Venezuela: "¡Queremos pasaportes!", el grito de los nuevos migrantes
Pese a las trabas del régimen, el éxodo aumentaría este año a más de cinco millones
UREÑA, Venezuela.- "¡Queremos pasaportes! ¡Queremos pasaportes!". El grito de desesperación lo entonaron esta Navidad decenas y decenas de venezolanos en Caracas , a las puertas del organismo público encargado de tramitar e imprimir el documento para abandonar el país.
Un reclamo muy peculiar en la nación líder de las protestas sociales, con cerca de 12.000 durante 2018, en el que en diciembre coincidieron manifestaciones por la mala calidad de los servicios públicos (electricidad, agua, gas), la destrucción del sistema de salud y el retraso o la ausencia de los "regalos" del Estado durante las Fiestas, como el pernil navideño y los juguetes.
El rugido de los que quieren viajar no es para menos: en el último año el gobierno expidió un número mínimo de pasaportes, tras muchos meses de espera por falta de material. Una parte de los que sí lo lograron pagaron precios siderales forzados por la corrupción: hasta 2500 dólares según las denuncias efectuadas por medios locales.
Todos los que gritaban buscan una salida inmediata a una cruel crisis social y económica cuyo fondo no se vislumbra. Como Alberto Duque, de origen portugués, que como miles de sus paisanos se prepara para unirse a la mayor diáspora conocida en América Latina, coincidiendo con la irrefrenable suba de los precios, la merma de su capacidad de compra en el último año (alrededor del 60% respecto de diciembre de 2017) y el comienzo a la fuerza de un nuevo período de gobierno de Maduro , el próximo jueves.
Se trata de una nueva oleada que se sumaría a los emigrantes que ya viven en 90 países y 300 ciudades, alrededor de cuatro millones, según las distintas estadísticas de la ONU , la OEA y de investigadores sociales venezolanos. Entre los más atrevidos está Facebook, que basándose en las cuentas de sus usuarios estima que la cifra es mayor.
Un aluvión que a esta velocidad sumará 5.300.000 emigrantes dentro de 12 meses, según estimaciones de Naciones Unidas . Y eso que el ritmo diario del 2018 (5500 por día de media, 18.000 en los peores momentos del año) ya superaba todos los registros conocidos. "Enfrentamos un sismo humanitario", concluye Eduardo Stein, enviado especial de la ONU para los refugiados y migrantes de Venezuela .
Otro estudio de la Brooking Institution liderado por el economista venezolano Dany Bahar es incluso más alarmista: en tres años, la diáspora superaría los ocho millones de personas, salvo que mejoren las condiciones económicas.
En Colombia, que actualmente registra 1.100.000 migrantes venezolanos y que, pese a todo, mantiene sus puertas abiertas de par en par, calculan que este año llegarán a sumar dos millones, otra cifra récord. Entre el país cafetero, Ecuador, Perú, Chile, Brasil y la Argentina recibieron a más del doble de sirios que tanto esfuerzo costó distribuir entre los 35 países de la Unión Europea en 2015.
Una estadística tras otra que solo resta para el futuro nacional: el informe de Gallup sobre el Índice de Migración Potencial calcula que Venezuela perderá el 42% de su población joven si se mantiene el ritmo actual de la diáspora.
"La última oleada es la del empobrecimiento, indetenible mientras se mantengan las razones que originan el gran éxodo", resume el sociólogo Tomás Páez.
Agentes de viajes y activistas en la frontera vaticinan que ya la semana que viene se incrementará la fuga, olvidadas las fiestas de Año Nuevo. Cúcuta, la ciudad más importante en el lado colombiano, vivió una Navidad pletórica gracias a las compras masivas de los venezolanos que viajan hasta allí, cada uno como puede, y que significó el aumento del 35% de las ventas respecto al año pasado.
"Nos ahorramos entre dos y tres veces, los precios son más baratos que en Venezuela", asegura un matrimonio jubilado de Los Teques mientras paga su cuenta en el mayor supermercado de Cúcuta. Entre las bolsas que llevan se destacan la harina para las arepas, café, arroz, mayonesa, botellas grandes de gaseosa, embutidos colombianos, queso, cereales, leche en polvo, matamosquitos y productos para la limpieza.
En Ureña, San Antonio y Boca de Grita, tres puntos fronterizos entre Táchira y Norte de Santander, se vivió esta semana una especie de calma que precede a la tormenta. Las colas disminuyeron después de las compras compulsivas, pero toda la economía que se mueve en torno a la emigración engrasa sus herramientas para los próximos días.
Todos allí saben que las últimas cifras proporcionadas por Nicolás Maduro no son verdaderas. El presidente aseguró que los emigrados al Cono Sur "lo hicieron llevando los unos, 10.000 dólares; los otros, 20.000 dólares, incluso cantidades mayores".
Pese a un éxodo a la vista de todo el mundo, Maduro mantiene, contra viento y marea, que la "emigración masiva es una patraña".
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