¿Viernes negro? Temen en Italia un bloqueo nacional por el comienzo del pase sanitario obligatorio para trabajadores
En medio de una alta tensión tras los violentos choques del sábado, mañana a partir de mañana todos los italianos deberán mostrar el green pass para poder trabajar
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ROMA.- La cuenta regresiva ha comenzado. Mañana comenzará a regir en Italia la obligatoriedad del denominado “green pass” –el pase sanitario- para todos los trabajadores, tanto públicos como privados, algo que probablemente provocará un “viernes negro”.
En un clima de lo más tenso luego de los violentos choques del sábado pasado en esta capital entre manifestantes “no pass” -contrarios al pase- y las fuerzas del orden, no solo se temen nuevas protestas en diversas ciudades, sino un virtual bloqueo del país. Varios sectores, de hecho, al anunciar manifestaciones y huelgas se han rebelado a una de las disposiciones más polémicas del gobierno de Mario Draghi, que convirtió a Italia en uno de los pocos países europeos que pide un pase sanitario para ingresar al trabajo.
Entre los “rebeldes” se encuentran los trabajadores del puerto de Trieste, uno de los más importantes del país, el sector camionero, esencial en Italia ya que mueve el 90% de las mercaderías, ferroviario y demás. Y se teme por lo tanto una parálisis de los transportes que podría perjudicar exportaciones e importaciones e incluso pondría en juego un 3% del PBI, advirtieron.
Los camioneros italianos protestan sobre todo por el caos de normas que hace que haya muchísimos colegas extranjeros que trabajan incluso sin el pase, al que no pueden acceder porque se han vacunado con la Sputnik V u otras no aceptadas por la Unión Europea.
“Esta no es una batalla para defender el trabajo y la libertad de los portuarios de Trieste, sino que luchamos por todos los trabajadores italianos, a quienes con el pretexto del green-pass se le está dando la última patada en el c...”, explicó a La Repubblica Stefano Puzzer, vocero de los trabajadores del puerto del nordeste italiano. Puzzer, que sí se vacunó, como cuatro de cada diez trabajadores del puerto (que son 900), anunció que harán huelga a partir de mañana hasta que se levante la obligación del pase sanitario. Se teme que otros puertos importantes, como el Génova, donde también hay gente en pie de guerra, puedan imitar la movida.
Desde el 1° de septiembre pasado el denominado “green pass” –un código QR que se obtiene luego de la vacunación, un hisopado negativo o tras haber cursado el Covid-19- es indispensable para viajar en avión y trenes de alta velocidad, para sentarse en interiores de restaurantes y bares, para acceder a museos, teatros, cines y demás eventos. Además del personal sanitario y docente de escuelas y universidades, también deben tener el pase verde los estudiantes terciarios.
Si bien hasta ahora la campaña de vacunación ha sido un éxito -el 80% de la población mayor de 12 años se ha inmunizado-, el gobierno de Draghi decidió ampliar el alcance del pase sanitario a los trabajadores para incentivar a los que aún no se vacunaron a que lo hagan, más allá de miedos, teorías conspirativas y demás fake news sobre las inoculaciones. El fin es exorcizar cualquier futura nueva oleada de Covid-19 y la necesidad de tener que recurrir a cuarentenas y cierres, para que la economía italiana pueda volver a recuperarse después de un histórico desplome de casi el 9% del PBI el año pasado.
Debido al efecto rebote luego de esa estrepitosa caída, en este 2021 marcado por la llegada de las vacunas, la vuelta del consumo luego de los cierres y las restricciones, se espera en Italia un crecimiento del 6% del PBI –dos puntos más que el 4% que se había previsto-, algo que no se veía después de décadas de recesión.
Caldo de cultivo
Lo cierto es que, más allá de estos números “macro” más que favorables, el malestar social que dejó la crisis provocada por la pandemia es alto y palpable en la calle. Y sirve de caldo de cultivo para los antivacunas que rechazan el “green pass”, acusan al gobierno de coartarles la libertad y denuncian una “dictadura sanitaria”.
Se estima que hay unos tres millones de trabajadores no vacunados, que para acceder a sus ocupaciones deberían realizarse un hisopado cada 48 horas, es decir, son 1,5 millones de test por día. Muchas farmacias del país que realizan tests aseguraron que ya tienen personas que han reservado turnos para esto hasta el 31 de enero, cuando vencerá la obligatoriedad del “green pass” para trabajar.
En este marco, diversas categorías de trabajadores salieron a pedir que los tests de hisopado –indispensables para quienes no quieren vacunarse- pasen a ser gratuitos, un reclamo que secundaron partidos de derecha como la Liga del exministro del Interior Matteo Salvini.
Si bien algunas empresas privadas accedieron y decidieron brindarles gratis el hisopado a sus empleados no-vax, el gobierno de Draghi se opuso categóricamente. Consideró que eso pasaría a ser una tomada de pelo para la gran mayoría de italianos que sí se vacunó, respondiendo positivamente a la invitación del gobierno a la responsabilidad social para derrotar la pandemia.
Después de los violentos choques del sábado pasado por manifestantes anti-green pass, liderados por exponentes de fuerzas de extrema derecha, neofascistas, que intentaron asaltar el Palazzo Chigi –sede del gobierno- y atacaron y destruyeron oficinas de la sede del sindicato más antiguo e importante del país, la alarma por lo que puede llegar a ocurrir mañana es alta. Y la tensión también, alimentada por las polémicas políticas, ya que a su vez comenzó a discutirse la prohibición de los partidos de extrema derecha.
“La emergencia es el trabajo, no el fascismo. El manager del gobierno (Draghi) no puede permitir lo que está sucediendo. Hace falta una pacificación nacional”, clamó ayer Salvini, cuyo partido nunca digirió el pase sanitario y apoya a desgano el gobierno de unidad.
Fue más allá Giorgia Meloni, la líder de Hermanos de Italia -el partido de derecha que, según sondeos, superó a la Liga-, que en una sesión en el Parlamento acusó a la ministra del Interior, Luciana Lamorgese, muy criticada por la falta de acción de la policía en los desmanes del sábado pasado, de haberlo hecho a propósito. “Lo que ocurrió el sábado pasado en Roma ha sido permitido y esto vuelve a llevar a Italia a los años más oscuros de la historia italiana”, clamó Meloni, que por otra parte fue muy criticada por la centroizquierda por no haber condenado con firmeza el asalto a Palazzo Chigi y al principal sindicato, planeado por fuerzas de derecha extrema y neofascista, con las que siempre coqueteó.
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