Venezuela, Cuba y Nicaragua, los aliados de Putin de la región, aprovechan la guerra para profundizar sus planes autocráticos
Los países autoritarios de América Latina consolidaron sus medidas represivas y buscan sacar ventajas políticas
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BOGOTÁ.- Mientras el mundo observa con pavor el asedio salvaje de Mariupol, la resistencia numantina de Kharkiv o la fuga de millones de civiles por las fronteras polacas y moldavas, las dictaduras aliadas de Vladimir Putin en América Latina no dan un solo paso atrás. Todo lo contrario.
“Los países bajo régimen autoritario están aprovechando la distracción”, advierte a LA NACION María Puerta Riera, profesora de Gobierno Americano en Florida. “Las dictaduras de la región, lejos de verse afectadas, se han solidificado con lo que está ocurriendo en el mundo, cada una a su manera”, corrobora el politólogo Walter Molina Galdi.
Entre alegatos en defensa del zar ruso y en contra de Occidente, Daniel Ortega ha echado el cerrojo a las celdas de los siete aspirantes presidenciales del año pasado solo unas horas antes de que Moscú hiciera lo mismo con el líder opositor Alexei Navalny. Entre ellos la gran favorita a los comicios, Cristiana Chamorro. Entre los siete suman condenas en torno a los 70 años de cárcel y se incluyen sus inhabilitaciones políticas.
“Sabíamos de antemano que esos juicios serían construcciones ficticias del régimen para sacar del juego político al liderazgo de la oposición nicaragüense. Tenían el resultado ya escrito desde la oficina de Ortega y Murillo”, se queja a LA NACION la poeta Gioconda Belli, una de las invitadas a la juramentación del presidente chileno Gabriel Boric en detrimento de la pareja presidencial de su país.
Solo María Asunción Moreno, precandidata de la Alianza Cívica, logró escapar de las garras del caudillo sandinista. A la constitucionalista no la han podido condenar en ausencia, pero sí buscan confiscar sus bienes. “Ortega es un criminal, no lo detiene nada, tiene concentrado el poder en su núcleo familiar y hará lo que sea por permanecer en el poder aunque eso cueste vidas y mucho dolor para el pueblo. El exilio es muy duro pero al menos tengo mi voz para hablar por quienes no pueden hacerlo”, dice a LA NACION desde su exilio.
Camino de diez meses de la primera detención, los más de 40 dirigentes y activistas sufren una prisión cruel en soledad, al igual que los otros 130 presos políticos que ya estaban en las mazmorras del sandinismo. “Están tratando de destruir a estas personas con torturas psicológicas y hambre. Hay una actuación criminal con ellos: un guion estalinista de quebrarles mental y físicamente. Es inaceptable en este siglo que veamos esto en el mundo. Hay que sacarlos de cualquier manera”, agrega Belli.
Coyuntura favorable
En Venezuela, Nicolás Maduro no solo mantiene su plan represivo, también intenta aprovecharse de la coyuntura con sus negociaciones con Estados Unidos. La llave para lograr la suspensión de las sanciones está engrasada con su petróleo, pero necesita primero avanzar las negociaciones con la oposición.
El aparato de propaganda del chavismo ha armado esta semana un nuevo “caso” en contra del presidente encargado Juan Guaidó, en un intento de asociarlo con narcotraficantes y, de esta manera, apartarlo de las negociaciones en México para imponer a falsos opositores. Una táctica que durante años han usado a conciencia en Moscú y en Managua.
“Para Maduro es una oportunidad para fijar condiciones de representación; sin embargo, la administración de Biden no creo que excluya a Guaidó, sería un error estratégico”, matiza la profesora Puerta.
La guerra de la desinformación también golpea todos los días contra los socios de los rusos, como en Ucrania. En Caracas la última tiene que ver con la economía. “Hace años fue Ortega el que dio cierta apertura a algunos empresarios y eso hace ahora Maduro. Mientras, lo venden como reformas importantes que no son tal”, resume Galdi.
“Los últimos dos años todas estas dictaduras han estado haciendo un esfuerzo concertado para compatibilizar sus leyes antiterroristas y de censura de Internet. Cada día se parecen más”, denuncia la activista cubana Salomé García Bacallao, quien también avizora esfuerzos concertados para crear crisis migratorias en los tres países tal y como lo hizo Belarús con Polonia. “Es otra forma de chantaje”, redondea.
Los activistas cubanos han descubierto que jueces castristas han recibido entrenamiento en Rusia, incluso para el tratamiento penal contra menores de edad. Son precisamente los más jóvenes parte de las víctimas de la represión puesta en marcha en Cuba tras el levantamiento social del año pasado.
Las más de mil condenas que ya suma la revolución cubana “son un recordatorio de que el régimen de Díaz-Canel está castigando para evitar un nuevo brote de protesta. La persecución arreciará, especialmente contra aquellos que son vistos como posibles líderes. Me temo que en Cuba la situación política solo va a recrudecer, no se van a arriesgar a otro 11J”, sentencia la politóloga Puerta Riera.
Y todo ello, con el mundo mirando a otro lado. Además, “con Cuba siempre hay una especie de «respeto», pese a la larga data de violaciones de derechos humanos”, protesta Molina, quien aporta una prueba reciente: “Lo vimos con la asunción de Boric, quien no invitó a las dictaduras de Nicaragua y Venezuela, pero sí lo hizo con Cuba”.
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