inevitables de la agenda regional, como Venezuela, el embajador brasileño cree que el candidato demócrata tendría una política de mayor concertación y buscaría apoyos, más que aplicar sanciones. "Ante el cambio que se viene, el gran problema de América Latina es la falta de posiciones comunes, por ejemplo, en el Mercosur. También se frenó el avance de las conversaciones entre el bloque y la Alianza Pacífico", lamentó Amaral.
El año que viene, Estados Unidos será sede de la próxima Cumbre de las Américas. En la anterior, en 2018, en Lima, el presidente Trump canceló su participación a último momento. Si los demócratas llegan a recuperar el poder, se espera una cumbre no solo en la que el gobierno norteamericano tendría amplio protagonismo, sino que defendería una agenda de discusiones muy similar a las propuestas del candidato en su campaña. Sería una nueva era en las relaciones regionales.
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